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Se ha introducido
recientemente en psicología el termino
transpersonal para indicar lo que con normalmente
se designa como espiritual. Lo transpersonal
es una experiencia, un estado y un movimiento.
La experiencia transpersonal es la posibilidad
de vivir estados no ordinarios de conciencia.
Al cambiar su identificación, el sujeto
de desindividualiza y se identifica momentáneamente
con otras realidades del yo interno. El estado
transpersonal nos traslada desde nuestro ego
para unirnos en el absoluto sin nombre, atman/brahaman,
el estado de Budeidad, la conciencia cósmica
o como se le quiera denominar.
El movimiento transpersonal trabaja sobre el
estudio científico de los estado no ordinarios
de conciencia, continua con el descubrimiento
por parte de la psicología de las religiones
y el estudio místico comparado.
Sus orígenes se encuentran en los psicólogos
influenciados por Oriente (Jung, Assagioli,
Desoille, Maslow). Este estudio ha recibido
la confirmación de muchos científicos,
que afirman encontrar en sus trabajos la presencia
de una Conciencia-Energía. Propone un
nuevo paradigma científico, desarrollando
la unidad subyacente entre el hombre y el universo
en una visión holística.
Hay gran cantidad de pruebas, provenientes de
gran variedad de disciplinas psicológicas
o no, que señalan la posibilidad de que
hayamos subestimado el potencial de crecimiento
y bienestar psicológico del ser humano.
Muchas experiencias humanas no coinciden con
nuestros modelos psicológicos tradicionales,
y en respuesta a esta incongruencia surgió
la Psicología Transpersonal, como intento
de integrar los estados de conciencia trascendentales.
El estudio de estos estados alterados de conciencia
indican que existe con seguridad una mayor capacidad
humana que la definida en la corriente principal
de las disciplinas occidentales que se ocupan
de la conducta y de la salud mental.
De nada nos sirven ya los antiguos enfoques
de la psicología en donde las experiencias
místicas, los estados de éxtasis
o de iluminación eran considerados neuróticos
o alucinatorios.
El modelo Transpersonal no trata de remplazar
ni poner en tela de juicio la validez de los
anteriores modelos, sino ampliar el marco de
nuestra concepción de la naturaleza humana,
integrando como saludables las experiencias
de conciencia expandida que hasta ahora eran
consideradas patológicas, atendiendo
a la necesidad espiritual del hombre, y además,
explicar las modernas teorías de la Relatividad
y física cuántica desde una visión
psicológica, lo cual deja indudablemente
a la Psicología Transpersonal como el
modelo más correcto y completo existente
dentro del marco de la ciencia.
La Psicología Transpersonal se interesa
por la expansión del campo de la investigación
psicológica hasta incluir el estudio
de los estados de salud y bienestar psicológicos
de nivel optimo. Reconoce la posibilidad de
experimentar una amplia gama de estados de conciencia,
en algunos de los cuales la identidad puede
ir más allá de los límites
habituales del EGO y de la personalidad, algo
similar al Budismo.
La psicoterapia Transpersonal incluye los campos
e intereses tradicionales, a los que se agrega
el interés por facilitar el crecimiento
y la toma de conciencia más allá
de los niveles de salud tradicionalmente reconocidos.
En ella se afirman la importancia de las modificaciones
de la conciencia y la validez de la experiencia
trascendente.
Parece, pues que la gran variedad de experiencias
o vivencias transpersonales representan un aspecto
esencial de la naturaleza humana, por lo que
ya es tiempo de que se tomen en cuenta en cualquier
teoría psicológica que intente
presentar un modelo más completo de la
persona.
Las milenarias Psicologías de Oriente
(contenidas en las tradiciones del Taoísmo,
el Hinduísmo, el Budismo y otras) instan
a trabajar sobre sí mismo para trascender
la yoidad. Pero muchos trabajos preliminares
de estas enseñanzas apuntan a lo mismo
que las actuales Psicologías de Occidente:
a que uno pueda conocer palmo a palmo su estructura
psíquica, e integrar lo escindido. En
términos del Budismo, a establecer maitri,
-que podría traducirse como amistad incondicional
consigo mismo;-. Y es que no se puede trascender
lo que no se conoce, lo que no está sólidamente
constituido. Por lo tanto, primero se debe constituir
un ego sano y fuerte (psicoanálisis)
y luego buscar trascenderlo.
En la Psicología Transpersonal se utilizan
distintas herramientas para autoobservarse y
llegar a establecer un buen vínculo con
aquello que se es. En términos de Jung
(pionero de la Psicología del Espíritu),
podemos decir que se busca estimular el proceso
de individuación, que implica desplegar
lo más profundo de sí, para que
se manifieste en todo su potencial. Esto implica
llegar a ser un individuo: alguien que no está
dividido. En el lenguaje coloquial también
hacemos alusión a esta cualidad: respecto
de alguien excepcional, decimos que se trata
de una persona íntegra, o de una sola
pieza.
Tal como lo señala la Filosofía
Perenne, reuniendo las sabidurías de
distintos tiempos y culturas de la humanidad,
somos esencia y personalidad. Nuestra esencia
es aquello que éramos aún antes
de nacer, nuestro self, el verdadero Sí
Mismo. Nuestra personalidad, en cambio, se adquiere
en el roce con la vida: es, básicamente,
condicionamiento, como la programación
de una máquina que rara vez responde
al impulso de aquella naturaleza esencial. Como
dice Ken Wilber, se produce la represión
del Atman: eso Sagrado que nos anima, que es
una porción de la Vida, queda subyugado
a la prisión de una personalidad que
no le permite expresarse. Esta fricción
interna es causa de mucho dolor psicológico,
derivado de la sensación de no ser fiel
al Sí Mismo, de estar traicionando lo
que nuestro ser necesita expresar; otros tres
aspectos en los que solemos estar divididos
son nuestros tres pisos básicos (intelecto,
emoción y cuerpo) dado que, con frecuencia,
pensamos distinto de cómo sentimos, y
actuamos también en contradicción
con ello nuestras distintas subpersonalidades
están entre las escisiones internas más
evidentes, puesto que la personalidad humana
está dividida en distintos yoes, muy
diferentes entre sí, cada uno con su
necesidad, con su impulso, con su dificultad:
dentro de nosotros conviven partes niñas
y adultas, partes egoístas y generosas;
partes agresivas y compasivas... Es como una
multitud de personajes psicológicos,
que muchas veces acaparan el escenario de nuestra
vida, sin el consentimiento de nuestra real
naturaleza; también como seres humanos
estamos llamados a integrar dentro nuestro los
aspectos del sexo opuesto que anidan en lo íntimo
de toda estructura psíquica: lo femenino
en el varón, lo masculino en la mujer.
En los vínculos de afecto tendemos a
proyectar estos arquetipos internos, tratando
de integrar nuestro opuesto a través
de las relaciones de pareja. Sin embargo, esta
integración, para que sea plena, debería
ser sobre todo intrapsíquica, no sólo
externa. Si interiormente estamos peleados con
nuestras propias partes masculinas (o femeninas),
difícil será que los vínculos
extrapsíquicos sean armónicos
y satisfactorios. Tener dentro de sí
estas partes en pugna acarrean sensación
de incompletud y dificultades relacionales marcadamente
detectables, un conflicto interno universal
es el que se establece entre nuestra persona
y nuestra sombra, esas dos caras de nuestra
identidad psíquica. Ambos términos
nacen también de la Psicología
Junguiana, haciendo alusión a una escisión
fundamental. La persona es la máscara
social, aquellos de nuestros aspectos que están
a la vista, tanto para nosotros mismos como
para los demás. La sombra (inconsciente
freudiano), en cambio, es el conjunto de rasgos
psicológicos reprimidos, que no están
a la vista; aquéllas partes de sí
que rechazamos, que nos avergüenzan y que,
por ende, ocultamos tanto para con los demás
como ante la propia apercepción. Hacer
conscientes los aspectos sombríos es
un trabajo transformador y profundo, que posibilita
ir teniendo mayor contacto con la realidad interna
y externa, sin engañarnos con nuestras
proyecciones y trampas psicológicas.
Esta lista podría seguir (lo consciente
y lo inconsciente, lo personal, prepersonal
y transpersonal, la razón y la intuición,
etc.)
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