Pese a lo que a veces pueda pensarse la ira es una reacción natural en el ser humano que se produce cuando alguien se siente herido injustamente. Esa herida produce una emoción de tristeza que es precisamente la que provoca el deseo de venganza propio del iracundo. La herida interna que se padece injustamente desde el punto de vista del afectado provoca el deseo de hacer justicia y devolver ese daño a aquel que lo causó. Por tanto, la ira está constituida por dos elementos: la tristeza y el deseo de venganza.
En definitiva, la ira debe tomarse como una reacción natural y como tal debe expresarse. Es muy difícil solucionar un conflicto en un momento de ira por esta razón es bueno hablar de la situación con una persona ajena al problema que sabemos que nos escuchará y nos comprenderá por ser imparcial y neutral al acontecimiento que desencadenó la emoción. Una vez que la emoción haya pasado entonces también debemos hablar del tema de forma asertiva con la persona afectada directamente exponiendo la situación de tal forma que el otro pueda empalizar con nosotros para comprender nuestro punto de vista. Es decir, debemos explicar cómo nos sentimos sin juzgar al otro ya que el otro, en tanto que diferente a mí, entra dentro del ámbito de los desconocido e inseguro. El ámbito del yo sí que responde a la certeza ya que el otro no puede contradecirte cuando expliques que te sientes de determinada manera. Esa es la única forma de cerrar el tema de manera definitiva y no dejar heridas mal curadas que volverán a brotar en cualquier momento en caso de no sanarlas de la forma adecuada. El perdón es la manera más eficaz de restaurar el equilibrio en una relación que está herida por un conflicto. Es necesario saber perdonar aunque eso no suponga olvidar ya que el recuerdo es inherente al propio funcionamiento del cerebro. Además, el recuerdo es el fundamento del aprendizaje.
Desde el punto de vista ético, la ira no es mala ya que es una emoción que surge de forma natural, sin embargo, si puede ser moralmente criticable aquella acción que racionalmente realice el hombre en un momento de ira. Por esta razón, es conveniente esperar a que pase la emoción para pensar con claridad y serenidad ya que aunque la ira lleve en sí misma el deseo de vengar el mal padecido eso no significa que la propia ira justifique llevar a cabo la venganza puesto que todo hombre debe obrar bien y evitar el mal a través del ejercicio de la virtud que es propia de su racionalidad. La ira como toda emoción se mitiga con el tiempo, por esta razón, aunque al principio su fuerza es muy fuerte disminuye con el tiempo. Algo que no debe olvidar nadie en un momento de ira para comprender el propio funcionamiento de la emoción.
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