Se caracteriza por un aumento de la glicemia y la excreción de azúcar (glucosa) por la orina, además de otros síntomas dependientes, todos ellos, de la perturbación del metabolismo de los hidratos de carbono.
Tras un periodo más o menos asintomático, aparecen los síntomas primordiales: aumento de la cantidad de orina emitida (puede llegar a once litros por día), sed continua, perdida de fuerzas, aumento del apetito y, frecuentemente, adelgazamiento, que puede acompañarse con otros síntomas y afecciones secundarias.
Según su intensidad, se la ha clasificado en tres niveles:
- Leve: reacciona a un régimen alimenticio
- Moderada: precisa, además, de administración de insulina
- Intensa: necesita grandes dosis de insulina y tiende fácilmente a descomponerse.
La diabetes sacarina resulta de una insuficiente producción de insulina por los Islotes de Langerhans, en el páncreas. El déficit de esta hormona ocasiona una metabolización anormal de la glucosa en los tejidos. Al no realizarse perfectamente el metabolismo hidrocarbonado, el organismo satisface sus necesidades energéticas a expensas de lípidos y proteínas; a causa de estos mecanismos aparecen en la sangre los cuerpos cetónicos (acetona, etc.) cuyo exceso provoca acidosis (en este caso se denomina cetosis) que el organismo intenta compensar de muy diferentes maneras (excreción de ácidos por la orina, producción y metabolización de bases, etc.; cuando estos mecanismos compensatorios son vencidos ante la intensidad de la acidosis, aparece un cuadro tóxico caracterizado por el coma diabético. Este cede con la administración de insulina.
Otra complicación de la diabetes, especialmente en enfermedades seniles, es la gangrena consecutiva de la esclerosis vascular.
El tratamiento de la diabetes, así como de sus complicaciones y formas, exige una vigilancia constante del enfermo y un cumplimiento minucioso de las normas dietéticas, dosificación de insulina y demás normas higiénicas generales o especificas.
Como podemos ver en esto, la diabetes es una enfermedad que, por los cuidados constantes que necesita, hace que sea muy difícil olvidar que se la padece. Esto hace que el enfermo de diabetes este muy consciente de su condición y que esta pueda guiar su vida mucho más de lo que personas que padecen otras enfermedades también serias tienen que soportar.
Humor y diabetes
Por supuesto, el mayor problema con el que nos enfrentamos en esta situación es que muchos pacientes que padecen de diabetes no se encuentran especialmente inclinados a reírse de ella. En gran parte, esto se debe a que es difícil que olviden que la padecen. Por otro lado, más allá de los cuidados específicos, la ventaja de la diabetes es que no impide la realización de una vida normal, por lo que las posibilidades de actividades son más amplias que en otros casos.
Como en otros casos que vimos antes, es una gran ayuda el ser capaces de enfocarnos en el lado más gracioso de la enfermedad (por llamarlo de alguna forma) y encontrar humor y risas en cualquier punto que nos lo permita, aún en el estado de diabetes y en los tratamientos específicos que se deben seguir. Por supuesto, siempre con respeto a los sentimientos de la persona que padece de este problema de salud. Reírse de un problema no significa, de ninguna forma, no tomarlo en serio. Es más, todo lo contrario.
Básicamente, la idea de porque risa ante esta enfermedad sigue los mismos lineamientos que ya dimos en el caso del cáncer.
Lo cierto es que para un enfermo de diabetes hay muchos potenciales desastres en los que una persona negativa puede concentrarse. Pero estos desastres son evitables, por lo que no tiene demasiado sentido enfocarse constantemente en ellos, cuando una actitud positiva puede no solo hacer que estemos de mejor animo, sino ayudar de forma activa a prevenir estos desastres. La risa reduce el estrés y esto siempre es una ayuda.
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