La afectividad de esta técnica esta más que probada y podemos comprobarlo fácilmente por nosotros mismos, en cualquier situación de tensión e incomodidad que se nos presente, como puede ser una cola de un banco o la tardanza excesiva de algún medio de transporte. Puede no ser fácil, pero un par de palabras correctas y un poco de humor puede hacer la diferencia.
Frente a una turba de personas molestas por algo que esta pasando, suele ser una buena idea el obligarlos a relajarse desarmándolos con algo imprevisto y que los fuerce a, al menos, sonreír. Esto reduce en un porcentaje muy importante el riesgo de ser golpeado y tirado por una ventana.
Así que, cuando nos encontremos en una situación donde vemos a alguien excesivamente tenso, tratemos de ayudarlo (y ayudarnos) preguntándonos que podemos hacer para aliviar esa tensión. Y tomemos el camino que nos parezca más efectivo, más allá de que pueda parecer un poco ridículo. Veremos como hacer felices a los demás es hacernos felices a nosotros mismos.
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