En una lección anterior hablábamos de los niños como una fuente de inspiración para la risa, como un espejo en el que nos podemos mirar para imitar aquellas actitudes que nos favorecen, para que la risa nos brote más naturalmente.
En esa lección, en particular, hablábamos del niño interno, entendiéndose el niño interno como aquello que nos permite jugar, disfrutar y reír en libertad, aquello que, si podemos encontrarlo (y no hay dudas de que esta allí, y que se lo puede encontrar con un poco de esfuerzo), y darle espacio en nuestras vidas, exteriorizar lo que desea hacer, nos hará mucho más fácil reír con los problemas y también con las cosas que nos resultan graciosas. Volveremos a un estado en que nos resultaba sencillo y no un trabajo, en que la alegría era nuestro estado natural. Esto es lo que decíamos sobre el “niño interno”.
Pero también hacíamos hincapié en los niños externos, o sea, los niños reales, no aquellos que son parte de nuestro espíritu. Lo que decíamos de ellos es que son grandes maestros a la hora de tomarnos la vida con un poco más de humor, a los cuales podemos emular sin problemas, por simple imitación. Pasar tiempo con ellos, participando, en la medida de lo posible, de sus juegos, chistes y de su sabiduría y que con un tiempo de estar alrededor de ellos, descubriremos que empezamos a imitarlos de forma inconsciente. Y ese no fue el único artículo en que hicimos mención de los más pequeños.
Ahora retomamos ese tema, para tratarlo con un poco más de profundidad, para prestarle atención exclusiva a la relación entre los niños y la risa, a que podemos ver en nuestros hijos, nietos, sobrinos y demás pequeños que podamos tener alrededor que nos pueda ayudar a encontrar el humor en la vida, para poder ser un poco más felices.
Estado natural
¿Cuál es el estado natural del ser humano? ¿Las personas preocupadas y estresadas que vemos todos los días o los adultos en potencia, despreocupados y felices, fáciles de distraer y sin demasiados problemas (al menos problemas que duren más de unos minutos) en sus mentes? ¿Cuál de estos tipos modelos esta más cercano a lo que el ser humano puede o debe ser?
Personalmente, me parece que, si bien las dos formas separadas por la variable de la edad, pero también por multitud de otros factores, son partes del ser humano y deben estar en equilibrio para que el ser humano sea todo lo que puede ser, también creo que el niño esta más cercano a su estado natural, no ha sido tan modificado por la vida y por lo social, por aquellas cosas que la sociedad marca como importantes y por todo el equipaje que nos tira encima. La educación también juega un papel importante en esto, con cierta represión de la risa que no es, en definitiva, algo beneficioso, si no que nos roba de muchas posibilidades de disfrutar (sobre esto también hicimos un comentario en el artículo numero cinco de esta serie “La Risa Como Medicina: La Risa y La Iluminación”).
Probablemente, aprendiendo a actuar más como un niño, los seres humanos adultos pueden cambiar sus vidas, revolucionarlas, volverse seres menos preocupados por montones de cosas que en el gran esquema no tienen demasiada importancia y acercarse más a lo que, con un poco de suerte, nuestra herencia indica que debemos ser: felices.
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