En la limpieza energética, se trabaja a través de la percepción y la interacción.
En primera instancia, trabajamos con la percepción (sensaciones y visualizaciones), desde las que se detectan tanto los probables bloqueos energéticos del aura, como la situación en la que se encuentra cada uno de los siete chakras principales. En segunda instancia trabajamos con la interacción, colaborando, desde nuestra energía personal, con la energía divina, en la disolución de estos bloqueos y en el equilibrado de chakras, así como en la apertura de la órbita microcósmica.
Pero antes de todo ejercicio de sanación a través de las manos, el Sanador debe seguir un método de preparación para garantizar que la energía emisora no sea la suya propia (procedente del ego), para no contaminar con ella al paciente. Y del mismo modo deberá protegerse también para no integrar en sí mismo la energía del paciente, que podría resultar dañina para él.
Cada persona, al igual que existen diestros y zurdos, tiene una tendencia específica con respecto a la energía entrante y saliente, existiendo diestros energéticos y zurdos energéticos.
En sanación, la mano positiva actúa como un electrodo positivo, emisor de energía, mientras que la negativa lo hace como un electrodo negativo, que recoge esta emisión energética.
Así, para sanar energéticamente, se debe colocar el elemento a tratar entre las dos manos, tomando conciencia de que estamos “emitiendo” por una mano (la positiva), y “recogiendo” con la otra (la negativa).
En todo este proceso de sanación TSH, actuamos siempre a favor de la órbita microcósmica, para favorecer el desbloqueo de los vínculos entre los chakras.
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