Imagina esto: tengo en la mano un limón de tamaño mediano, muy verde. Tengo en la otra mano un cuchillo y me dispongo a cortar el limón por la mitad. Mientras le paso el cuchillo sale sumo y se siente un olor muy agrio. La mesa donde lo estoy cortando queda humedecida por el jugo que salió al cortarlo. Abro el limón en dos partes y se ven las semillas. Los asiento en la mesa y tomó un poco de sal y un poco de chile, hago una mezcla y se lo pongo al limón. Luego me llevo una mitad a la boca y siento cómo el sabor agrio, salado y enchilado me hace salivar. Ahora imagina que la otra mitad te lo llevas a la boca.
Después de leer lo siguiente lo más probable es que se te "haya hecho agua la boca", a lo mejor produjiste más saliva al imaginar esa escena. Lo que pensamos y lo que imaginamos influye en nosotros, tanto a nivel físico como sentimental y conductual.
Los pensamientos son muy poderosos. Si todo el tiempo estás pensando que eres un fracasado en todo llegará el momento en que creerás que realmente lo eres y te volverás un fracasado. Si piensas todo el tiempo que siempre te va mal en la escuela, lo creerás y así será. Pero si piensas siempre que eres exitoso, aunque no lo seas, lo irás creyendo y comenzarás a comportarte como un exitoso. Si piensas todo el tiempo que te va bien en la escuela, aunque no sea así, lo irás creyendo y mejorarás tus habilidades para estudiar.
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