La soledad aparentemente ofrece efectos saludables en otras etapas del desarrollo humano, particularmente en la adolescencia.
Los adolescentes reportan tener mayor concentración y menor auto-conciencia durante la soledad, señala el psicólogo Larson, quien sugiere que permite un estado mental más productivo. Luego de estar solos, los adolescentes presentan mejor humor, a diferencia de otros momentos.
En una de sus investigaciones encontró que los adolescentes que pasan cantidades intermitentes de tiempo solos, se encuentran mejor ajustados que los demás. De acuerdo a Larson, los adolescentes dicen que están solos cuando están consigo mismos. Pero, hay que diferenciar entre la soledad de estar solo y la soledad relativa a otras personas. "Sentir soledad en relación a los amigos es pernicioso", señala Larson, pero, salir por su cuenta o estar solo en su cuarto y sentirse solo, es probablemente saludable. En los niños, la soledad es considerada signo de timidez. Sin embargo, los niños juegan solos por varias razones, de acuerdo al psicólogo Robert Caplan, PhD, de la Universidad de Carleton. Para la mayoría de los pequeños, el juego es el primer paso en la escalera para su posterior juego con otros.
"El problema surge con aquellos niños que no suben el próximo escalón". En estudios con preescolares, Coplan y Kenneth Rubin, de la Universidad de Maryland, observaron tres tipos diferentes de niños con tendencia a jugar solos. El primero, es el niño tímido, quien desea interactuar con otros, pero esto le causa angustia y miedo. El segundo caso se refiere a niños socialmente inmaduros, quizás un tanto agresivos, activos y ruidosos, quienes practican el juego solitario porque quizás nadie desea jugar con ellos. Finalmente, se encuentran los niños que disfrutan jugando solos de forma constructiva, prefiriendo los juguetes, rompecabezas u otros objetos, en lugar de personas. Estos últimos, presentan un mayor rango de atención, sin embargo, no son muy buenos en tareas orientadas a las personas como, por ejemplo, Adivina el personaje. A la edad de 7 u 8 años, los niños que aún juegan solos pudieran estar en riesgo de ser rechazados por sus pares, así como en riesgo de no aprender las destrezas sociales necesarias para obtener relaciones exitosas.
El hecho de que disfrutemos de períodos de soledad, no significa necesariamente que experimentemos rechazo por el mundo externo. La soledad nos permite, no sólo explorarnos a nosotros mismos, sino también nuestra relación con las personas y el mundo que nos rodea, como señala el psicólogo McIntosch: "Es un modo de ponernos a tono con el mundo".
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