El sentido común sugiere que las relaciones humanas son la clave para el
bienestar, por lo que la soledad sería, en consecuencia, señal de
anormalidad.
Pero, la soledad también tiene su lado positivo. Durante
siglos, poetas, místicos y religiosos han reportado sus efectos creativos y
enriquecedores. Los psicólogos han comenzado a detectar a personas sanas que
en parte toman la soledad para usos beneficiosos.
De acuerdo al psicólogo Peter Suedlfeld, PhD, de la Universidad de Columbia,
la necesidad de soledad presenta un componente de estado y de rasgo. Todas
las personas, en algún momento, sienten la necesidad de darse un tiempo de
soledad. Quienes presentan la soledad como un rasgo de personalidad la
necesitan y la desean más que otros, en virtud de que este rasgo representa
características de conducta relativamente permanentes. El estado de soledad
se refiere a características transitorias. Las investigaciones relativas a
la soledad como estado sugieren que la mayoría de las personas necesitan
estar algún tiempo solas para satisfacer ciertas necesidades psicológicas,
incluyendo el rejuvenecimiento. Esto puede ser resultado de los efectos
acumulativos de la estimulación social recibida en días o semanas recientes.
Las personas con pocas demandas y poca estimulación social requieren menos
soledad, y de hecho, la evitan. En su investigación, Suefeld encontró que
aquellos que presentan mayores demandas de atención o habilidades sociales,
tales como ejecutivos de negocios o madres de niños pequeños, necesitan más
tiempo para estar solos.
Esto les permite recuperar sus recursos, descansar
y relajarse.
Repotencia la energía psicológica y el bienestar físico, se reduce la
producción de estresantes y mejora el funcionamiento inmunológico y otros
cambios fisiológicos.
Lo que uno haga durante el tiempo en soledad, como caminar, meditar,
relajarse, al parecer resulta menos relevante para el rejuvenecimiento que
el simple hecho de obtener soledad. Los convictos, algunas veces golpean a
los guardias o rompen las reglas de manera que los confinen en un lugar
solitario, en donde puedan recuperarse del barullo de la vida en prisión.
La cantidad de soledad que las personas necesitan para recuperarse depende
de cuánto tiempo les tome estar aptos para enfrentar las demandas de su
ambiente. Una hora, cada ciertos días, puede ser suficiente para renovar a
algunas personas, pero puede no serlo.
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