Cosas que nunca debes decir a tu jefe

Alguna vez la boca te ha traído problemas, o en algún momento te los traerá. Pero puede evitarse: conoce lo que no debes decir delante de tu jefe...

En tu vida profesional será inevitable que digas algunas sandeces o comentarios idiotas o desafortunados a tu jefe. En algún momento u otro, todos cometemos el error de decir algo fuera de lugar.

A continuación, una lista con aquellas cosas que no deben salir de tu boca —en dirección a los oídos de tu jefe— si pretendes tener un auspicioso futuro laboral. 

  • “Imposible, no puedo hacer eso”.

Este es el pensamiento pobre y de poca monta que tu jefe nunca quiere escuchar. Efectivamente, dichas palabras sugieren 50% falta de esfuerzo y 50% indiferencia.

En consecuencia, a no ser que el comentario venga seguido de una solución o una alternativa, no será demasiado feliz y positivo decir tal cosa a tu jefe. 

  • “¿Esto es lo mejor que pudieron hacer?”

Esta desafortunada frase, ya sea en alusión a la instalación de nuevos teléfonos o computadoras en la oficina o al banquete de fin de año en un restaurante de estilo familiar, es uno de esos comentarios “inteligentes” que indican a tu jefe y a los demás que crees que tienes algún derecho especial por sobre las otras personas.

Al mismo tiempo, indica que menosprecias los esfuerzos de alguien —posiblemente tu jefe o, tal vez, el jefe de tu jefe— ha hecho. Por otra parte, si tú lo hubieras hecho tan bien, ¿por qué no te ofreciste a hacerlo? 

  • “Ése no es mi problema”.

Esta frase presupone la existencia de un problema y, lo más importante, que un compañero o incluso tu jefe podría estar necesitando ayuda en forma desesperada.

Cuando menos, tu jefe estará buscando alguien que asuma la responsabilidad de solucionar al problema —aun cuando no hayas sido tú quien lo ha engendrado—. Esto quiere decir que él ya sabe que no es tu problema, así que bien puedes evitar recordárselo. 

  • “Eso no está entre las obligaciones de mi cargo”.

En unas de las grandes escenas del tribunal de “Cuestión de Honor”, Tom Cruise solicita a un testigo que señale en qué parte del manual de los Marines Estadounidenses se indica dónde está el comedor.

Desde luego, el manual no tiene esa clase de información. El punto es el siguiente: un montón de cosas no están detalladas en la descripción de tu trabajo, incluyendo navegar en la Web o usar los mensajeros instantáneos para hablar con amigos, pero tú las haces igual, ¿cierto?

Entonces, cuando el jefe te pide hacer algo que se sale un poco de lo ordinario, no te ofendas y nunca comentas el error de decir que en la descripción de tu trabajo no estaban contempladas tales obligaciones. 

  • “¿Importa verdaderamente si termino con esto?”

Un ambiente riguroso desde el punto de vista educativo podría promover la idea de que no existe eso de la pregunta tonta, aunque decididamente no es cierto en el ámbito de la oficina.

Para comprender la diferencia, formúlate la siguiente pregunta: “¿Con esta pregunta le haré perder el tiempo a alguien?” Ningún jefe quiere perder una hora de su precioso tiempo llevando a cabo una tarea en forma equivocada, pero preguntarse por la relevancia de cierta pregunta es algo que no sólo le hará perder el tiempo, sino también insultado. 

  • “Eso es pan comido”

Como un cliché pasado de moda, esta declaración sigue siendo lo suficientemente ofensiva. No obstante, se convierte en un insulto cuando es realizada con una cantidad abundante de condescendencia.

Definitivamente no querrás que tu jefe escuche la frase “Eso es pan comido” ya que lo que llegará a sus oídos será: “La respuesta es obvia, ¿puedes ser tan idiota?” 

  • “Jefe, me acepta como amigo en MySpace/Facebook”.

Nunca deberías haberlo dicho. Nunca. ¡Nunca! Tu jefe lo sabe y él podría sentirse un tanto molesto por el hecho de que no lo sepas.

Hacerle una solicitud como ésta lo pone en una situación incómoda. Él podría ser lo suficientemente inteligente y decir que no, o en una de esas su torpeza podría hacerle contestar que sí.

En cualquiera de sus maneras, las interacciones sociales con tu jefe deben ser desalentadas. Esto no quiere decir que no puedas platicar y divertirte con él en la fiesta de fin de año, pero de ahí a planificar un fin de semana junto a su familia hay un camino demasiado largo. 

  • “Anoche tomé hasta el agua de los sumideros”.

Puedes estar hablando de tu noche de parranda, pero no debes dar ningún indicio por el cual tus excesos podrían hacerte particularmente improductivo al día siguiente.

Al mismo tiempo, tu jefe pensará que tienes serias dificultades para separar tu vida privada de la profesional, y que definitivamente la discreción no es una de tus virtudes.

“¿Qué gana contando a medio mundo que tomó unas veinte copas de más?”, se preguntará tu jefe. Desde luego, todo esto hace que no se te puedan confiar responsabilidades adicionales. No vaya a ser que justo te emborraches el día anterior a tu presentación ante los gerentes de… 

  • “No me pagan bien por esto”

El 99% de las veces estarás equivocado cuando digas esto. Además, para tal declaración existen varias respuestas prefabricadas. Entre ellas, la más poderosa puede ser: “Entonces renuncia y deja que tu potencial desperdiciado se destape en otra parte”.

Con todo esto, esta clase de declaración sólo sirve a los fines de maldecir y quejarte, cosas que no deberías hacer frente a tu jefe o frente a quienes suelen mantenerlo al tanto de ciertas cosas.

Formula esta clase de declaraciones ante aquellas personas que pensarán siempre que tienes la razón, como es el caso de tu querida madre. 

  • “Bufffffffffff” (Onomatopeya del bufido)

La agresión pasiva y la ambigüedad frustrante contenidas en un bufido son signos ocupan el lugar más importante en nuestra lista.

Efectivamente, un bufido puede surgir como respuesta a un gran número de solicitudes de tu jefe, y las interpretaciones que puede recibir pueden ser de lo más variadas.  

Claro que puedes dejar escapar un bufido por cansancio o por cualquier otra cosa. Pero recuerda que el sentido de ese bufido lo interpretará tu jefe. Y puede sonar absurdo a sus oídos.

Por lo general, un bufido es una señal de fastidio, y esa será la interpretación más probable que recibirá. 

Piensa antes de abrir la boca

El punto primordial de todo esto es, sin dudas, que nunca debes decir a tu jefe algo que pueda crear la percepción de que tienes una actitud hostil y así, en consecuencia, dañar a tu “persona profesional”. 

Muchas de estas frases pueden ser evitadas adoptando una actitud positiva hacia tu trabajo y tomándote un momento para considerar lo que vas a decir antes de abrir la boca.

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