María Riera |
|
|
Mi nombre es María Riera soy española.
Llegué a la Argentina siendo una niña, y hasta el año 1982, mi vida se desarrolló sin más inquietudes que las de muchas otras mujeres que estudiaron, trabajaron, formaron una familia, tuvieron hijos, y trataron de educarlos de la mejor manera posible, de acuerdo a los valores y costumbres que le habían enseñado sus mayores.
En el año 1974, comprendí que pese a mis buenas intenciones y el amor que sentía hacia mis hijos, no sabía como entenderme con ellos. Cuatro años antes, había iniciado la carrera de psicología, esperando encontrar una respuesta a mis inquietudes. Sin embargo, a pesar de haber encontrado mucha información de interés, no logré hallar aquello que pudiera satisfacerlas.
Fue así que decidí incursionar en teorías menos ortodoxas, tales como el Análisis Transaccional de Eric Berne, la Gestalt, vista desde el enfoque de Fritz Perls, la Terapia Sistémica, de S. Minuchin y H. Ch. Fishman, y la Terapia Multimodal de Lázarus, entre otras corrientes, que me brindaron una apertura más amplia, merced a la cual, pude encontrar las respuestas que estaba buscando.
A partir de allí, mis experiencias personales, y la observación de mi entorno, me posibilitaron elaborar mi propia teoría, seleccionando de todo el material reunido, aquello que a mi entender constituía un bagaje mínimo de conocimientos de carácter psicológico que todo individuo adulto, sea cual fuere la especialidad elegida para “ganarse las vida”, no debía ignorar, si quería comprenderla y disfrutarla. Ese conjunto de conocimientos elementales de psicología, que llamé “Alfabetización Psicológica” fue la base sobre la cual elaboré el proyecto de Educación para la Convivencia, condición indispensable para lograr el autocontrol de las conductas violentas.
Para poder difundir el proyecto, fundé APIC, una asociación sin fines de lucro, cuyas siglas significan Asociación Para la Integración de la Cultura, y cuya meta, era capacitar al adulto para educar en familia. Sin embargo, pronto comprendí que el proyecto merecía una difusión masiva, y que tal difusión sólo se podría lograr a través de la educación oficial obligatoria. En la actualidad, cada escuela puede elaborar su propio Proyecto Educativo Institucional, siempre que no se aparte de las bases que fija la Ley Federal de Educación.
Cabe señalar que mi proyecto de Educación para la convivencia , figura en el inciso “r” del art. 5 de la Ley Federal de Educación de 1992, lo cual es el mejor aval que puede presentar el proyecto. Dicho aval, está incrementado por la siguiente trayectoria:
1962.-Edito “Mi voto por Argentina”, primer intento de dar a conocer una metodología para analizar las conductas mediante las cuales nos comunicamos, especialmente dedicado a la familia.
1984.- Edito “Crecer con los hijos” destinado a los asistentes a mis talleres.
1986.- Presento el proyecto en un congreso realizado en el teatro San Martín, organizado por la Comisión Interamericana de Mujeres de la OEA, siendo considerado “Instrumento de cambio”
1987.- Es aceptado como “Instrumento de salud mental”, en un seminario realizado en el hospital Garrahan, organizado por la Municipalidad de la Ciudad de Bs. As.
1987.- Lo presento en el Congreso Pedagógico
1989.- Es llevado a la Legislatura Bonaerense, siendo aprobado por unanimidad como Carta de Intención el 12 / 7 / 89, notificándose a la Dirección general de Escuelas y al Ministerio de Educación.
1992.- A raíz de una nota aparecida en el diario La Nación, miembros de la Comisión de Educación de las Cámara de Senadores, me solicitan una mayor información, la que suministrada y aprobada por ambas cámaras, dio lugar al inciso “r” del art. 5 de las Ley Federal, lo que prueba la idoneidad del proyecto
La difusión personal del proyecto de Educación para la convivencia, continuó hasta comienzos de este nuevo milenio. A partir del cual, viendo que con las presentaciones personales no se lograría la difusión masiva a que aspiraba, decido abandonar la tarea.
No obstante, sintiendo que no quiero irme de este mundo sin dar una respuesta a esa juventud que siente, que ni la escuela ni la familia les transmiten pautas claras para vivir y convivir en esta sociedad globalizada del nuevo milenio, y con plena conciencia, de que es necesario proporcionar a los padres una capacitación que les permita coadyuvar a la escuela en la compleja tarea de enseñarles a vivir, y conociendo la dificultad que tienen las escuelas para lograr que los padres asistan a reuniones, donde junto con los docentes y los alumnos puedan organizar talleres en los cuales se analicen, se reflexione y se debatan las conductas que se llevan a cabo en las escuela, en la familia, en el trabajo, y en todos los ámbitos donde se desarrolla nuestra vida, le llevan a tomar la decisión de sintetizar en sólo seis capítulos que puedan llegar a la familia por Internet, las pautas indispensables para que esa juventud pueda aprender a vivir.
|