La violencia sexual es la acción que obliga a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o verbal, o a participar en otras interacciones sexuales con una persona o que obligue a mantener relaciones con terceros, mediante el uso de la fuerza, la intimidación, la coerción, el chantaje, el soborno, la amenaza, la manipulación o cualquier otro mecanismo que anule o limite la voluntad personal.
María Inés es una mujer de 34 años con dos hijos varones pequeños. Siente que odia el sexo por las múltiples veces que su marido la obliga a tenerlo sin que ella lo desee. Es más, ya nunca lo desea. Le tiene una particular aversión a esa actividad que hace mucho tiempo rechaza. Pero nunca dice que no. Piensa María Inés que es una de sus obligaciones como esposa, impuesta por los márgenes matrimoniales.
Su marido es un hombre violento y ella teme, con su negativa, arreciar su furia. Se presta, tranquila y sedosamente, a una manipulación sexual que, sin chistar, asume. Si se le explicara a esta mujer ama de casa, que está siendo víctima de violencia sexual se quedaría con la mirada un tanto perdida y dijera ¿quién, yo?
No es conocida, exactamente, la incidencia de este tipo de violencia dentro o fuera del matrimonio, debido a que muchas mujeres no saben que están actuando con ellas de manera violenta al obligarlas al acto sexual contra su voluntad. Es, además, un abuso que queda silenciado ya que las mujeres, por lo común, no hablan del asunto.
Maltrato sexual
En entrevista exclusiva, el Dr. Alejandro Caral, especialista de Primer Grado de Medicina Legal, aporta importantes comentarios sobre el maltrato sexual hacia el sexo femenino.
Muchas personas creen que la violencia sexual no es la más frecuente con relación a los demás tipos de violencia, como es la física o la psicológica, por ejemplo; sin embargo, los estudios que se realizan en Cuba y en el resto del mundo demuestran que puede ser tan común como las otras.
Opina el experto que esta realidad obedece a que “las mujeres ocultan celosamente estos sucesos de sus vidas por tratarse, en primer lugar, de la intimidad de cada una de ellas y, en segundo, porque generalmente tienen temor a la censura social debido al ”sentimiento de culpa” que experimentan cuando son agredidas.
También, tiene mucho que ver que las víctimas no han aprendido a reconocer la situación como violenta y el desconocimiento que existe de su derecho a la denuncia”.
Según estadísticas de la UNICEF, en América Latina, sólo uno de cada tres casos de abusos sexuales son denunciados, y el 80% de estas denuncias corresponden a niñas y adolescentes.
El especialista del Instituto de Medicina Legal, quien también es vicedirector de los Servicios Médicos Legales, señala que entre los diversos tipos de maltrato sexual se encuentra la violación o su intento y que esta forma de violencia repercute más allá del propio hecho violento, ya que atenta contra la libertad y la dignidad de las personas y genera una compleja gama de trastornos de la integridad de la víctima y en su entorno familiar, laboral, educacional y social.
Frecuencia y características de la violencia sexual
En su Tesis de Maestría “Caracterización de la violencia sexual desde una perspectiva de género”., realizada recientemente, el Dr. Alejandro Caral identifica las características sociodemográficas de la víctima y el victimario, según el sexo y las manifestaciones de violencia sexual más frecuentes.
El especialista examinó todos los expedientes judiciales radicados por causa de violencia sexual en el Tribunal Provincial Popular de Ciudad de la Habana. Estudió, en detalle, 206 víctimas, la mayoría mujeres y 196 victimarios hombres.
Las niñas fueron víctimas de abuso lascivo y corrupción de menores, mientras que las adultas jóvenes, víctimas de violación o su tentativa, y de proxenetismo. Las menores eran estudiantes y las adultas, solteras, de nivel primario y desocupadas, mientras que los victimarios fueron hombres jóvenes, solteros, desocupados, sin antecedentes penales ni trastornos mentales.
El especialista en el tema pudo constatar, según las pruebas, que la violación o su intento ocurren, por lo común, en la vía pública, de noche o madrugada, por un desconocido, empleando violencia física, mientras que el abuso lascivo y la corrupción de menores suceden generalmente de día, en domicilio ajeno al de la víctima, por alguien relacionado con el entorno interpersonal quien no utiliza la violencia física.
“Es importante señalar lo encontrado con relación al estado mental de los victimarios. Existe la creencia popular que el individuo que comete este tipo de delito es un enfermo mental o un loco, o una persona con trastornos en la esfera sexual”, señala el Dr. Canal y puntualiza: “En este estudio sólo el 0.86% del total de victimarios (un caso) se trataba de un enajenado mental”.
Otras investigaciones realizadas en diversos países coinciden que la mayor proporción de victimarios no tiene alteraciones en la esfera psíquica.
Otros datos de interés sobre el maltrato sexual
La Dra. Gliceria Lleó y el Dr. Ernesto Pérez también especialistas del Instituto de Medicina Legal, realizaron igualmente una investigación sobre maltrato sexual y entre sus conclusiones señalan que las víctimas adultas de delito sexual suelen ser, en su mayoría, solteras, trabajadoras o estudiantes, menores de 30 años.
El estudio arroja, además, que los victimarios son hombres jóvenes, con edades similares a las de ellas, en su mayoría solteros, con un nivel de instrucción de enseñanza media, trabajadores, y los delitos se cometieron el lugares apartados en horario nocturno o de madrugada, utilizando métodos cruentos.
Si bien, en nuestro país, la violación o su intento no es frecuente como en otros países del área, y nuestras leyes resultan muy severas para quienes cometen este tipo de delito, pretendemos que este artículo sirva como llamada de alerta para que las mujeres, sobre todo jóvenes, cuiden de colocarse en situaciones de riesgo.
Prevención de la violencia sexual
En un porcentaje de casos, ocurre también –según estudios en Cuba y otros países del área– que los victimarios son individuos conocidos que comparten, a menudo, con las niñas y adolescentes abusadas. Uno de los Cuadernos de Sexualidad, de Colombia, realizados por el Ministerio de Educación Nacional, para su proyecto de educación sexual, ofrece una serie de recomendaciones para prevenir el abuso sexual:
� Reforzar en las niñas y las adolescentes la necesidad y el derecho de diálogo que tienen consigo mismas y con las demás personas, es decir, expresar lo que piensan y sienten y oír lo que la otra persona piensa y siente. Esto es una contribución importante para crear un clima de confianza en la familia y particularmente en sus padres.
� Inducir en ellas la convicción de que : “Mi cuerpo es mío y yo decido sobre él”. “Nadie tiene derecho a decidir sobre lo que hago con mi cuerpo”. “Mi sexualidad es valiosa y mía; debo cuidarla y no debo compartirla si no es por mi propia voluntad”. “Puedo y debo decir NO cuando quiero decirlo”. Reforzar el derecho y la posibilidad de expresarlo, permite que niñas y adolescentes tengan cierta capacidad de autodefenderse contra el abuso sexual.
� Las madres y padres, la familia en general, deben ofrecerles a las hijas instrucciones específicas para que no acepten regalos o invitaciones de desconocidos o aún de conocidos que esperan algo como compensación a su gesto.
� Las niñas y adolescentes tienen que estar completamente convencidas que cuentan con sus familiares, maestras y maestros con quienes pueden hablar al respecto, antes o después que el abuso haya tenido lugar. Esto ayudará a prevenir o superar el trauma.
� El diálogo que se sostenga al respecto, debe ser llevado con cariño, respeto y serenidad, evitando aterrorizar a las menores (hasta el punto de que lleguen a temer o sospechar de cualquier expresión física o verbal de cariño o admiración). Lo importante es reforzar su derecho y seguridad.
Aclaración – Abuso lascivo: el que abusa sexualmente de manera deshonesta de una persona del mismo o del otro sexo, usando fuerza, intimidación o cuando la otra persona se halle privada de razón o de sentido por cualquier causa o cuando fuese menor de 12 años de edad.
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