Los cinco grupos son:
quesos frescos, duros, semiduros, suaves, naturales
duros, con especies y sabores y suaves maduros. Dependiendo del tipo de queso se
podrá utilizar para combinar con uno u otro alimento.
Incorporar el queso a las comidas puede resultar complejo si no se tiene en
cuenta su sabor y a qué clase de queso corresponde el que se ha elegido. Para
saber cuál es el que mejor se adapta a cada comida, es imprescindible conocer
los tipos de quesos más habituales que se pueden encontrar en el mercado.
1.- Quesos duros: el cheddar o el parmesano para rallar son los más populares.
El primero puede servir para colocar encima de las hamburguesas y el segundo
para espolvorear encima de las pastas.
2.- Quesos frescos: ideales para untar sobre pan, para gratinar patatas, pastas
como los canelones o lasañas, polenta y pizzas. También se utilizan para
mezclar en ensaladas. Los más habituales son la mozzarella, la ricota y el queso
fresco.
3.- Quesos semiduros: se pueden comer solos o en sándwich, con carnes o
vegetales. Entre los más reconocidos se encuentran el edam,
gouda, manchego y provolone. La bebida por excelencia para degustar es el vino blanco.
4.- Quesos con especias: el cheddar, feta o brie pueden estar rellenos de pesto,
ají, cebolla, tomate o pimienta negra. Se complementan muy bien con bebidas como
el vino o el champán.
5.- Quesos suaves y suaves maduros: el brie y el camembert son dos claros
ejemplos. Se hacen más suaves a medida que maduran. Combinan muy bien con frutas
y pan.
Recomendaciones para reconocer el queso que esté en buenas condiciones:
1.- La corteza debe estar limpia. No debe presentar grietas ni golpes ni
roturas.
2.- El queso no debe contener manchas, ni moho ni un color que no sea propio del
queso escogido.
3.- La temperatura correcta para ser consumido es de 22ºC. En cuanto a su
conservación, lo más acertado es mantenerlo entre 5ºC a 10ºC.
Todos los quesos se pueden utilizar para condimentar, acompañar, rellenar o
enriquecer las comidas. Su consumo debe ser siempre moderado ya que al igual que
la mayoría de los productos lácteos, pueden elevar el colesterol.
El abanico de
posibilidades para combinarlo es muy extenso y si se escoge el adecuado según
sea el plato que se elaborará, el queso será un excelente aliado a la hora de
maximizar el sabor y la apariencia de las comidas.
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