Entré en su despacho en silencio. Ese
día estaba especialmente guapa y radiante, tenía el
pelo suelto, secado al
natural que se me forman unos rizos muy lindos y sexys en las puntas.
Llevaba
una camiseta traslucida que dejaba ver mi sujetador que iba al mismo tono del la
camiseta, unos tejanos muy ceñidos y unos zapatos de tacón de aguja.
Sin levantar la vista de los papeles
que tenía sobre la mesa, me pidió que me sentara, y continuó revisando sus
documentos durante un rato en el que permaneció en silencio. Yo notaba los
nervios en mi cuerpo, con el
corazón latiéndome a mil, y notando que…
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este sueño erótico…