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La Dieta de 3 Semanas



 

Citas: guía para tímidas

Todas queremos conocer a la persona ideal, ninguna se siente totalmente bien si no tiene a alguien que la quiera, la contenga y le demuestre su amor. Pero esta búsqueda del hombre de tus sueños puede volverse bastante complicada cuando la timidez es más fuerte que nosotras, cuando nuestra propia inseguridad nos impide salir de casa y hacer lo necesario para encontrarlo.

Y las citas son probablemente la parte más aterrorizante de esta situación, el momento donde más debemos desplegar una tranquilidad de espíritu y un temple que probablemente no sintamos. Pero también debemos estar de acuerdo en que son necesarias y que no tienen porque ser una total pesadilla, sino que pueden ser un momento maravilloso. Amén de que pueden permitirnos conocer a alguien muy especial.

Bien, si cuando estrechamos la mano de alguien –o le damos un beso en la mejilla- nos sentimos morir, si mirar a los ojos del hombre con el que estamos saliendo es lo más parecido a una tortura que nos podamos imaginar, si las palabras parecen trabarse en nuestra garganta, si nunca parecemos tener nada interesante que decir y estamos seguras de que vamos a arruinar todo, entonces estos consejos son lo que estabas necesitando.
Por supuesto, una gran parte tiene que venir de nosotras mismas y de nuestro convencimiento de que podemos superar la prueba.

Respuestas listas

Hay ciertas preguntas que, en cualquier cita, van a aparecer. Son normalmente aquellas que se relacionan con nuestra vida personal, con lo que hacemos para trabajar, con quién vivimos, dónde, qué estudiamos, cuáles son nuestros intereses, qué nos gusta hacer, etc. Estas preguntas son inevitables para conocer a la otra persona un poco mejor, con lo cual podemos estar seguras de que van a ser hechas en algún momento. También, por algún motivo, son de las preguntas que más complican a las mujeres tímidas.

Un método simple para superarlas sin sufrir demasiado es ya tener las respuestas listas de antemano. Si sabemos que nos van a preguntar sobre nuestro trabajo, debemos estar listas para contestar, tener la respuesta totalmente interiorizada y que sea automática.

Esto no significa un discurso de media hora sobre lo que hacemos, lo bien que lo hacemos y todos los detalles (esto podremos contarlo más adelante si las preguntas al respecto siguen), pero sí una pequeña respuesta que nos permita salir del paso de una forma natural y rápida, sin tartamudeos.

Preguntar es bueno

La mayor parte de las personas aman hablar sobre ellos mismos y sobre sus logros y metas (salvo, tal vez, justamente la gente tímida). Entonces, ya que a nosotras no nos gusta y a nuestra cita sí, ¿qué mejor que desviar la conversación en su dirección, que forzarlo a que él lleve el peso de hablar, hablar y hablar, con unas cuantas preguntas?

No óolo es una forma de sacarnos de encima parte de la presión y de no sentirnos tan molestas por la situación ni tan desprotegidas, sino que también es una forma de causar una excelente impresión. A la gente en general le encanta que los demás demuestren interés en ellos y sus actividades.

Una buena idea puede ser tener ya preparadas las preguntas de antemano, en una pequeña lista que nos hayamos aprendido de memoria, para no tener que esforzarnos tanto en pensarlas en el momento, combatiendo nuestro propio miedo escénico. No tienen porque ser preguntas demasiado complicadas, sino cosas simples sobre el trabajo, los gustos y los hobbies.

Ante la duda, la pregunta

Habrá, inevitablemente, momentos en que dudaremos, en que empezaremos a hablar en una forma menos que coherente, casi chapucera. En esos momentos, no hay nada mejor que sacarnos el peso de encima (antes de que el propio peso nos obligue a tirarnos por una ventana) lanzándolo en dirección de nuestro compañero. Esto lo podemos lograr con una pregunta tan simple como ¿y tú? Eso hace que la persona que quede a cargo de la conversación sea él, y nosotras podamos reacomodar nuestro discurso y superar el mal momento.

Hay que escuchar

Siempre hay que escuchar lo que la otra persona está diciendo, no sólo pretender que lo hacemos. Esto es muy importante.

Es posible que mientras nuestra pareja nos esté contestando, nos distraigamos pensando en lo que vamos a decir a continuación, nuestra mente se adelante en el tiempo y empiece a preparar nuestro discurso.

Esto no debe pasar, debemos poner el freno y concentrar nuestra mente en el momento presente de la conversación y no en lo que se viene.
De no hacerlo, nos arriesgamos a:

a) Perder buenos momentos en los que podríamos hacer una pregunta y llevar la conversación por los carriles más naturales

b) Quedar como idiotas, contestando a algo que no se nos preguntó o teniendo un discurso mecánico que de ninguna forma se relaciona con el resto de la conversación.

Hay que sonreír

Las sonrisas son un arma vital durante una cita. Todos reaccionamos mejor ante una persona que nos sonríe que ante una persona que nos trata a cara de perro. Si no, pensemos en cualquier otra situación en que hayamos estado, donde nos hayan dado una noticia desagradable o nos hayan comentado de algún problema que estábamos teniendo (por ejemplo, con el pago de nuestro impuestos). Nos daremos cuenta que cuando el empleado nos sonrió, nos molestó un poco menos. O nos molestó igual, pero nuestra furia no se desató sobre la persona que nos lo estaba diciendo. En cambio, cuando la noticia vino acompañada por una expresión menos que agradable, es muy probable que nuestro enojo haya sido también con él.

No estamos diciendo que hay que mantener una sonrisa estúpida todo el tiempo, como si fuésemos un maniquí, sino que hay que sonreír tanto como se pueda, en respuesta a comentarios o situaciones que requieran una sonrisa. La sonrisa atrae la amistad, podríamos decir. Nos hace ver mejor, además y desarma cualquier hostilidad que nuestra cita pueda sentir en algún momento.

Si es necesario, considerando que queremos parecer naturales y no como que estamos forzando la sonrisa, podemos practicar delante del espejo antes de salir de casa.

Respiración

La respiración es vital durante una cita para superar los nervios.

En cualquier momento en que sintamos que los nervios nos superan, que nos estamos acelerando demasiado, que nuestro corazón late a mil por minuto, debemos respirar profundamente, para tranquilizarnos.

Y si esto no resulta, entonces no queda más remedio que utilizar la excusa más antigua y decir que tenemos que ir al baño a refrescarnos.

Elogios sinceros

Elogiar a la otra persona, su buen gusto o la forma en que se viste, es una excelente forma de romper el hielo. Un pequeño comentario sobre lo bien que le queda el traje o qué bueno es el lugar que eligió para comer y cuánto nos gusta puede ayudar a que la velada se desarrolle con muchísima más familiaridad y llevarla a un final mucho más exitoso, especialmente si el comentario es realizado al principio de la misma, cuando recién nos estamos conociendo.

Pero no es cuestión de decir cualquier cosa aunque no la pensemos, tan sólo para tratar de quedar bien. Es importante que el elogio que estamos haciendo sea sincero, sea algo que realmente sentimos, ya que sino es probable que él note que sólo lo estamos diciendo de la boca para afuera, y eso no ayudará en lo más mínimo a nuestras intenciones para esa noche.

Por lo tanto, lo que debemos hacer es encontrar algo que realmente nos guste de la otra persona y que nos sintamos cómodas comentando (pueden ser sus zapatos, su corbata, su traje, lo que sea) y hacer el elogio sobre eso. No hablemos de sus ojos si eso nos hace sentir incomodas o nos parece excesivamente cursi. Esto también se va a notar.

Además, tampoco es bueno exagerar y hacer un elogio desmedido. Un simple comentario sobre lo lindo que es x cosa suele ser más que suficiente.

Hay que estar actualizadas

Hay ciertos temas que suele no ser bueno discutir en una primera cita. La política, la religión, el sexo, son temas que pueden poner incómodos a más de uno y que, para hacer las cosas aún peor, suelen generar puntos de vista muy pasionales, defensas ardientes de las posiciones y, muchas veces, llevar a peleas o discusiones. Si no, fijémonos en cualquier reunión familiar donde uno de estos temas es tocado. Probablemente es una buena idea tratar de evitarlos todo lo que podamos, especialmente porque no creo que nos sintamos cómodas hablando de sexo con un hombre que sólo estamos conociendo.

Pero más allá de esto, es importante estar actualizadas, saber lo que está sucediendo en el mundo, al menos en las áreas de interés que puedan aparecer imprevistamente en la conversación. Tener el conocimiento suficiente como para hablar de los últimos sucesos sin tartamudear y de una forma inteligente es una de las mejores formas de sentirnos seguras durante la conversación.

El clima

El clima es un tema de conversación que suele aparecer cuando las personas no saben qué decir. Cuando uno va en un taxi, dice “Qué tiempo este” más para llenar el vacío con palabras que para comenzar una conversación verdadera y duradera. Nadie espera demasiado de estos intercambios y suelen morir enseguida. Pero es un error pensar que esto hace que sea estúpido hablar del clima.

La mayor parte de las personas tímidas tienen miedo de este tipo de temas de conversación, que parecen tan poco imaginativos, porque temen que los hagan parecer poco interesantes. En cambio, mucha gente que no tiene miedo a nada los sacan a colación habitualmente. Y nadie piensa que sean poco interesantes ni nada por el estilo. Más bien todo lo contrario.

Pero estos temas “aburridos” y “simples” tienen una característica que los hace muy útiles a la hora de tener una conversación con una persona que casi no conocemos: son temas que nos afectan a todos. Todos salimos a la calle y nos mojamos si está lloviendo. Por lo tanto, todos nos sentimos afectados por ellos y son una excelente forma de empezar una conversación. Nadie reacciona mal a un comentario sobre el tiempo y todos tienen algo que decir. Desde allí, que la conversación siga por el buen carril ya es un trabajo que nos queda a nosotras.

Además, también sirven como salvavidas, para superar silencios incómodos.

Postura

¡La cabeza siempre debe estar levantada! ¡Siempre debemos mirar hacia delante! Seguramente hemos escuchado estas cosas miles de veces, pero la verdad es que tal vez no les hayamos prestado la atención debida. Porque, más allá de que lo creamos o no, la postura correcta es de gran importancia y marca una gran diferencia en cómo nos sentimos y, en especial, en la forma en que las otras personas nos perciben.

La mejor forma de lucir confiadas, cómodas y en control es mantener una buena postura, con la espalda derecha y la cabeza erguida, mirando directamente a los demás, no hacia sus pies o al piso, sino a sus ojos. Una buena postura más una sonrisa amplia y brillante son un camino seguro (aunque no fácil) a lograr que los otros nos vean como ganadores.

Sé que no es fácil esto que estoy diciendo, pero con un poco de práctica podremos dominar el arte de mirar a los ojos a los demás sin por eso entrar en pánico y querer escondernos bajo la alfombra.

Por supuesto, estos son sólo consejos que nos pueden ayudar, de ninguna forma son el camino para superar totalmente una timidez crónica.

Si ni siquiera nos animamos a salir de casa un sábado a la noche, si preferimos quedarnos tiradas mirando la tele porque es más fácil y no hacer saltar a nuestros sensores de peligro, entonces no hay forma de que conozcamos a la persona ideal. Porque él no va a venir a nosotras a tocarnos la puerta.

Todo esfuerzo cuenta. Al principio no va a ser fácil, pero con la práctica podremos volvernos mucho más sueltas en eso de hablar con gente que no conocemos. Aún si las primeras veces son un desastre, el hecho de haberlo intentado es muy valedero y deberíamos tenerlo en cuenta, no sentirnos desanimadas porque no salió bien, sino contentas porque al menos pudimos superar nuestros miedos lo suficiente como para salir al mundo.

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