Citas:
guía para tímidas
Todas
queremos conocer a la persona ideal, ninguna se siente totalmente
bien si no tiene a alguien que la quiera, la contenga y le demuestre
su amor. Pero esta búsqueda del hombre de tus sueños
puede volverse bastante complicada cuando la timidez es más
fuerte que nosotras, cuando nuestra propia inseguridad nos impide
salir de casa y hacer lo necesario para encontrarlo.
Y las citas son probablemente
la parte más aterrorizante de esta situación, el
momento donde más debemos desplegar una tranquilidad de
espíritu y un temple que probablemente no sintamos. Pero
también debemos estar de acuerdo en que son necesarias
y que no tienen porque ser una total pesadilla, sino que pueden
ser un momento maravilloso. Amén de que pueden permitirnos
conocer a alguien muy especial.
Bien, si cuando estrechamos
la mano de alguien –o le damos un beso en la mejilla- nos
sentimos morir, si mirar a los ojos del hombre con el que estamos
saliendo es lo más parecido a una tortura que nos podamos
imaginar, si las palabras parecen trabarse en nuestra garganta,
si nunca parecemos tener nada interesante que decir y estamos
seguras de que vamos a arruinar todo, entonces estos consejos
son lo que estabas necesitando.
Por supuesto, una gran parte tiene que venir de nosotras mismas
y de nuestro convencimiento de que podemos superar la prueba.
Respuestas listas
Hay ciertas preguntas
que, en cualquier cita, van a aparecer. Son normalmente aquellas
que se relacionan con nuestra vida personal, con lo que hacemos
para trabajar, con quién vivimos, dónde, qué
estudiamos, cuáles son nuestros intereses, qué nos
gusta hacer, etc. Estas preguntas son inevitables para conocer
a la otra persona un poco mejor, con lo cual podemos estar seguras
de que van a ser hechas en algún momento. También,
por algún motivo, son de las preguntas que más complican
a las mujeres tímidas.
Un método simple
para superarlas sin sufrir demasiado es ya tener las respuestas
listas de antemano. Si sabemos que nos van a preguntar sobre nuestro
trabajo, debemos estar listas para contestar, tener la respuesta
totalmente interiorizada y que sea automática.
Esto no significa un
discurso de media hora sobre lo que hacemos, lo bien que lo hacemos
y todos los detalles (esto podremos contarlo más adelante
si las preguntas al respecto siguen), pero sí una pequeña
respuesta que nos permita salir del paso de una forma natural
y rápida, sin tartamudeos.
Preguntar es bueno
La mayor parte de las
personas aman hablar sobre ellos mismos y sobre sus logros y metas
(salvo, tal vez, justamente la gente tímida). Entonces,
ya que a nosotras no nos gusta y a nuestra cita sí, ¿qué
mejor que desviar la conversación en su dirección,
que forzarlo a que él lleve el peso de hablar, hablar y
hablar, con unas cuantas preguntas?
No óolo es una
forma de sacarnos de encima parte de la presión y de no
sentirnos tan molestas por la situación ni tan desprotegidas,
sino que también es una forma de causar una excelente impresión.
A la gente en general le encanta que los demás demuestren
interés en ellos y sus actividades.
Una buena idea puede
ser tener ya preparadas las preguntas de antemano, en una pequeña
lista que nos hayamos aprendido de memoria, para no tener que
esforzarnos tanto en pensarlas en el momento, combatiendo nuestro
propio miedo escénico. No tienen porque ser preguntas demasiado
complicadas, sino cosas simples sobre el trabajo, los gustos y
los hobbies.
Ante la duda, la pregunta
Habrá, inevitablemente,
momentos en que dudaremos, en que empezaremos a hablar en una
forma menos que coherente, casi chapucera. En esos momentos, no
hay nada mejor que sacarnos el peso de encima (antes de que el
propio peso nos obligue a tirarnos por una ventana) lanzándolo
en dirección de nuestro compañero. Esto lo podemos
lograr con una pregunta tan simple como ¿y tú? Eso
hace que la persona que quede a cargo de la conversación
sea él, y nosotras podamos reacomodar nuestro discurso
y superar el mal momento.
Hay que escuchar
Siempre hay que escuchar
lo que la otra persona está diciendo, no sólo pretender
que lo hacemos. Esto es muy importante.
Es posible que mientras
nuestra pareja nos esté contestando, nos distraigamos pensando
en lo que vamos a decir a continuación, nuestra mente se
adelante en el tiempo y empiece a preparar nuestro discurso.
Esto no debe pasar, debemos
poner el freno y concentrar nuestra mente en el momento presente
de la conversación y no en lo que se viene.
De no hacerlo, nos arriesgamos a:
a) Perder buenos momentos
en los que podríamos hacer una pregunta y llevar la conversación
por los carriles más naturales
b) Quedar como idiotas,
contestando a algo que no se nos preguntó o teniendo un
discurso mecánico que de ninguna forma se relaciona con
el resto de la conversación.
Hay que sonreír
Las sonrisas son un arma
vital durante una cita. Todos reaccionamos mejor ante una persona
que nos sonríe que ante una persona que nos trata a cara
de perro. Si no, pensemos en cualquier otra situación en
que hayamos estado, donde nos hayan dado una noticia desagradable
o nos hayan comentado de algún problema que estábamos
teniendo (por ejemplo, con el pago de nuestro impuestos). Nos
daremos cuenta que cuando el empleado nos sonrió, nos molestó
un poco menos. O nos molestó igual, pero nuestra furia
no se desató sobre la persona que nos lo estaba diciendo.
En cambio, cuando la noticia vino acompañada por una expresión
menos que agradable, es muy probable que nuestro enojo haya sido
también con él.
No estamos diciendo que
hay que mantener una sonrisa estúpida todo el tiempo, como
si fuésemos un maniquí, sino que hay que sonreír
tanto como se pueda, en respuesta a comentarios o situaciones
que requieran una sonrisa. La sonrisa atrae la amistad, podríamos
decir. Nos hace ver mejor, además y desarma cualquier hostilidad
que nuestra cita pueda sentir en algún momento.
Si es necesario, considerando
que queremos parecer naturales y no como que estamos forzando
la sonrisa, podemos practicar delante del espejo antes de salir
de casa.
Respiración
La respiración
es vital durante una cita para superar los nervios.
En cualquier momento
en que sintamos que los nervios nos superan, que nos estamos acelerando
demasiado, que nuestro corazón late a mil por minuto, debemos
respirar profundamente, para tranquilizarnos.
Y si esto no resulta,
entonces no queda más remedio que utilizar la excusa más
antigua y decir que tenemos que ir al baño a refrescarnos.
Elogios sinceros
Elogiar a la otra persona,
su buen gusto o la forma en que se viste, es una excelente forma
de romper el hielo. Un pequeño comentario sobre lo bien
que le queda el traje o qué bueno es el lugar que eligió
para comer y cuánto nos gusta puede ayudar a que la velada
se desarrolle con muchísima más familiaridad y llevarla
a un final mucho más exitoso, especialmente si el comentario
es realizado al principio de la misma, cuando recién nos
estamos conociendo.
Pero no es cuestión
de decir cualquier cosa aunque no la pensemos, tan sólo
para tratar de quedar bien. Es importante que el elogio que estamos
haciendo sea sincero, sea algo que realmente sentimos, ya que
sino es probable que él note que sólo lo estamos
diciendo de la boca para afuera, y eso no ayudará en lo
más mínimo a nuestras intenciones para esa noche.
Por lo tanto, lo que
debemos hacer es encontrar algo que realmente nos guste de la
otra persona y que nos sintamos cómodas comentando (pueden
ser sus zapatos, su corbata, su traje, lo que sea) y hacer el
elogio sobre eso. No hablemos de sus ojos si eso nos hace sentir
incomodas o nos parece excesivamente cursi. Esto también
se va a notar.
Además, tampoco
es bueno exagerar y hacer un elogio desmedido. Un simple comentario
sobre lo lindo que es x cosa suele ser más que suficiente.
Hay que estar actualizadas
Hay ciertos temas que
suele no ser bueno discutir en una primera cita. La política,
la religión, el sexo, son temas que pueden poner incómodos
a más de uno y que, para hacer las cosas aún peor,
suelen generar puntos de vista muy pasionales, defensas ardientes
de las posiciones y, muchas veces, llevar a peleas o discusiones.
Si no, fijémonos en cualquier reunión familiar donde
uno de estos temas es tocado. Probablemente es una buena idea
tratar de evitarlos todo lo que podamos, especialmente porque
no creo que nos sintamos cómodas hablando de sexo con un
hombre que sólo estamos conociendo.
Pero más allá
de esto, es importante estar actualizadas, saber lo que está
sucediendo en el mundo, al menos en las áreas de interés
que puedan aparecer imprevistamente en la conversación.
Tener el conocimiento suficiente como para hablar de los últimos
sucesos sin tartamudear y de una forma inteligente es una de las
mejores formas de sentirnos seguras durante la conversación.
El clima
El clima es un tema de
conversación que suele aparecer cuando las personas no
saben qué decir. Cuando uno va en un taxi, dice “Qué
tiempo este” más para llenar el vacío con
palabras que para comenzar una conversación verdadera y
duradera. Nadie espera demasiado de estos intercambios y suelen
morir enseguida. Pero es un error pensar que esto hace que sea
estúpido hablar del clima.
La mayor parte de las
personas tímidas tienen miedo de este tipo de temas de
conversación, que parecen tan poco imaginativos, porque
temen que los hagan parecer poco interesantes. En cambio, mucha
gente que no tiene miedo a nada los sacan a colación habitualmente.
Y nadie piensa que sean poco interesantes ni nada por el estilo.
Más bien todo lo contrario.
Pero estos temas “aburridos”
y “simples” tienen una característica que los
hace muy útiles a la hora de tener una conversación
con una persona que casi no conocemos: son temas que nos afectan
a todos. Todos salimos a la calle y nos mojamos si está
lloviendo. Por lo tanto, todos nos sentimos afectados por ellos
y son una excelente forma de empezar una conversación.
Nadie reacciona mal a un comentario sobre el tiempo y todos tienen
algo que decir. Desde allí, que la conversación
siga por el buen carril ya es un trabajo que nos queda a nosotras.
Además, también
sirven como salvavidas, para superar silencios incómodos.
Postura
¡La cabeza
siempre debe estar levantada! ¡Siempre debemos mirar hacia
delante! Seguramente hemos escuchado estas cosas miles de veces,
pero la verdad es que tal vez no les hayamos prestado la atención
debida. Porque, más allá de que lo creamos o no,
la postura correcta es de gran importancia y marca una gran diferencia
en cómo nos sentimos y, en especial, en la forma en que
las otras personas nos perciben.
La mejor forma de lucir
confiadas, cómodas y en control es mantener una buena postura,
con la espalda derecha y la cabeza erguida, mirando directamente
a los demás, no hacia sus pies o al piso, sino a sus ojos.
Una buena postura más una sonrisa amplia y brillante son
un camino seguro (aunque no fácil) a lograr que los otros
nos vean como ganadores.
Sé que no es fácil
esto que estoy diciendo, pero con un poco de práctica podremos
dominar el arte de mirar a los ojos a los demás sin por
eso entrar en pánico y querer escondernos bajo la alfombra.
Por supuesto, estos son
sólo consejos que nos pueden ayudar, de ninguna forma son
el camino para superar totalmente una timidez crónica.
Si ni siquiera nos animamos
a salir de casa un sábado a la noche, si preferimos quedarnos
tiradas mirando la tele porque es más fácil y no
hacer saltar a nuestros sensores de peligro, entonces no hay forma
de que conozcamos a la persona ideal. Porque él no va a
venir a nosotras a tocarnos la puerta.
Todo esfuerzo cuenta.
Al principio no va a ser fácil, pero con la práctica
podremos volvernos mucho más sueltas en eso de hablar con
gente que no conocemos. Aún si las primeras veces son un
desastre, el hecho de haberlo intentado es muy valedero y deberíamos
tenerlo en cuenta, no sentirnos desanimadas porque no salió
bien, sino contentas porque al menos pudimos superar nuestros
miedos lo suficiente como para salir al mundo.
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