No
dejes para mañana...
El hábito
Dejar las cosas para
el último momento es, indudablemente, un habito. Se tiene
o no se tiene. Lamentablemente es mucho más común
de lo que seria deseable. Pero, por suerte y como con todo habito,
se puede romper.
Y la mejor forma de romperlo
es, por supuesto, hacer exactamente lo contrario, hasta el momento
en que ya estemos tan acostumbrados que no podamos concebir otra
forma de hacer las cosas.
Es difícil al
principio, porque tenemos que luchar contra nosotros mismos y,
especialmente, contra la idea de que si las cosas nos salieron
bien hasta ahora, ¿para que y con que beneficios deberíamos
cambiar nuestra actitud?
Por eso el primer paso
es cuestionarse si realmente las cosas salieron bien hasta el
momento, o si, por el contrario, salieron más o menos y
podrían hacer salido mucho mejor.
La verdad es que, con
todo el tiempo y energía mental que probablemente desperdiciamos
pensando sobre el trabajo que tenemos que hacer, como lo tenemos
que hacer y cuanto tiempo nos llevara, podríamos hacer
todo el trabajo y aun más.
Desperdiciamos más
tiempo y energía en pensar (inventar) razones para no trabajar
que lo que utilizaríamos para forzarnos a sentarnos y empezar
a trabajar. Y aun el mismo trabajo después nos lleva más
energía y concentración, para tratar de eliminar
la posibilidad de error.
Hay una serie de circunstancias
e ideas sobre las que podemos enfocarnos para ayudarnos en nuestra
lucha contra la pereza. Son cuestiones de análisis simples,
que sirven para que podamos enfocar mejor nuestra energía
mental y no podamos encontrar tantas excusas para no comenzar
nuestro trabajo.
Veremos que si las seguimos,
prontamente estaremos mucho más cerca de romper exitosamente
con este habito tan molesto del que estamos hablando.
Habilidades
Lo primero que nos tenemos
que cuestionar con respecto al trabajo o proyecto que se nos ha
asignado es si realmente tenemos las habilidades necesarias como
para completarlo exitosamente.
Una de las mayores causas
de la pereza en este tipo de situaciones es el dudar de uno mismo,
el no estar seguro de si uno es capaz de terminar con éxito.
Esto genera que dudemos hasta de comenzar, tanto puede llegar
a ser el miedo al fracaso o a no hacer un buen trabajo.
Entonces, cuando esto
pasa, empezamos a dar vueltas sobre el tema, muchas veces analizándolo,
pero aun más veces simplemente viendo todas las formas
en que podemos fallar y sintiéndonos mal por nuestra falta
de habilidad o por la catástrofe que avistamos en nuestro
horizonte.
Pensemos en cualquier
proyecto que últimamente hayamos dejado para más
adelante sin decidirnos a abordar. ¿Puede ser que esto
sea lo que haya pasado? ¿Hay áreas en las que nos
sentimos muy incómodos, seguros de que no seremos capaces
de cumplir con las metas?
Si es así, deberíamos
tratar de separarnos de ellas, ya que es más que probable
que nunca podamos dejar de posponerlas todo lo posible antes de
dedicarnos a ellas. Si tenemos la posibilidad de delegar este
tipo de proyectos que nos hacen sentir así, hagámoslo.
Y enfoquémonos en aquellos que mejor preparados para enfrentar
estamos.
Por supuesto, esto no
indica que debemos dejar de lado lo que no hacemos bien y olvidarnos
del problema. En los negocios, así como en la mayor parte
de los ámbitos de la vida, cuantas más cosas podamos
hacer bien, mejor preparados y más competitivos podremos
ser.
Por lo tanto, si descubrimos
que hay ciertas cosas que estamos dejando de hacer porque no nos
sentimos capacitados para hacerlas, primero busquemos delegarlas
en alguien de confianza en el área y luego dediquémonos
a tratar de mejorar nosotros, para más adelante ser capaces
de atacar ese tipo de proyecto sin dudas y dando lo mejor de nosotros.
Para esto puede ser útil
hacer cursos en lo que sea que necesitamos. O practicar por nuestra
cuenta.
Partición
Otra buena idea es tratar
de ver el proyecto de una forma distinta, ya no como una sola
masa enorme de trabajo (lo cual puede ser muy desmoralizante,
ya que inmediatamente nos remite a todo la energía y tiempo
que tendremos que invertir en él), sino como una serie
de objetivos de un tamaño mucho menor, que podremos ir
completando en forma sistemática y consecutiva, con la
satisfacción de saber que hemos cumplido con una parte
de nuestra obligación cada vez que uno de los objetivos
es finalizado.
Por supuesto, para hacer
esto debemos hacer una buena planificación, cada parte
debe tener su propia fecha limite de terminación que debe
ser respetada a rajatabla, para no arruinar todo el plan que nos
hemos tomado el tiempo de preparar.
Además de que
si también dejamos las fechas limite para más adelante,
indudablemente no estamos rompiendo en lo más mínimo
el habito que teníamos y todo este ejercicio es totalmente
inútil.
Este método ayuda
a evitar que nos sintamos totalmente avasallados por la ingente
cantidad de trabajo que debemos realizar.
Es también útil
pedir a un compañero un poco de ayuda, diciéndole
que en determinadas fechas nos gustaría discutir con él
ciertos aspectos de nuestro proyecto.
Esto hace que para esa
fecha tengamos que tener al menos el objetivo intermedio de ese
momento listo, para poder presentárselo. Esto nos da esa
presión de la fecha limite de la que hablábamos
antes, pero a su vez hace que estemos trabajando con tiempo y
sin dejar todo el proyecto para el último día, como
solíamos hacer antes.
Cada proyecto más
pequeño que forma el proyecto grande tiene en si mismo
una pequeña recompensa cuando se lo termina, una pequeña
satisfacción por el debe cumplido, con lo cual siempre
estaremos motivados para seguir trabajando, además de que
veremos como el proyecto realmente avanza y como nuestras metas
se van cumpliendo.
Tecnología
Nunca nos olvidemos de
que la tecnología, más allá de los problemas
que pueda traernos una PC que se cuelga (algo demasiado común,
lamentablemente), es una de nuestras mejores amigas a la hora
de terminar nuestro trabajo a tiempo y que tenga la mejor apariencia
posible.
La verdad es que los
programas de computación pueden hacer nuestra vida mucho
más fácil. Los productos con los que los programadores
se nos aparecen nos ayudan a que nuestro trabajo sea mucho más
rápido, más simple y que tenga una apariencia mucho
más profesional.
Por supuesto, usar estos
productos en forma básica puede ser muy simple, pero solo
seremos capaces de sacarles todo el jugo si nos dedicamos a aprender
a utilizarlos de la forma más profesional posible. Conocerlos
con profundidad puede lograr que un proyecto que esta pensado
para llevar mucho tiempo tan solo nos lleve un día o menos.
Dominar la tecnología
y gracias a esto terminar nuestro trabajo mucho más rápido
puede ser una excelente forma de que dejemos de posponer nuestro
trabajo hasta el último momento.
Tipo de trabajo
Esto se relaciona en
profundidad con uno de los puntos anteriores, cuando hablábamos
de cómo la falta de confianza en nuestras propias habilidades
pueden forzarnos a dejar las cosas para más adelante, en
parte por el miedo a fracasar y en parte por no querer hacerlo.
Y lo mismo pasa si, más
allá de si tenemos o no las habilidades necesarias, odiamos
lo que estamos haciendo. ¿O no nos pasa eso, que las cosas
que no nos gusta hacer las dejamos para más adelante, más
allá de que somos conscientes de que en algún momento
vamos a tener que hacerlas igual?
Esto debemos evitarlo.
No vale la pena pasarnos horas y más horas, días
y más días pensando en lo que vamos a tener que
hacer. Es mejor atacar el problema directamente y concluir con
la tortura antes de que realmente este teniendo algún peso
en la forma en que nos sentimos.
Saquémoslo de
nuestra mente antes que nada y luego dediquémonos a cosas
más agradables. Porque lo cierto es que muchas veces tendremos
que hacer cosas que no queremos y no habrá forma de evitarlo.
Organización
La palabra final que
tenemos que tener en mente a la hora de combatir la postergación
indefinida de las actividades es organización. No hay nada
más importante.
Si estamos organizados,
si somos capaces de planear con anticipación y dedicándole
tiempo a poner todo en orden y saber cuando tenemos que hacer
cada cosa, estamos no uno, sino muchos pasos más cerca
de tener nuestros proyectos terminados.
Y no sólo en esta
situación, sino que tener una organización clara
siempre ayuda a que las cosas sean hechas con mayor velocidad,
con una dificultad mucho menor y con muchísimo menos riesgo
de que algo salga mal y nos arruine todo el esfuerzo.
Cuando hablamos de organizarnos
hablamos de tomar notas, hacer mapas con las ideas en cuadernos,
ponernos fechas limites, hacer calendarios con todo lo que tenemos
que hacer.
También incluye
anotar toda idea que nos pueda ser útil en cualquier tipo
de soporte que tengamos a mano y luego acomodar todo tan rápido
como sea posible. Si no hacemos esto, todos sabemos que las ideas,
por más geniales que sean, tienden a perderse. No dejemos
que esto suceda.
Aún más,
las mejores ideas suelen presentarse cuando estamos a punto de
dormirnos o en la ducha. Tan pronto como podemos, tomamos nota
de lo que se nos ha ocurrido. Y luego llevamos un control de todas
las cosas y de donde esta cada articulo de referencia, en algún
lugar que tengamos siempre a mano (cuadernos, agendas, etc.).
Todo esto va a ayudar
a que en el momento de sentarnos el trabajo que tengamos que hacer
sea mucho menor y una gran parte ya este completo. Si sabemos
que en el momento de sentarnos una gran parte ya esta hecha, indudablemente
sentiremos mucho menos miedo de hacerlo.
No hay nada que genere
más miedo de trabajar que la idea de que el trabajo no
podrá ser terminado mucho por la gran cantidad del mismo
que tenemos. Evitemos esta sensación tanto como nos sea
posible.
Razones a favor y en contra
Finalmente, el último
punto que también hay que tener en cuenta es que cuando
dejamos de hacer algo solemos encontrar razones muy imaginativas
y convincentes para que sea así. Si las tenemos, es lógico
que no nos pongamos a trabajar y que pospongamos lo que tenemos
que hacer para más adelante, ya que hay razones “lógicas”
para esto.
Bien, ahora hagamos lo
opuesto. Pensemos en ideas, igual de creativas e imaginativas,
pero en vez de que sean razones que nos impidan trabajar, que
sean razones que nos fuercen a trabajar. Así como seguimos
la lógica de dejar para más tarde las cosas, también
deberíamos seguir la lógica opuestas. Suena como
un buen plan, ¿o no?
Conclusión
Bien, esto debería
ayudar a que tengamos el trabajo en mucho menos tiempo, a que
no lo dejemos para más adelante y que los abordemos inmediatamente.
Hacer las cosas bien y tener una preparación adecuada no
solo ayuda a que no tengamos miedo de lo que tenemos que hacer,
sino que además reduce el estrés que estas actividades
pueden generar.
Tratemos de enfocarnos
en que cuanto antes terminemos, antes nos estamos sacando de encima
las actividades molestas y más pronto podremos dedicarnos
a lo más agradable.