Ejercicios
para
tener los pectorales perfectos
Ejercicio número 1:
Este es un ejercicio que sirve tanto para aquellos que recién están
comenzando con el entrenamiento de su tronco como para aquellos que ya
llevan un buen tiempo en esto, pero tal vez han estado alejados del
gimnasio durante una cierta cantidad de tiempo, por cualquier tipo de
circunstancia.. Es ideal para comenzar con el la ronda de ejercitación
de cada día, justo después del calentamiento.
La maquina que utilizaremos es una de las de pectorales. La podemos
reconocer sencillamente ya que en general consiste de una especie de
trono, con dos brazos con almohadillas que se encuentran a la altura
de la cabeza cuando nos encontramos sentados, justo a los lados de
esta.
Ubicados en la posición de inicio, quedaremos sentados con la espalda
derecha y con las manos a la altura de las orejas, con los brazos en
un ángulo de noventa grados con respecto al cuerpo y estirados hacia
atrás, totalmente abiertos para permitirnos tomar las almohadillas.
Una vez que nos encontramos sentados en esta posición que hemos
descripto, el ejercicio es la simpleza que ya nos estamos imaginando:
consta simplemente en contraer los músculos del pecho, llevando los
brazos hacia delante, hasta lograr que las almohadillas que estamos
empujando se junten delante de nuestro rostro. Luego volvemos
relajadamente a la posición inicial y comenzamos una nueva repetición.
Esta maquina nos permite trabajar los músculos pectorales internos.
Ejercicio número 2:
Este es otro ejercicio muy simple y que no presenta
demasiados misterios. Tan solo necesitaremos la maquina adecuada y
tanto la posición como el método de ejercitación se nos presentan por
sí mismos.
Para llevarlo a cabo, simplemente necesitamos ubicarnos frente a la
maquina que consta de unos parantes con poleas ubicadas en la parte
superior, a través de las cuales pasan dos cables de acero con
agarraderas en sus extremos.
En el otro extremo de los cables de acero se encuentran las pesas con
las que podemos modificar el peso con el que queremos ejercitarnos.
Como decíamos, simplemente tenemos que ubicarnos frente a esta
maquina, de espaldas a la misma, ajustar el peso que deseemos y
asegurarnos que las agarraderas se encuentren aproximadamente a la
altura de nuestros hombros o un poco por sobre estos.
Mientras tanto, debemos tener los pies separados entre sí,
aproximadamente en una distancia igual a la que hay entre nuestros
hombros.
Además, uno de ellos debe estar por delante del otro, para darnos
mayor estabilidad y comodidad a la hora de hacer fuerza (cual se
encuentre adelante dependerá de si somos zurdos o derechos y que nos
resulta más cómodo).
Una vez que estamos correctamente preparados, ubicados en el punto
equidistante entre las dos poleas, para que el esfuerzo se distribuya
correctamente; tomamos las dos agarraderas a la vez y las llevamos
hacia delante, manteniendo siempre nuestras palmas apuntando hacia
delante y abajo.
Tenemos que tener cuidado siempre de asegurarnos que no estamos
llevando el movimiento hasta su punto más extremo, para evitar que
nuestros codos lleguen al “punto de traba”. Volvemos a la posición
inicial y llevamos adelante la siguiente repetición.
Este ejercicio sirve principalmente para trabajar los músculos de la
parte superior del pecho.
Ejercicio número 3:
Este ejercicio se realiza con exactamente la misma
máquina
que el ejercicio que acabamos de describir en el punto anterior.
Nuevamente nos paramos frente a la maquina, ofreciéndole nuestra
espalda como habíamos hecho anteriormente. Asimismo, también esta vez
tenemos que estar parados en un punto equidistante entre las dos
poleas que vamos a utilizar, acomodar el peso a la cantidad que nos
parezca adecuada (teniendo en cuenta lo que dijimos anteriormente de
la cantidad de peso dependiendo de la cantidad de repeticiones y de lo
que en realidad queramos lograr), ajustarlas para que se encuentren a
la altura aproximada de nuestros hombros y acomodar los pies como
anteriormente habíamos explicado, tratando siempre de estar tan
cómodos como nos resulte posible.
El movimiento que vamos a realizar ahora no es exactamente igual, sin
embargo (ya que sí fuese así, estaríamos haciendo el mismo ejercicio).
Tomamos las agarraderas con nuestras manos, con las palmas en este
caso apuntando hacia adelante.
Tenemos que mantener nuestros codos ligeramente flexionados durante
todo el movimiento. Llevamos nuestras palmas hacia adelante, juntando
de esta manera las agarraderas frente a nosotros. Cuando estamos
haciendo esto, contraemos los músculos de nuestro pecho. Luego
volvemos a la posición inicial.
También este ejercicio nos permite trabajar la parte superior del
pecho.
Ejercicio número 4:
Este es el ejercicio más común de todos, probablemente, junto con los
infaltables y por todos amados abdominales. Nos referimos a lo que
algunos llaman extensiones de brazos y que otros denominan de
muchísimas otras maneras, incluido “lagartijas”.
No creo que haya ninguna persona leyendo este artículo que nunca haya
hecho este tipo de ejercitación, aunque más no sea en el colegio
secundario o en algún otro momento en que hayamos pisado un gimnasio.
O que no lo hayamos hecho.
De los ejercicios que hemos comentado hasta el momento, este es el más
simple de realizar, ya que es el único que no requiere de ningún tipo
especial de maquinaria, sino que simplemente necesitamos tener
nuestros siempre confiables brazos y piernas para llevarlo a cabo.
En caso de que exista alguien que no sepa de que estamos hablando,
vamos a explicar como es que este ejercicio se lleva a cabo. Para
ponernos en posición necesitamos tendernos en el piso, estirados
totalmente, apoyándonos tanto en las palmas de las manos (que se
encontrarán ubicadas a ambos lados de la cabeza) como en la punta de
los dedos de los pies.
Tenemos que repartir nuestro peso de forma pareja entre ambos puntos
de soporte. Las partes del cuerpo que no sirven de soporte (tronco,
piernas y caderas) tienen que formar una línea recta paralela al piso.
Una vez que estamos en esta posición, simplemente subimos y bajamos
nuestros cuerpo, flexionando y estirando los brazos. Cuando llegamos
al punto más bajo del movimiento, nuestros codos deben encontrarse en
un ángulo de noventa grados. Y siempre hay que mantener la posición
más dificultosa durante algunos segundo antes de volver a subir.
Hay dos formas de hacer que este ejercicio sea un poco más dificultoso
y agregue un poco más de trabajo cuando ya estamos muy acostumbrados a
hacerlo de la forma habitual.
La primera es realizar el ejercicio exactamente de la misma manera y
en la misma posición, pero colocando nuestros pies sobre un banco,
para que se encuentren a una altura superior a la de nuestras manos.
Esto obliga a los músculos del pecho a trabajar más y soportar mayor
presión.
Por otro lado, también podemos colocar nuestros brazos en posición de
“diamante”. Esto quiere decir poner las manos juntas en el piso,
formando un diamante con nuestros codos cuando hacemos el movimiento
de subir y bajar el tronco.
Ejercicio número 5:
Otro ejercicio más, muy sencillo, de esos que hasta podemos hacer en
casa, contando tan solo con una barra ajustable, de las que se colocan
en el marco de la puerta, sostenidas a presión.
Para llevar a cabo este ejercicio simplemente nos paramos debajo de la
barra y la tomamos con ambas manos. Atención, es importante controlar
que este correctamente ajustada y que puede resistir nuestro peso,
especialmente en el caso de que lo estemos haciendo en casa.
Las de los gimnasios son equipamientos macizos que están preparados
para esto, pero una incorrecta colocación de una de las caseras puede
hacer que se suelte y la caída podría lastimarnos de forma bastante
severa, especialmente si caemos de mala manera sobre nuestras espalda.
Bien, una vez que hemos tomado la barra con ambas manos nos colocamos
sobre esta, manteniendo la cabeza baja y las piernas debajo de
nosotros, estiradas. Procedemos a descender, utilizando para esto los
codos, doblándolos. Luego volvemos a la posición inicial para
recomenzar el ejercicio.
Es importante para este ejercicio que tengamos cuidado de que el
movimiento se produzca en nuestro pecho y no en los tríceps, ya que es
el primero lo que en realidad deseamos trabajar.
Ejercicio número 6:
Y ahora volvemos a la maquina que más hemos usado hasta el momento
para hacer ejercicios. Una vez más nos colocamos entre las dos poleas,
en un punto intermedio entre las dos, para poder repartir el esfuerzo
de forma pareja entre ambos costados.
Colocamos la cantidad de peso deseada y acomodamos las poleas para que
queden aproximadamente a la altura de nuestros hombros. O, para ser
más exactos, unos pocos centímetros por sobre estos. Como siempre,
estamos dándole la espalda a las poleas.
Tomamos las agarraderas con ambas manos, con nuestros codos
ligeramente doblados, a la altura de las orejas. Desde esta posición,
procedemos a contraer los músculos de nuestro pecho, llevando los
brazos hasta que se encuentran debajo de nuestro pecho y luego
volvemos a la posición inicial para comenzar con una nueva repetición.
En ningún momento tenemos que estirar nuestros brazos completamente,
sino que siempre tienen que tener los codos una ligera curvatura, para
evitar que se traben.
Ejercicio número 7:
Para este ejercicio simplemente necesitamos un banco de ejercicios y
un par de pesas de manos, también comúnmente conocidas como
mancuernas, del peso que se adecue al tipo de ejercitación y resultado
que deseamos obtener.
Tenemos que acostarnos sobre el banco de ejercicios, con la espalda
recta y mirando hacia el techo, con una pesa en cada mano. Las piernas
dobladas a ambos costados del banco y las plantas de los pies
firmemente apoyadas sobre el suelo.
Los brazos a ambos costados, sosteniendo las mancuernas, y con los
codos ligeramente doblados para que cuando hagamos el movimiento no
lleguemos en ningún momento a trabarlos completamente.
Una vez que estamos en esta posición, tratando de estar lo más cómodos
posibles para que nos resulte más sencillo realizar correctamente los
movimientos de este ejercicio; procedemos a llevar los brazos hacia el
frente, hasta que las palmas se encuentren a la altura del pecho, por
sobre nuestra cabeza.
Siempre con cuidado de no trabar los codos, volvemos a llevar nuestros
brazos a los costados del banco, relajando ligeramente y preparándonos
para comenzar nuevamente con las repeticiones.
Este ejercicio es especialmente útil para trabajar los músculos tanto
del pecho en su zona superior como en su zona interna.
Ejercicio número 8:
Una vez más, repetimos las características de la posición del
ejercicio anterior, usando nuevamente un banco de ejercicios y dos
mancuernas, con el peso que nos parezca más adecuado o con el que más
cómodos nos sintamos.
Nos acostamos una vez más en el banco, mirando hacia el piso. Tomamos
una mancuerna o pesa con cada mano y colocamos las manos a la altura
aproximada de los hombros, con los codos doblados para poder lograr
esto.
Las palmas se encontraran diseccionadas hacia el lugar donde se
encuentran nuestros pies, los cuales tiene sus plantas firmemente
apoyadas en el piso y las piernas se encuentran dobladas por las
rodillas.
Una vez que nos encontramos acomodados de esta manera, procedemos a
llevar las mancuernas hacia arriba, usando los músculos del pecho.
Luego procedemos también a llevarlas una vez más hacia abajo. Siempre
trabajando los músculos del pecho, que es lo que nos interesa en este
caso.
También tenemos en este caso un par de posibilidades para hacer que
este trabajo sea un poco más variado y nos permita trabajar más
específicamente diferentes zonas del tronco.
La primera consiste en inclinar el banco ligeramente, con lo cual
lograremos poner un mayor énfasis en el trabajo del tronco superior. Y
por otro lado, si lo que hacemos es declinar el banco, terminaremos
dándole un mayor énfasis al trabajo en la zona baja del tronco.
Ejercicio número 9:
Nuevamente nos recostamos en el banco de ejercicios para ponernos en
pose para este anteúltimo ejercicio que vamos a recomendar en este
artículo.
Nos acomodamos en las posiciones que ya hemos estado viendo en los
ítems anteriores. Una vez que tenemos en cuerpo en posición, las
plantas de los pies acomodadas, y una mancuerna en cada mano, estamos
listos para comenzar.
Recordamos que debemos tener los codos doblados, de manera que
nuestras manos se encuentren a la altura de nuestros hombros, con las
palmas mirando hacia adentro.
Llevamos nuestros brazos hacia arriba, extendiéndolos prácticamente en
su totalidad, siempre con cuidado de no trabar los codos. Luego
procedemos a bajar los pesos al costado del cuerpo.
Hacemos este movimiento lentamente, dándole a los músculos del pecho
tiempo para trabajar, sin apurarnos ni desesperarnos en ningún
momento, ya que esto no va a servirnos de ninguna manera para llegar a
los resultados deseados. Mantenemos siempre un ligero doblez en los
codos. Luego volvemos a la posición inicial, para poder recomenzar con
una nueva repetición.
Este ejercicio trabaja tanto los músculos internos como los
superiores.
Ejercicio número 10:
Llegamos finalmente al último ejercicio que tenemos para presentarles
en este artículo. Nuevamente nos encontramos en el banco de
ejercicios.
Nos recostamos sobre el banco, mirando hacia el techo. Cuando estamos
en esta posición tenemos siempre que tener mucho cuidado de no arquear
la espalda en forma innecesaria, para evitar el riesgo de posibles
lesiones de cierta severidad.
Tomamos la barra de la pesa (en este caso no utilizamos las
mancuernas, sino que usamos una barra con las pesas a los costados),
siempre con las manos ubicadas con aproximadamente el ancho de
nuestros hombros entre ellas. Las palmas de la mano deben siempre
estar orientadas en relación con el lugar donde se encuentran nuestros
pies.
Ya en la posición que hemos estado explicando, procedemos a elevar y
bajar la pesa, llevando nuestros brazos hasta que se encuentren
prácticamente extendidos, siempre en un ángulo de noventa grados con
respecto al cuerpo. Mantenemos cada extremo del movimiento durante
unos segundos.
Igual que explicábamos en un ejercicio anterior, hay un par de formas
para darle un poco de variación a la manera de hacer este ejercicio,
que además nos ayudará a trabajar en forma más fuerte ciertas zonas.
La primera consiste en inclinar el banco ligeramente, con lo cual
lograremos poner un mayor énfasis en el trabajo del tronco superior. Y
por otro lado, si lo que hacemos es declinar el banco, terminaremos
dándole un mayor énfasis al trabajo en la zona baja del tronco.
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