El abuso emocional es un problema que involucra a dos o más personas. El abusador y la víctima del abuso. A veces, hay terceras partes que pueden ser cómplices, o actuar como abogados o jueces, tomando partido por el abusador o por la víctima.
Para que el abuso tenga lugar, tiene que haber una persona frustrada que no logra hallar formas de relacionarse saludablemente con los demás y que canaliza su frustración maltratando o humillando a otros.
Pero también tiene que haber una víctima, que en cierto modo “permita”, por alguna razón, que el abuso ocurra.
Es importante recordar que “Sin dos, no hay pelea”
• Intermediarios y testigos:
A veces, puede haber una tercera persona (o más personas) que observan una situación de abuso. La observación puede ser pasiva, sin involucrarse en el abuso, o bien la(s) persona(s) puede(n) formar parte del mismo, ya sea apoyando al abusador o defendiendo (salvando) a la víctima.
Es importante destacar que si una tercera parte no actúa como mediadora imparcial, ayudando a solucionar el problema, entonces sus acciones (tanto en apoyo del abusador, como en defensa de la víctima) pueden tener un impacto altamente negativo.
Asimismo, existe el abuso emocional de de uno mismo, por ejemplo, cuando una persona está deprimida y se dice a sí misma cosas malas.
• Ejemplos:
Un jefe descalifica a un empleado, delante de otros empleados, diciéndole que es un inútil. Puede ocurrir que algún compañero de trabajo reaccione en defensa* de la víctima del abuso (en este caso un abuso emocional de tipo verbal), o bien, que algún empleado se burle, riéndose de la víctima que está siendo agredida verbalmente (abuso emocional gestual). –
*Por ejemplo, ataca al jefe...
Tanto en un caso como en otro, ese compañero de trabajo sólo está poniendo énfasis a la situación de abuso. No la resuelve. Incluso cuando su intención sea la de defender a la víctima, porque cuando tratamos de “salvar” a otra persona hablando por ella, también la estamos descalificando.
Estamos dando por sentado que esa persona realmente es inútil y no puede defenderse sola. Lo que en este caso, refuerza el acto de abuso emocional del jefe hacia el empleado.
Si en cambio, el compañero de trabajo ni defiende ni se ríe del empleado abusado y una vez que el jefe se retira, le habla a la víctima para ayudarle a comprender que tiene derecho a ser respetada, entonces sí está actuando correctamente. También, puede ir a hablar con el jefe para que no trate así a los empleados.
Cuando somos testigos de un caso de abuso emocional, es importante ser objetivos. No se debe tomar parte por el abusador ni tratar de salvar a la víctima. Lo ideal sería poder hablar en privado con ambas partes para que comprendan que el abuso emocional no es correcto, no es saludable y no es una manera adecuada de relacionarse.
No hace falta ser un terapeuta profesional para brindar un punto de vista constructivo que ayude tanto al abusador como a la víctima. Pero es necesario ser justo, objetivo, buen observador y tener mucho sentido común y empatía.
Situaciones en las que ocurre el abuso emocional
El abuso emocional es mucho más frecuente en las relaciones de pareja, pero también lo es entre padres e hijos, empleadores y empleados, profesores y alumnos, autoridades y ciudadanos, y también suele ocurrir simplemente entre amigos.
Cuando el abuso ocurre en un ámbito dónde el abusador tiene una autoridad superior a la de la víctima, como en el caso del jefe y el empleado, podemos decir que es un claro ejemplo de abuso (emocional), en este caso, un abuso de poder.
Asimismo, puede darse este tipo de abuso emocional entre padres e hijos, particularmente con niños pequeños o en edad escolar. A partir de los 12 o 13 años, aproximadamente, los hijos comienzan a "rebelarse" ante las figuras de autoridad. No se rebelan porque son "rebeldes" o porque sí, sino porque comienzan a cuestionar el juicio de otras personas, incluyendo el de sus pares, y comienzan a formar su pensamiento y criterio propios. Hoy en día, muchos niños ya son "libres pensadores" desde una edad más temprana que ésta.
|