En el teatro de nuestros días, es mas que raro que en el escenario se produzca una reyerta, un desmayo, o un accidente de consecuencias mas o menos graves; cuando acontecen en la obra, el autor tiene buen cuidado de que no sea a la vista del publico. No solo para evitar el desagradable espectáculo que suponen, sino porque siempre ofrecen el peligro del ridículo, a la menor exageración o error del interprete.
Ello no obstante, de tarde en tarde, algunos conjuntos deciden reponer, excepcionalmente y como por curiosidad, alguno de esos dramas en que el pañal, el veneno o la pistola juegan un papel importantísimo, o en que el protagonista deja este pícaro mundo, víctima de una incurable enfermedad.
En el cine, en cambio, tales recursos dramáticos siguen teniendo vigencia, manifestándose, sobre todo, en las películas policíacas. No estará demás, pues, dedicar un capitulo al estudio de los trucos mas comúnmente utilizados para interpretar con los mayores visos de realidad esas situaciones, que son el encanto —y lo serán por mucho tiempo— de considerables masas de espectadores.
CAIDAS: Empecemos por ver de que manera deben realizarse, para que no resulten peligrosas, las caídas que, inevitablemente, llevan aparejadas las escenas de referencia..
Tres son las posiciones en que puede caerse: de frente, de costado y de espaldas; todas ellas deben efectuarse con la mayor rapidez, para que el publico no advierta la trampa, evitándose, además, las posiciones ridículas, lo cual se consigue manteniendo las rodillas tan juntas como sea posible.
Lo principal para dominar la técnica de la caída es perder el miedo: conviene, por otra parte, ensayar en el mismo lugar del escenario en que haya de producirse, colocando sillas acostadas en reemplazo de los muebles que irán en la representación, para determinar, según la naturaleza de estos —un diván, un sillón, etc.— si conviene caer sobre ellos, para atenuar el golpe, antes de ir a parar al suelo, o si hay que evitarlos en la caída, por ser peligrosos. En cualquier caso es preciso relajar todos los músculos, hasta sentirlos perfectamente elásticos o, mejor todavía, hasta no sentirlos.
No importa como se caiga, la cabeza de la "victima" debe quedar siempre con el occipital hacia la batería, de modo que el publico vea las facciones de las personas que acudan a socorrerla o a comprobar que ha entregado su alma a Dios.
Para la caída de frente, desde la posición de pie, hay que juntar ambas rodillas, echar los brazos adelante y doblar las piernas, no dejándose caer totalmente hasta que se encuentren muy próximas al suelo; el golpe se atenúa cargando el peso del cuerpo
en las palmas de las manos. Con la mayor rapidez. Se desliza el brazo izquierdo a lo largo del suelo, apoyando en este la cabeza, con las piernas encogidas.
La misma posición inicial se adopta para caer de costado, pero dirigiendo las rodillas hacia el lado del que se desee caer (izquierdo o derecho), extendiendo hacia él el brazo correspondiente, para amortiguar el golpe con la palma de la mano: casi simultáneamente al instante de llegar al suelo, se extiende dicho brazo, como en el caso anterior.
Debe evitarse a toda costa la caída de espaldas, que es peligrosísima, pero si no hubiese otro remedio, se cargara todo el peso del cuerpo sobre un pie, se juntaran bien las rodillas, echándolas hacia adelante hasta su mayor proximidad con el suelo, y en
esta posición se girara para caer de costado, dándose luego vuelta para quedar de espaldas.
Para levantarse, el actor se sentara en el piso, se arrodillara, y quedara luego
con una sola rodilla en tierra, para terminar recobrando la posición vertical.
BOFETADAS: Muchos directores, por razones que respetamos, prefieren que se simule la bofetada, sin producir ruido.
Existe, sin embargo, un medio. muy antiguo por cierto, para que este tipo de ofensa resulte mas convincente; es el seguido por los payasos en el circo, y se ejecuta así:
El actor que abofetea, lleva enérgicamente la mano extendida hasta unos pocos centímetros de la mejilla del que ha de recibir la bofetada, y la detiene repentinamente, mientras el segundo ladea la cabeza como si efectivamente le hubiese alcanzado, al tiempo que golpea las palmas de sus manos para producir el ruido característico. Este truco puede realizarse, con un poco de habilidad. a plena vista del público, cuyas miradas, casi instintivamente, se dirigen a la cara y no a las manos del ofendido.
RIÑA A PUÑETAZOS: El agresor cierra fuertemente el puño y lo descarga con energía sobre el cuerpo de su adversario, frenándolo de súbito unos pocos centímetros antes de consumar el golpe, pero dejándolo luego un instante en contacto con aquel; para evitar todo daño, golpear entre el brazo y el cuerpo, es decir, en falso, del lado del foro.
RIÑA CON ARMAS BLANCAS: Cualquiera sea el arma que se emplee —daga, puñal, cuchillo, etc— la hoja será de lata, embotada en los filos y en la punta, para no causar daño; mas aconsejables todavía son las de caucho, muy utilizadas en el cine, que imitan a las reales con sorprendente perfección.
Los golpes se asestaran horizontalmente o en diagonal, según sea el arma, "clavando" esta entre el brazo y el cuerpo del contrincante, en la parte superior del lado del foro, para que el publico no advierta el truco con demasiada facilidad.
En las riñas a puñetazos, y en las que se emplean armas blancas, la violencia no debe estar presente sino en la tensión de los músculos faciales y del cuerpo, no convirtiéndose jamás en real; para que revista todas las apariencias de tal. Deben repetirse una y otra vez durante los ensayos, a fin de que cada uno de los contrincantes sepa, movimiento por movimiento, los que va a hacer su adversario, respondiendo a ellos en la forma prevista, sin improvisaciones.
RIÑA CON ARMAS DE FUEGO: Cerciorarse, antes de salir a escena, de que todas las capsulas del cargador o del tambor carecen de proyectil. Los disparos deben efectuarse dejando entre los contendientes una distancia prudencial, para que los fogonazos no puedan alcanzar a estos ni a sus ropas; siempre se apuntara desde batería hacia el foro y nunca en dirección al publico.
BATIRSE A FLORETE O A SABLE: La esgrima es un arte difícil, que ha de aprenderse bajo la tutela de un profesor muy diestro; en muchos casos, sin embargo, sobre todo tratándose de lances breves y sencillos, bastaran las explicaciones del
director de escena y un poco de practica para salir airosamente del paso.
HERIDAS POR ARMA BLANCA: Si el atacado debe morir, conforme al libreto, de modo fulminante, el heridor dirigirá la puñalada al corazón de la victima; esta caerá, un segundo después, de costado o de espalda —preferiblemente en la primera posición,
dada la peligrosidad de esta ultima— con los ojos abiertos, demostrando sorpresa. Si recibió la herida por detrás, caerá hacia adelante y, ya en el suelo, se dará vuelta para quedar de espaldas.
Si la herida no es mortal (al menos en forma inmediata), el herido da unos pasos vacilantes, llevándose las manos a la parte afectada, y cae después sobre una silla u otro mueble— o tosen sobre el suelo si nadie acude a sostenerlo—, con gesto de dolor.
HERIDAS POR ARMA DE FUEGO: Cuando son ocasionadas con armas de pequeño calibre —un revolver de señora, un matagatos, una pistola de calibre no mayor del 22— no duelen e inmediato. pero a los pocos segundos se manifiesta el dolor y la victima se oprime el lugar de la herida; si es en el vientre, el individuo se contrae, llevándose ambas manos al abdomen, pero puede permanecer de pie o seguir caminando durante largo tiempo antes de morir; por supuesto, a medida que pasan los minutos se va debilitando a consecuencia de la hemorragia, y los dolores se hacen mas intensos, tornándose su voz mas y mas apagada.
Téngase en cuenta que las heridas que afectan órganos internos no originan dolores tan agudos como los que produce, por ejemplo, una bala que destroza una mano.
La persona herida de un balazo mortal en la cabeza, puede caminar unos pocos metros, con movimientos cada vez mas inseguros y lentos, y pierde el sentido antes de caer, pero el dolor, que es soportable, no lo desespera.
En el caso de heridas por arma de calibre grande —un Winchester, una escopeta, un trabuco, etc.—, el individuo que recibe el balazo cae inmediatamente, cualquiera sea la gravedad de la lesión, debido a la fuerza del impacto.
Si el balazo es por la espalda, cae de frente; si en.el pecho, trastabilla y cae de espaldas; si en un hombro, gira en la dirección de este, herido, y cae de costado, pero no muere de modo fulminante. Aun siendo la herida mortal, puede quejarse y hablar, antes de expirar,
En todos los casos mencionados, el heridor se sitúa, para atacar, del lado del foro, a fin de que la cabeza de la victima quede en el suelo de batería.
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