El maquillaje es indispensable en escena aunque el papel haya de representarse "a cara limpia", es decir, sin alterar los rasgos propios, tanto por estética -disimular defectos físicos y acentuar la belleza natural- como para hacer bien perceptibles las facciones, que sin él resultarían confusas y desagradables, en razón de la distancia que separa a los intérpretes de los espectadores y de los efectos no siempre favorables de la iluminación escénica.
En general, los actores profesionales son maquillados por especialistas y no deben molestarse por conocer los pormenores de este verdadero arte, pero los aficionados no tienen tanta suerte, y es a ellos a quienes dirigimos esta lección en la que aprenderás los fundamentos del maquillaje artístico, que puedes realizar por ti mismo con elementos muy baratos y al alcance de cualquier persona (pero, si tienes un buen presupuesto a tu disposición, cuentas con una infinidad de opciones, más sencillas de utilizar pero también bastante más caras).
Antes de maquillarse, es necesario embadurnarse bien la cara con vaselina -preferiblemente boricada- para librarla del polvo y cualquier otra impureza, y después de frotarse suavemente, secarse muy bien con una toalla gruesa; luego, se aplica carmín de mediana intensidad en torno a los ojos y en las mejillas, y más débil en las sienes y en la frente, esfumándolo de modo gradual para que no ofrezca demasiado contraste con el resto de la epidermis.
También con carmín se acentúa el color de los labios, agrandándolos o achicándolos y dándoles la forma que convenga; téngase presente que los gruesos trasuntan -de acuerdo con su extensión y formalidad, franqueza, ordinariez o generosidad, en tanto que los finos denotan astucia, hipocresía, codicia, crueldad y, en general, sentimientos similares.
Se empleará, asimismo, el carmín en los lóbulos de las orejas. Las cejas pueden destacarse retocándolas con el lápiz negro, o enmarcándolas con azul; este último, aplicado sobre los párpaac1os, hace más interesantes los ojos de las damas.
La última fase del maquillaje consiste en cubrir todo el rostro con una impalpable película de talco o polvos de arroz.
Para la caracterización se usan pinturas grasas, a base de manteca de cacao, de distintos colores; los de más frecuente empleo son: carmín, carne (de diversas tonalidades), blanco, amarrillo, plomo, siena y borravino.
Como para el maquillaje, antes de empezar a pintarse es necesario limpiar muy bien la cara con vaselina y secarla perfectamente.
Si el actor ha de representar un personaje notablemente más joven de lo que es en realidad, se empastará la cara con la barra carne, del tono más débil, ya que los tonos fuertes no suelen usarse sino en la composición de tipos caricaturescos; después, con un lápiz muy fino, se perfilará los ojos y avivará las pestañas. Un ligero toque de carmín en los labios y en los pómulos completará la tarea, que se dará por terminada pasando el cisne bien cargado de talco, para fijar la pintura, y suavizando aquél con una escobilla de peluquero.
Para componer un anciano, se empieza por empastarse la cara con barra carne, teniendo muy en cuenta las características del personaje; si éste ha de tener una apariencia sana, se utilizará un tono más subido, y más bajo si se trata de un tipo débil o enfermizo. Este empaste sirve de fondo a la caracterización, que se efectúa en la forma siguiente:
Con pintura blanca y utilizando un pincel muy fino, se "matan" las pestañas, y cerrando los ojos, se difumina con los dedos un poco de blanco sobre los párpados; seguidamente, se acentúan los rasgos propios con marrón, plomo o borravino-, según el tono que se haya adoptado para el fondo-, teniendo presente para lograrlo, que la parte profunda de aquéllos es la oscura, y la clara, la saliente. Adviértase que no se trata de pintar, sino de sombrear. Una vez hechas estas sombras, se perfila la parte saliente del rasgo, en forma muy tenue y difuminada, con pintura blanca. Mediante el mismo procedimiento. se marcan la "pata de gallo", las bolsas bajo los ojos, y las arrugas que caracterizan la ancianidad, más numerosas cuanto más avanzada es ésta.
La flaccidez de las mejillas se obtiene sombreando con carrmín suave debajo de los pómulos.
El viejo sistema de caracterizarse mediante rayas en vez de sombras, que aún emplean algunos aficionados, es, desde luego, más fácil, pero debe abandonarse por completo, ya que sí las rayas son muy acentuadas dan a los rasgos una dureza nada natural, y si son finas, resultan imperceptibles después de las primeras filas de platea.
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