Lo que define a un actor bueno o malo es su voz, que constituye su principal medio de expresión, cualquier comediante puede "decir" un papel para que el auditorio se entere de lo que está sucediendo en escena, pero no logrará emocionarlo, es decir, trasmitirle los sentimientos del personaje que interpreta, si a la palabra, que es sólo el concepto, no le da el tono y las inflexiones que corresponden a lo que está diciendo. Una voz rica en matices, aunque no sea musical, tiene un valor considerablemente mayor que otra mucho más agradable, pero monocorde, que acaba por aburrir.
Aclaremos que "voz" no significa 10 mismo que "dicción"; la primera, es el sonido proveniente de las cuerdas vocales; la segunda, es la voz concretada en palabras y frases.
Llamamos "tono" al timbre de voz, mediante el cual se da a la palabra, por decirlo así, el "color" correspondiente a los sentimientos que ésta traduce: amor, dolor, desdén, cólera, triste7a, resentimiento, timidez, vergüenza, etc. Un actor adulto, en circunstancias normales de salud y equilibrio mental, es capaz de emitir de 18 a 20 tonos, incluido el falsete; los adolescentes llegan a 15, cuando más.
Si oprimimos una por una las teclas de un piano, empezando de izquierda a derecha, advertimos que, desde los extremos agudos hasta los bajos extremos, cada escala o sucesión de siete notas tiene un colorido, un timbre característico; las más altas, o sea las agudas, sugieran juventud, feminiedad, ligereza, alegría, vivacidad; las más graves trasuntan seriedad, dolor, tristeza, enojo, y las intermedias, más numerosas, parecen responder a la expresión de sentimientos normales, más bien llanos, sin exageración, aunque, desde luego, con su propio colorido.
De igual modo, los tonos de la voz humana revelan los diversos estados de ánimo, es decir, la posición emocional que adopta su poseedor en cada circunstancia, permitiendo clasificarlos en cuatro grandes grupos: familiar, que usamos en la vida diaria con nuestros allegados y amigos de confianza; distinguido, que corresponde a personas que se desenvuelven en una elevada esfera social, pausado y de inflexiones amables, frecuentemente acompañado por una sonrisa; de negocios, vigoroso, directo, seco aunque se expresen palabras corteses, característico de personas que desean "ir al grano", y solemne, que trasunta seriedad, respeto, temor y sentimientos profundos.
Resulta curioso comprobar cómo la mayoría de los actores noveles, aun el que se cree más seguro de sí mismo, que en su vida diaria de relación utiliza una gran variedad tonal, reduce ésta en forma considerable al hallarse en escena; ello le ocurre, porque al enfundarse en su personaje, en vez de asimilarlo, deja de ser natural.
Al emplear uno u otro tono, hay que mantener indeclinablemente la naturalidad, teniendo presente que los estados de ánimo dan a nuestra voz un timbre distinto al habitual, pero no fingido; así, la madre que mima a su bebé, el muchacho que va a su primera cita y el padre que reprende al hijo calavera, hablan con un tono diferente al que utilizarían en otras circunstancias, pero sin desfigurar artificialmente su acento.
Cuando no se posee experiencia propia de la situación que ha de interpretarse, hay que recurrir a las observaciones registradas en nuestra memoria y, si es posible, a la marcación de un buen actor o director. Un excelente ejercicio para "descubrir" tonos, consiste en elegir una palabra breve y pronunciarla imaginando todas las posibles situaciones en que puede emplearse.
Tomemos, por ejemplo, el monosílabo "¡Oh!" y, de frente al espejo, para que el gesto esté de acuerdo con el tono, tratemos de que signifique:
Espanto, horror. Repugnancia.
Fastidio.
Sorpresa grata. Sorpresa desagradable. Desencanto. Admiración.
"¡Hola!", "¡Basta!", "¡Ah!", "Sí" y "No", admiten también, pese a su brevedad, muy variados matices, que el aficionado estudioso hará bien en aprender, puesto que el dominio de éstos le ha de facilitar en gran manera el de párrafos más extensos.
Dar el tono adecuado a lo que se dice, resulta muchas veces difícil y hasta imposible si, por deficiencias congénitas o por mala costumbre, no se respira correctamente; la respiración insuficiente o irregular puede corregirse mediante la adecuada expansión y contracción de las zonas del dorso que intervienen en tal proceso, "controlando" la expiración mientras se habla, a fin de mantener en todo momento una reserva de aire en los pulmones y realizando la inspiración durante las pausas.
No debe dejarse escapar más aire al empezar que hacia el término de una frase, ni hacer una larga aspiración inmediatamente después de la expiración, sino seguir un ritmo sin variaciones.
Los sistemas respiratorios que se enseñan en los gimnasios y escuelas de educación física, no son eficaces sino más bien contraproducentes para la educación de la voz, porque elevan las tensiones de la garganta, causan fatiga y no permiten un perfecto contralor de la expiración.
En los modernos conservatorios de música y declamación y en los buenos institutos de arte escénico, se practica asiduamente la siguiente serie de ejercicios:
l. - Sólidamente afirmado en el piso y manteniéndose bien derecho, con las manos en las caderas, aspire súbitamente, como si 10 asustaran, y repita hasta que pueda localizar la acción de los músculos respiratorios.
2. - En la misma posición anterior, coloque ambas manos de forma que los pulgares opriman las costillas bajas y extienda los restantes dedos sobre el abdomen; aspire y expire alternativamente en forma anhelosa, despacio al principio y acelerando gradualmente el ritmo; observe de nuevo la acción de los músculos respiratorios. Ahora, aspire al máximo posible y empuje las costillas y el abdomen contra sus manos; haciendo la expiración tan larga como la aspiración, repita diez veces.
3. - Proceda como en el ejercicio anterior, pero aumentando gradualmente la velocidad de la inhalación y retardando la de la exhalación, hasta conseguir aue la primera sea muy rápida y la segunda muy lenta; repita diez veces.
4. - Haga una completa pero suave aspiración por la nariz. y contenga la respiración en dos tiempos; luego, expire también en dos tiempos una pequeña cantidad de aire a través de los labios entreabiertos; contenga de nuevo el aliento, y siga así hasta que el aire se le agote. Repita diez veces.
5. - Haga una aspiración nasal en igual forma que en el ejercicio precedente y reprimiendo el aliento diga "ah" en forma ininterrumpida todo el tiempo que le sea posible. Repita cinco veces.
6. - Repita cinco veces el ejercicio anterior, pero sustituyendo el "ah" por un murmullo en "hum".
7. - Haga una profunda aspiración y cuente en voz alta, sin exhalar, del 1 en adelante, hasta que le falte el aliento.
8. - Aspire profundamente y, sin esforzarse, empezando en tono bajo y elevándolo gradualmente hasta hacerla muy fuerte, diga "ah", sin que el cambio de tono altere la calidad de éste.
9. - Con una sola y larga aspiración, ría con el sonido "já", conteniéndose brevemente después de cada "ja".
10. - Aspire profundamente y diga en voz fuerte una serie de tres monosílabos, como "Ya", "Yú", "Pues", etc., en cada expiración, conteniéndose después de cada serie y prosiguiendo en igual forma hasta terminar el aire.
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