Cuando el adolescente descubre quién es necesita afirmarse y marcar la diferencia respecto de los demás. Se trata de ser originales y destacar sobre el resto. Ahora el adolescente ya no se siente cómodo formando parte de un grupo masa en el que todos sus miembros son iguales y respetan unas mismas normas. Ahora quiere ser diferente. Por eso no pierde la oportunidad de hacerlo incluso aprovechando el recurso a la apariencia física. Para ello, recurre a determinada ropa, uso de algunos colores en la vestimenta, corte de pelo, tatuajes, pendientes, música, revistas…
Por la misma razón, ya no obedece sumiso y paciente todas las decisiones de sus padres sino que se rebela y se enfrenta. Es su manera de demostrar que ya no es como era antes, cuando era un niño, sino que ahora puede pensar y valerse por sí mismo. Detrás de esos comportamientos que muchos padres caracterizan como excéntricas se esconde algo mucho más profundo: su hijo se está haciendo mayor. Comienza a marcar su propio territorio y muestra su modo de ser que es diferente al de sus padres. En esa diferencia sufre porque a pesar de que comienza a crecer sigue siendo un joven que necesita del cuidado de los suyos porque convive con muchos miedos y se siente vulnerable. El adolescente experimenta ese conflicto interno entre el deseo de autonomía y la necesidad real de querer depender de otros. Los padres deben ser fuertes ante las presiones continuas de los hijos y no ceder en lo importante sin negar por ello el diálogo abierto y fluido. La necesidad de independencia de los jóvenes puede llegar a manifestarse a través de la indisciplina y algunas faltas de respeto. En algunos momentos, es necesario corregir al adolescente, sin embargo, también es necesario que los padres manifiesten que se sienten orgullosos en los momentos que sea cierto. La mejor receta para cualquier modelo educativo es el cariño. Todo ser humano necesita lo mismo a cualquier edad: amar y ser querido por los demás. Por esta razón, uno de los peores castigos es la soledad, el aislamiento y la indiferencia. La mejor forma de evitar toda frustración innecesaria es impedir en la medida de lo posible que el adolescente tenga algún tipo de carencia afectiva por parte de sus padres ya que el amor que recibe de los demás es el alimento de la propia autoestima fundamento y motor de la felicidad.
La palabra identidad apela directamente al yo. Pretende responder a la pregunta quién eres. Sin embargo, es una pregunta que tiene una muy difícil respuesta. Se trata de un interrogante muy profundo porque apela a lo más íntimo de nuestro ser. Toda persona a determinada edad debe tomar decisiones importantes:
a) Emanciparse de los padres para adquirir la propia autonomía. Hoy día, por ejemplo, en España, los hijos viven en la casa paterna hasta una edad avanzada. No se trata simplemente de una cuestión social sino también de una necesidad económica: los precios de los pisos suben mientras que muchos sueldos siguen siendo bajos.
b) Encontrar una vocación y, en consecuencia, un trabajo para desarrollar la creatividad y adquirir un sustento económico. Lejos de defender el consumismo y el materialismo practicado por algunas personas de la sociedad actual, lo cierto es que todo hombre necesita gozar de medios económicos para subsistir con dignidad y ser feliz.
c) Descubrir el amor: generalmente, el primer enamoramiento se vive en la adolescencia donde los sentimientos se muestran de manera extrema debido a la intensidad con que se experimenta todo a dicha edad. A su vez, el adolescente cambia de gustos y deseos con mucha facilidad por lo que las uniones afectivas entre chico y chica a esa edad son débiles y poco estables pese a lo que pueda parecer en algunos momentos, especialmente, al comienzo del enamoramiento. Como consecuencia, también se vive de manera drástica el desamor que se experimenta como un fracaso. En cualquier caso, conviene destacar que cuando se habla de lo humano no existen leyes universales por esta razón conviene mencionar que algunas parejas que se conocieron en la adolescencia han pasado juntas el resto de su vida.
d) Optar por un sistema de valores determinado y concreto. El ámbito de los valores que refiere a la ética tiene un claro carácter formativo y educativo. Cualquier persona se perfecciona interiormente a través del ejercicio de la virtud que rige el bien.
e) La autoestima en la adolescencia tiende a ser débil ya que el adolescente necesita la aceptación del grupo. Por esta razón, todo rechazo no sólo amoroso sino también amistoso produce un gran sufrimiento interno.
f) El fracaso. Toda persona en algún momento tiene que hacer frente a la sensación de fracaso. Un niño que ha sido educado sin ningún tipo de límite soportará con dificultad la frustración. Sin embargo, todo fracaso tiene un lado positivo: el aprendizaje y la experiencia que supone de cara al futuro.
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