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Curso de Afrodisíacos

Química y acción orgánica
 
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Con lo que podemos concluir que el nombre o la asignación de "afrodisíaco", proviene de un origen que lo relaciona con la fecundidad y la procreación de la especie, compartida por el hombre y la mujer, pero más inherente como principio femenino de la renovación, como principio activo de la generación del misterio de la vida, de la continuidad de la raza; en ella se produce el encuentro de una mujer a otra, hasta llegar a nuestros días en la memoria genética.

Ahora, ¿a través de qué procesos pensamos que actúan esos "afrodisíacos"?; la ciencia, en sus investigaciones, ha podido comprobar que cuando alguien se siente atraído físicamente por otra persona, se produce en el organismo una sustancia llamada "feniletilamina", que es la generadora del "amor" y que, a su vez, produce serotonina (5--HT) que estimula los neurotransmisores a las terminales de las células nerviosas. Estos compuestos son conocidos como "simpaticomiméticos"; el sistema nervioso simpático tiene una intervención fundamental en la regulación homeostática de una gran variedad de funciones centrales y periféricas, entre ellas: frecuencia cardíaca, fuerza de contracción cardíaca, tono vasomotor, presión sanguínea, tono de la vía aérea bronquial, metabolismo de hidratos de carbono y ácidos grasos, actividad psicomotora, afecto y apetito. La estimulación del sistema nervioso simpático ocurre normalmente en respuesta a la actividad física, el stress sicológico, las reacciones alérgicas generalizadas y otras situaciones donde el organismo es provocado.

Esos procesos desencadenados por la feniletilamina y serotonina, comienzan en el Hipotálamo, de allí se trasladan a la corteza cerebral, en donde se guardan las experiencias pasadas; es como un mapa o un archivo de antiguas películas de vivencias amorosas; con lo cual se alcanza, a veces, un alto nivel de "dopamina", sustancia que provoca ese extraño sentido de vértigo o esa sensación de estar "flotando", o de mareo o estómago revuelto.

Un órgano que interviene en gran parte de este proceso es la "nariz", a través del olfato podemos oler e identificar a una pareja - órgano bomero nasal- mediante una información química captamos las "feromonas", que son huellas químicas particulares a cada individuo casi imperceptibles; por medio de este proceso se establece una selección natural genética, para reforzar el sistema inmunológico, ya que la elección partirá de la detección del individuo más adecuado para provocar la fecundación, con condiciones que aumentan los potenciales de adaptación y sobrevivencia acordes al medio ambiente, provocando una selección natural -innata- en la que predomine la perpetuidad de la raza generando individuos fuertes y sanos: pero no todo acaba aquí, ya que en la diferenciación del instinto animal de procreación y supervivencia, nos hallamos en otro nivel cultural, en donde se ponen en juego, o se necesitan, otras estimulaciones sensoriales que afectan el factor: visual, táctico, gustativo, olfativo y auditivo - que son modificables por el contexto socio-cultural de valores adquiridos -; sin dejar de lado ese sexto sentido, casi, perdido por nuestra especie, pero que queda por allí flotando en el aire, y que interviene cuando menos lo esperamos provocando "eso" que no podemos explicar.

"Donde hay peligro hay pasión"; gran parte del proceso de enamoramiento, además de intervenir todos los factores antes descriptos, parten de una experiencia de emoción intensa, parece que nuestro organismo tiende a transformar o confundir el miedo o terror en amor; es allí, donde interviene el sexto sentido y se transforma en un mandato genético que ordena una conservación de la especie; -mandato de "EROS"- instinto de vida de la especie. Podría explicarlo tal que, cualquier especie animal o vegetal como instinto primitivo conlleva una tendencia innata a la procreación de la especie y a la supervivencia de la misma, llevado al grado de que si alguien se siente en peligro de muerte, lo primero que tenderá a hacer, será prolongar la especie.

Las zonas más sensibles de la comunicación erótica y sexual, son las llamadas con el nombre de "zonas erógenas" y su punto culminante y más intenso, radica en los genitales; pero previo paso a ellas se encuentran comprometidas las segundas zonas erógenas que son casi siempre las primeras en provocar el encuentro, esta zona de aprendizaje y sensibilidad se encuentra en los labios, "la boca", por la cual incorporamos, para sobrevivir, el alimento y es el primer ingreso de contacto con el entorno y el amor materno y vía de alimentación erógena; provocando una doble, ambivalente, satisfacción primaria que aúnan el hecho de comer, alimentarse y sentir amor, protección, afecto; todo contenido en un mismo acto provocador de placer y satisfacción, provocadores de un sentimiento de bienestar y contención.

Cuando se produce el contacto con las denominadas "zonas erógenas", se provoca una liberación dentro de nuestro organismo de "citorina", "hormona de las caricias". (El nombre de pituitaria viene del latín pituita, que significa "flema". Al principio se creyó que la glándula era una fuente de flema para humedecer las membranas de la nariz. Cuando se aceptó generalmente, a principios de la década de 1940, que la principal irrigación vascular de la anterohipófisis estaba compuesta por sangre que ya había atravezado los capilares de la eminencia media del hipotálamo, se hizo evidente el verdadero marco del control neurohumoral de la glándula. Ahora se acepta, en general, que las células hipotalámicas transmiten al lóbulo anterior factores individuales que regulan las secreciones de cada una de sus hormonas y esta área es, actualmente, de intensa actividad de investigación. Ya está bien establecido que la influencia del sistema nervioso central sobre la función adenohipofisiaria está medida por sustancias neurohumorales que son transportadas a la glándula por el sistema portahipotálamo-adenohipofisiario desde una red capilar en la región de la eminencia media. Estas sustancias se llaman hormonas liberadoras, factores liberadores u hormonas reguladoras. Se ha demostrado que algunas de ellas, por lo menos, corresponden a la definición comúnmente aceptada de una hormona y también que influyen en la síntesis y liberación de hormonas adenohipofisiarias (Schally y col.,1973)).

Estas hormonas de la adenohipófisis, actúan sobre el sistema inmunodepresor, provocando mejoras en todo el organismo (por lo cual se puede escuchar que no hay remedio más grande que el del "amor" o veneno mayor que la falta de éste).

La adenohipófisis es la creadora de gonadotrofinas, sin ellas, todo el sistema reproductor fracasa y, por consiguiente, la capacidad de las formas superiores de vida para perpetuarse se pierden. Todas estas hormonas se originan, también, en el hipotálamo, que volvemos a encontrar como desencadenante de esta "inyección de amor".
El cerebro humano es altamente complejo, responde a estímulos que desencadenan estados mentales subjetivos, entre ellos el enamoramiento, en el cual interviene como primer ingrediente el factor visual, que actúa indiferente al sexo por sí mismo, o sexo primario como elemento de satisfacción, de atracción primaria; con el acercamiento se pondrá en acción el órgano vomero nasal y la liberación de hormonas de la adenohipófisis, comprometiéndose cuatro pequeños sectores cerebrales, entre ellos la circunvalación singular anterior; las insulametarias izquierda y derecha; y el extriatun, receptor de dopaminas.

 

 
 
 
 
   
 
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