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En cuanto
a las drogas, uno de los riesgos del uso de ellas
para alterar el estado de ánimo y los sentimientos,
es que algunos individuos desarrollan eventualmente,
dependencia de las mismas; tienen menor flexibilidad
en términos de su comportamiento con respecto
a una droga determinada, y se comportan como si
los efectos de las drogas fueran necesarios para
su constante bienestar.
Tanto, si el uso de una droga es socialmente aceptado
como si está sujeto a gran desaprobación,
múltiples factores determinan quiénes
experimentarán con la droga y sus efectos,
otros dirán quiénes seguirán
usándolas en forma casual o recreativa
y, otros factores, aún deciden quiénes
pasarán del uso casual, al intensivo o
compulsivo.
La tendencia del hombre a tomar drogas es compartida
con otros mamíferos. Los animales de laboratorio
aprenden rápidamente a autoadministrarse
casi todas las drogas, comúnmente usadas
para fines no medicinales, incluyendo opiáceos,
barbitúricos, alcohol, gases anestésicos,
anestésicos locales, solventes volátiles,
estimulantes del sistema nervioso central (S.N.C.),
nicotina y cafeína. El que un animal se
auto-medique con una droga, depende de muchos
factores que incluyen las propiedades de la droga
misma, la vía de administración,
el tamaño de la dosis individual, la cantidad
de trabajo requerida para obtener una dosis y
el tiempo transcurrido entre el trabajo y la administración
de la droga (horario de refuerzo o cumplimiento),
la presencia de otras drogas y las clases de ellas
que el animal ha recibido previamente. Si gozan
de un acceso continuo, los animales muestran formas
de autoadministración muy semejantes a
las de los consumidores humanos de la misma droga.
Estas observaciones, sugieren que la psicopatología
pre-existente no es necesaria para la toma inicial
ni continuada de las drogas, y que las mismas
son factores poderosos de cumplimiento, incluso
en ausencia de dependencia física.
Por ejemplo, en el uso de Cannabis (marihuana),
los fumadores de marihuana sienten, a menudo,
mucho más hambre, tienen la boca y las
fauses secas, sus imágenes visuales son
más vívidas y oyen con mayor agudeza.
Estímulos visuales y auditivos sutiles,
antes ignorados, pueden cobrar nueva calidad,
y los sentidos no dominantes del tacto, el gusto
y el olfato parecen realzarce. Sin embargo, en
las habituales dosis sociales, la marihuana disminuye
la empatía y la percepción de emociones
en otros.
Se han publicado datos contradictorios sobre los
efectos de dosis altas administradas en forma
crónica de marihuana sobre la función
sexual humana; no obstante, los estudios de catastro
de consumidores a largo plazo; especialmente hombres,
no ha revelado disminuciones notables de la potencia
sexual o de la fertilidad.
El rasgo que distingue a los agentes psicodélicos
de otras clases de drogas en su capacidad para
inducir, o forzar en forma confiable, estados
de percepción, pensamiento y sensación
alterados, que no son (o no pueden ser) experimentados,
excepto en sueños o en trances de exaltación
religiosa.
Casi todas las descripciones del "estado
psicodélico", incluyen varios efectos
mayores. Hay un elevado conocimiento del influjo
sensorial, acompañado a menudo de sensación
de mayor claridad pero con menor control sobre
lo que se experimenta. Con frecuencia, se tiene
la sensación de que una parte de sí
mismo, parece un observador pasivo ("ego
espectador") y no una fuerza activa de organización
y dirección, mientras que otra parte del
ser participa y recibe las vívidas e insólitas
experiencias sensoriales.
La atención del consumidor se vuelve introspectiva,
fascinada por la aparente claridad e importancia
de sus propios procesos mentales. En este estado,
la más leve sensación puede cobrar
un profundo significado. La "significación"
parece tener más importancia de la que
realmente tiene, y el "sentido de la verdad",
es más importante que la verdad misma.
Comúnmente, hay menor capacidad para diferenciar
los límites de un objeto de los de otro
y diferenciar entre el YO y el MEDIO. Junto con
esta pérdida de límites, puede haber
un sentido de unión con la "humanidad"
o el "cosmo". En el grado en que estas
drogas revelan esta capacidad innata de la mente
para ver más de lo que puede expresar,
y para experimentar y creer más de lo que
puede experimentar y creer más de lo que
puede explicar, el término expansión
mental, no es totalmente inapropiado.
Desde épocas inmemoriales, el peyote, ololiuquí
(de las semillas de la planta Rívia corymbosa)
y los "hongos mágicos" se usan
para producir alteraciones de la conciencia entre
los indios de América del Norte. En todo
el mundo se usan muchas otras sustancias por sus
efectos similares, que cambian el estado de ánimo
y la mente. Esto incluye el uso de Kava en el
Pacífico del Sur, rapé que contiene
indol en los indios amazónicos del Brasil,
y el agárico mosqueado en las tribus siberianas
de los Urales.
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