Vivimos en un mundo que nos exige a veces ser los mejores, darlo todo porque con una parte no basta, las
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personas estamos cada vez más preparadas, hay mucha competitividad y cada vez cuesta más trabajo estár al día para poder optar a conseguir un resultado aceptable en cualquier prueba de selección.
Incluso en trabajos en los que antes no se requería ninguna formación, hoy en día es condición indispensable tener estudios relacionados y muchas veces experiencia demostrable.
Esto nos crea un estrés interno, por una parte es una necesidad de estár al día, de querer enriquecer nuestra formación para aumentar nuestras expectativas laborales, informática, idiomas, postgrados, cursos… muchas veces un gran esfuerzo para mantener al mismo tiempo un trabajo que consideramos “temporal” hasta que llegue el que realmente nos gusta, horas extras para poder costear esa formación, más las necesidades básicas que todos necesitamos cubrir, lo cual nos obliga a mostrarnos casi perfectos a los ojos de la sociedad.
Tendemos a esconder nuestras limitaciones y a veces ponemos tanta atención en nuestros fallos, que hacemos que nuestras virtudes se nublen, que no resalten tanto. Es decir, cuando nos mostramos a los demás intentamos mostrar nuestra mejor imagen y ocultar lo máximo posible nuestros errores y fallos, es normal, pero a veces ponemos tanto ímpetu en ello que no resaltamos suficientemente nuestras virtudes.
La aceptación de capacidades implica que nuestras metas deben ser en todo momento REALISTAS, eso sí, tener confianza en nosotros mismos no quiere decir que consigamos TODO.
No somos perfectos, ni dioses, somos humanos y tenemos que conocer nuestra capacidad, es seguro que podemos llegar mucho más lejos de lo que a veces creemos si tenemos la autoestima baja, pero esto implica conocer también nuestras limitaciones, sabemos que hay cosas que se nos dan mucho mejor que otras, si las conocemos tenemos una parte ganada porque nos resultará mucho más fácil luchar con armas que sabemos manejar que luchar en contra de nuestras posibilidades.
Aquí podríamos hablar perfectamente de la capacidad de frustación, muchas veces las cosas no van a salír tal como esperamos, unas veces por circunstancias externas y otras veces debido a nuestra actuación que puede ser intencionada o por error. La mayoría de las situaciones somos muy duros y exigentes con nosotros mismos, parece que no podamos permitirnos fallar en algo, que todo tiene que salir bien. Debemos aceptar también la frustración, aprender a perder y a reconocer nuestros fallos, pero sin escudarnos en esta excusa, el interés y la motivación no deben perderse nunca.
Tenga en cuenta lo siguiente:
- NO SOY PERFECTO, PUEDO EQUIVOCARME Y APRENDER DE MIS ERRORES.
- TENGO CAPACIDADES PERO TAMBIÉ
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