Podemos construir una autoestima fuerte, pero siempre estará expuesta a la vulnerabilidad ante
ciertas situaciones, estímulos o personas. Al igual que protegemos nuestra piel de los rayos del sol, podemos poner un filtro, una protección a nuestra autoestima y evitar dañarla en determinadas circunstancias.
No es tarea fácil, a veces son personas muy cercanas y queridas quien nos filtran sus rayos dañándonos si no estamos protegidos.
Por ejemplo, los chantajes emocionales que a veces recibimos por parte de familiares o personas muy cercanas.
-madre: hija, te sientas conmigo a ver la televisión?
-hija: ahora no puedo mamá, he quedado.
-madre: ¿y vas a dejar a tu madre sola?
-hija: si, tengo que salír.
-madre: desde luego… con todo lo que yo he hecho por ti, está bien, ya me quedo sola, y si me pasa algo tú verás.
Ante este tipo de situaciones es muy difícil quedar inmune, aunque la hija que aparecia en el teatrillo no acepte el chantaje materno y salga a la calle para acudir presta a su cita, es muy probable que en el fondo esté pensando en su madre sola en casa y en la posible situación de que le sucediera algo. Si se queda en casa cumpliendo el deseo de su madre se sentirá igualmente mal por haber renunciado a su vida, a la cual tiene derecho. Autoestima dañada.
-marido: nos vamos a la calle?
-esposa: no me apetece, estoy cansada
-marido: pues a mi me ha recomendado el médico caminar, que egoísta eres
-esposa: el egoísta eres tú que no comprendes que yo necesito sentarme
-marido: vale vale (enfado)
-esposa: ya me arreglo, vámonos.
En este caso la esposa sucumbe al chantaje emocional por evitar un posible enfado posterior, le compensa más.
¿ Qué hacemos entonces ante estas situaciones?
Es difícil hacer cambiar a una persona mayor, a veces imposible razonar, bien por su carácter o bien por una mala costumbre de años que le ha permitido salirse siempre con la suya. No hay una fórmula mágica que salve de la mala situación, en estos casos alguien debe ceder y la persona que cede deberá poner en una balanza si le compensa más ceder o mantenerse en su posición, en el primer caso, la chica tiene derecho a salír, si la situación fuese urgente podría posponer su cita, en este caso puede dejar de ver la televisión para distraerse un poco, la posibilidad de que a su madre le ocurriese algo es muy pequeña (siempre dependiendo de la circunstancia en la que se encuentre), si solo es un capricho y no una necesidad se puede permitir el no ceder, en cambio puede acordar con su madre que hoy sale porque ya tenía una cita programada pero mañana verán juntas la televisión.
En el segundo caso la esposa ha cedido a complacer a su marido, ha puesto en la balanza los siguientes argumentos: “si me quedo en casa puedo descansar, pero tengo a mi marido enfadado el resto del día, mi cansancio tampoco es tan grande para no dar un pequeño paseo con él, si, lo prefiero”. Esto no quiere decír que ceder sea siempre la mejor solución, también podía haberse reafirmado y no salir a dar el paseo, el enfado de su marido tampoco sería eterno. Es cuestión de plantearse las dos alternativas y elegir lo que más compense a nuestra autoestima.
A parte del chantaje emocional se podrían explicar muchos más casos donde sería importante protegernos, en este curso introductoria sólo se explicarán estos contenidos.
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