¡Qué aliciente produce el hecho de saber que un día muy cercano veremos al Señor y estaremos
siempre con él! Pero así como el pecado arruinó el Plan de Dios en el principio, el ha tomado
medidas para garantizar que nunca más reaparezca a partir de su venida. Para eso tiene que
garantizar que los que vayan con él a vivir eternamente sean seres transformados, esa
transformación comienza aquí en la tierra y tiene que ser operada diariamente.
Para poder entender el proceso de la transformación tenemos que entender cómo es nuestra vida
actual: Nacemos con tendencias al pecado, a lo malo, unos llegan a ser más malos que otros, pero
el egoísmo y el orgullo todos los llevamos dentro por una herencia de miles años. Crecemos y vamos
enseñando nuestros defectos, seguimos creciendo hasta llegar a la edad adulta, unos deciden ser
personas morales o intachables, pero con todo lo intachable que logren ser, el orgullo y el egoísmo
que van por dentro y pueden ser disimulados, lo tienen en sus corazones; otros deciden ser
delincuentes e inmorales. En fin todos necesitamos ser transformados por Dios, pues así como
estamos no podemos ir con el Señor (Isaías 57:15).
En primer lugar necesitamos darnos cuenta de nuestra perdida situación, eso solo puede lograrlo el
Señor en nosotros (Lucas 18:10-14). En segundo lugar necesitamos ir a Jesús, el único que puede
darle solución a nuestra desesperada situación (Mateo 11:28). En tercer lugar necesitamos
confesarle a él y solo a él nuestros pecados (1 Juan 1:9). En cuarto lugar necesitamos experimentar
el arrepentimiento que es el deseo de no pecar más, ese deseo también lo puede dar solamente el
Señor (Hechos 2:38). Entonces el Señor promete perdonar nuestros pecados y no acordarse más de
los mismos (Miqueas 7:19).
Cuando experimentamos el perdón tan anhelado, sentiremos paz, estaremos reconciliados con Dios
(Romanos 5:1), y entonces viene el quinto paso que es mantenernos aferrados del Señor para
continuar viviendo en la paz y en comunión con él. La Biblia es clara en decirnos que la victoria sobre
el pecado se obtiene en la medida en que logremos vivir aferrados y al lado de Jesucristo (1 Juan
3:6). Cuando hagamos esto, seremos transformados día a día y muy pronto estaremos con el Señor
por siempre ( 2 Corintios 4:16).
Compruebe lo Aprendido
1. ¿Por qué así como estamos no podemos vivir con el Señor?
2. ¿De qué formas el Señor nos transforma para hacer de nosotros personas idóneas para
habitar con él?
3. ¿Deseas tú experimentar esos pasos en tu vida desde ahora?
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