Os propongo una práctica para toda la semana: que os sumerjáis en cada canción. Se trata de escuchar repetidamente, pero con plena conciencia, cada canción. Y permitir que la canción penetre en nuestro interior. Profundamente. Vivirla. Aceptarla. Disfrutarla.
Se trata de dejar de lado, durante un buen rato, todos los problemas y preocupaciones de la vida diaria, para centrarnos en la experiencia de la música. Y permitir que, en el tiempo dedicado a las canciones, éstas sean nuestra vida.
Es un ejercicio que yo he repetido durante meses y que siempre he sentido como profundamente placentero. Ahora las canciones son parte inseparable de mi vida.
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