Muchas veces este se convierte en el quebradero de cabeza para un buen anfitrión, pero no debe constituir un problema si se respeta tanto su variedad como su equilibrio.
Un plato fuerte o muy especiado debe completarse con otro de tipo suave. Las salsas de acompañamiento han de ser variadas. Por otra parte, si no dispone de un cocinero experto, ni de camareros lo mejor será simplificar las cosas recurriendo a platos que puedan prepararse con anticipación.
El orden tradicional es conocido y en todo
caso hay que respetarlo, es el siguiente:
1) Sopa o entrantes (o entrantes y sopa)
2) Pescado
3) Carne con su acompañamiento
4) Queso y/o fruta
5) Repostería
6) Helado
Existen diferencias en cuanto a los postres, si se sirven varios.
Puede suprimir algunos platos, pero siguiendo el orden convencional.
A veces, entre el plato de pescado y el de carne, se intercala un sorbete para limpiar el paladar y poder apreciar al sabor del siguiente plato. Si la temperatura no lo desaconseja, un primer plato frío puede estar ya servido antes de que los invitados pasen al comedor. También algún tipo de plato caliente, recién salido del horno, por ejemplo una sopa gratinada, en cazuelitas de barro individuales.
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