Evitarlo, trabajar, ir a casa
Por supuesto, lo primero que podemos hacer y lo más efectivo, aunque por todo lo que dijimos anteriormente se pueden dar cuenta de que también es, probablemente, lo más difícil, es evitar totalmente el conflicto. Es el primer paso que tenemos que dar.
Evitar el conflicto no quiere decir simplemente esquivar aquellos conflictos que aparecen, sino que también quiere decir no buscarlos nosotros mismos. Es la mejor forma de que las posibilidades de un encontronazo se reduzcan ampliamente, ya que si dejamos que el único que trata de encontrar problemas sea el otro hay muchas menos chances de que logre encontrarlos. Para que haya pelea, tiene que haber dos que quieran pelear.
Es posible que nos parezca natural, de repente, soltar nuestro enojo sobre alguien más, sobre un tercero, tal vez, permitir que toda nuestra frustración explote y sea un "inocente" el que termine teniendo que soportar todo eso que tenemos para decir, pero que en realidad esta dirigido a otra persona, no a aquella que esta frente nuestro.
Esta es una respuesta bastante común al estrés y el enojo, pero que a la larga no nos llevará a ningún lado, más que a generarnos aún más problemas con otra gente, y encima en este caso será todo nuestra culpa.
Aparte, tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, aceptando que seguramente nosotros tampoco podemos siempre apegarnos a las reglas de tolerancia y buena conducta, que sin lugar a dudas algunas veces hemos tenido actitudes que los demás pueden encontrar absolutamente irritantes o haciendo cosas que directamente van contra cualquier intento por tener una saludable y agradable convivencia.
Por supuesto, cuando hablamos de reglas de tolerancia y buena convivencia, la más básica a la que nos referimos es a aquella que nos explica que la mejor forma de evitar aquello que no podemos soportar es no hacerle eso mismo que odiamos a alguien más.
El famoso "no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti". Pensemos un poco y nos daremos cuenta de que, en un periodo de tiempo relativamente reciente, seguramente ya hemos fallado en seguir esta regla. Puede ser que haya sido en algo mínimo y que nadie nos lo haya marcado realmente, pero no deja de ser una verdad.
Por otro lado, también sucede que tendemos a relativizar cuan graves son nuestras faltas, contrariamente a las de los demás. Lo que puede hacer que pongamos el grito en el cielo cuando lo hace la persona que se sienta al lado nuestro seguramente no nos parecerá tan terrible si lo hacemos nosotros, sea esto lo que sea, por lo menos en un primer momento (con un cierto análisis lógico y frío probablemente veamos que tan mal estuvimos realmente).
Esforzarnos en lograr aplicar estas reglas facilita enormemente las posibilidades de tener una buena relación o que al menos, en el momento de plantear una protesta por una actitud de un compañero, esta protesta no parezca algo vacío y bastante hipócrita.
Además todos sabemos que perdonar no es algo que sea sencillo. Tampoco lo es pedir perdón, muchas veces.
Hay individuos que parecerían encontrar cierto placer en no perdonar y en marcar todo lo posible cada ataque que han recibido, recordar perfectamente como en algún momento alguien les hizo algo que los molesto y como eso los afecto.
Estos individuos, aún si parece que lo han dejado de lado, sacarán a relucir esas viejas afrentas en cualquier momento en que les parezca que alguien esta tratando de marcarles que están haciendo algo mal o que se esta haciendo alguna queja en su contra.
Estas personas encuentran (o al menos esa es la sensación que da) placer en tener siempre algún conflicto con sus compañeros de oficina, y lo disfrutan aun más si pueden hacer parecer que en realidad no es su culpa, sino que ellos son las víctimas. Empujan a los demás, tratan de hacerlos enojar, los hacen levantar temperatura y están siempre cerca del borde de llegar a la pelea abierta y directa.
Por supuesto, podemos imaginarnos que difícil, por no decir absolutamente imposible, puede ser evitar entrar en una pelea con una persona de estas características. ¿Cómo hacemos para nunca reaccionar ante una constante exposición de todo lo que hemos hecho mal en nuestra vida, al menos en lo que respecta a la relación con esta persona?
Y esto puede ser aun peor si esta persona agrega, a ese constante reproche, malos modos, gritos, expresiones desagradables, antipatía general y una actitud irritante en todas sus acciones. Si, hay muchas personas así y seguramente nos hemos topado con alguna en nuestra labor profesional.
Pero tenemos que tener en cuenta si la confrontación directa puede afectarnos negativamente de alguna manera. ¿Qué pasa si la persona en cuestión es uno de nuestros jefes o alguien mucho mejor posicionado que nosotros?
¿Y si es un compañero cuyas funciones dentro de la empresa son mucho más efectivas que las nuestras? ¿Podemos llegar a tener problemas por quejarnos de sus actitudes? Si es así, entonces tenemos que tratar de simplemente evitar todo tipo de posibilidad de entrar en choque con quien nos irrita, hacer nuestro trabajo y seguir con nuestra vida, sin detenernos a conversar o entablar relaciones con él.
No es fácil, sino todo lo contrario, pero es lo primero que necesitamos intentar. No es exactamente escapar al conflicto (si este llega a aparecer, tendremos que tomar medidas al respecto y tratar de encontrarle una solución), sino más bien tratar de que no haya tantas oportunidades para que este nos muestre su fea cara.
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