En consecuencia, esta nueva programación deberá conocer la forma de crear pasos
Theta de larga duración para motivar el enfoque correcto de nuestras actitudes,
cumpliendo así aquel requisito número uno del Control Mental que nos dice que de nada
sirve acumular técnicas si partimos de preconceptos erróneos, siendo necesario adquirir la correcta perspectiva de una situación para poder luego aplicar con provecho tales técnicas.
Primero efectuaremos una profunda relajación buscando el estado Alfa, permaneciendo
así unos diez minutos. Luego, sentados efectuaremos la siguiente rutina.
Llevamos una mano a nuestra nuca, codo echado hacia atrás y con la otra mano
realizamos respiración Idá y Pingalá. Durante esta fase respiratoria, nuestra mente se
centrará en efectuar un "cuadro de situación" del tema a programar, planteándose todos
los pasos previos al objetivo, enumerando los elementos intervinientes (agrupando
separadamente los que están bajo nuestro poder y los que aún no hemos controlado),
reordenará estos elementos insertándolos en el cuadro de situación, efectuará una
reducción eidética del objetivo y los combinará mentalmente hasta llegar al punto
inmediato anterior de la cristalización del hecho. Por ejemplo, si mi objetivo es programar
una entrevista de negocios, entonces tomaré en cuenta los elementos que hacen al objeto
de la transacción, me veré a mí mismo cumpliendo todos los pasos previos al saludo de
quien será mi potencial cliente y allí suspenderé la visualización. Una vez en el acto en sí
aplicaré los ejercicios de "refuerzo de mirada", que no sólo me darán un control de la
situación sino también actuarán como tecla de puesta en marcha del procesamiento de
elementos necesarios para la feliz concreción de mis objetivos.
El control metódico de la respiración puede, eventualmente, conducir al control de
nuestra mente e incluso de los más diversos procesos orgánicos.
Esta afirmación, en términos genéricos, es exacta; sin embargo, conviene realizar
algunas puntualizaciones. Ni los investigadores más avanzados de la actualidad conocen
el cómo y el porqué, el mecanismo completo existente de esta innegable vinculación, ni el
cuadro general de coordenadas dentro de las cuales dicho mecanismo se halla inserto.
Únicamente se sabe que antiguas civilizaciones, de las que apenas se conservan algunos
testimonios escritos sí se encontraban en posesión de ese conocimiento que en el
presente se ignora. La experimentación con técnicas imperfectas e incompletas (que es lo único que hoy se conserva de respiración cerebral) puede resultar hasta peligrosa si se
prescinde de las precauciones esenciales.
Nosotros boqueamos por dolor, suspiramos ante un alivio, retenemos el aliento en
expectación o inspiramos ante una idea.
En cada uno de estos casos la forma en que nos encontramos no solo física sino
también emocionalmente está directamente relacionada con la forma en que respiramos.
Desde hace ya mucho tiempo hemos sido concientes de dicha relación, tal como
demuestra el lenguaje, pero sin embargo la hemos ignorado casi totalmente. Por alguna
razón, la ciencia occidental ha considerado siempre a la respiración como algo impropio de estudio. Respira y vivirás, deja de respirar y morirás. Así de sencillo.
¿Pero es realmente así?
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