Un aprendiz de mago sabe que su yo superior tiene inteligencia auténtica, es decir, que su yo superior sabe realmente lo que está haciendo y en consecuencia busca mantener en contacto permanente con este guía interior, con esta inteligencia organizativa universal que está presente en cada ser humano en su máxima expresión. Un aprendiz de mago se ve a sí mismo como una obra maestra de la naturaleza, como un heredero de la genética universal, como un ser dotado de potencialidad infinita. Un aprendiz de mago comparte y está convencido – como dice una canción – que “eres una criatura del universo no menos que las estrellas y las plantas” y “el universo marcha como debiera”; por esto aprecia la inteligencia que hay en cada ser vivo: un árbol, un animal, un ser humano, nuestro planeta, nuestra galaxia, el universo. Al observar un árbol un aprendiz de mago lo percibe como un milagro, como el resultado de una inteligencia superior, como la manifestación de una inteligencia organizativa universal, como la expresión de la vida misma para asegurar su continuidad, lo cual se condensa en una semilla que contiene toda la habilidad y experiencia para asegurar el surgimiento de este ser vivo. Un aprendiz de mago sabe que esa habilidad y experiencia en grado sumo están en él.
5.- OBJETIVIDAD
Un aprendiz de mago es conciente de que la base de su proceso formativo está en aprender a ver, en hacer una lectura de la realidad con la menor distorsión posible, en eliminar al máximo los filtros originados por los condicionamientos. Sabe que su tarea fundamental es estar “completamente despierto”. Entiende plenamente la frase “Basta con abrir los ojos y verlo. Ver claro. Ver de frente. Ver del todo” y se esfuerza por liberarse de todos sus apegos, de todos sus prejuicios, de todos sus pre-conceptos; elimina de su lenguaje las palabras: certeza, fracaso, imposible, preocupación, culpa y miedo. Un aprendiz de mago busca ser absolutamente neutral y totalmente objetivo; sabe que esto es posible si trabaja en hacer realidad en su vida la frase “El aquí y el ahora son para siempre”; si busca lograr la presencia auténtica en cada actividad que realice, en cada interacción que tenga con la realidad, en cualquier situación en la cual se encuentre; sabe que debe avanzar hacia la adquisición de una paciencia infinita y entiende que “El camino es la meta. Caminar es llegar”; y que en este proceso alcanzar la tolerancia verdadera es fundamental para llegar a tener una visión clara de la realidad. Un aprendiz de mago “recuerda que no tiene que esforzarse, que no tiene que luchar, que no tiene que vencer, sólo tiene que saber”.
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