|
a) Tipología y expresión
La tipología, o parte que estudia los rasgos físicos de los personajes, que intervienen en una historieta ilustrada, tiene su importancia, no tanto por la creación de los tipos en si, como por la necesidad de que estos respondan al esquema que el común de la gente tiene ya formado respecto a las facciones de determinados personajes.
En otras palabras: el espectador de una película o el lector de una historieta, desea, quiere y espera que el «bueno» ponga cara de bueno, y el «malo» tenga cara de malo.
Hay que sujetarse, pues, a este esquema, comprobando, por ejemplo, que todos los héroes de historieta ofrecen unos rasgos físicos característicos, casi idénticos, salvando las variantes dadas por los estilos de cada época y del artista creador de los mismos : facciones agradables, proporcionadas, viriles, dentro de un canon clásico y eminentemente masculino. Cuerpos altos, esbeltos, atléticos, etc.
Lo mismo cabe decir sobre los «malos», acerca de los protagonistas femeninos y a propósito de los personajes secundarios. En el esquema mental del público, el “malo” podrá ser o bien un hombre grueso, o un personaje con cara chupada, nariz prominente o aguileña.
No hay mayor problema, de todos modos. Bastará echar mano de esa especie de “clichés" que cada uno tenemos formados sobre como es el guardia, el comprador de joyas robadas, el tahúr de la sala de juegos, etc., tratando si acaso de documentarnos
con fotografías de artistas de cine, en el momento de crear el personaje, para tener resuelta la cuestión.
Lo difícil en todo caso, viene luego, cuando ese personaje ha de ser movido, visto de frente, de perfil, de tres cuartos, desde arriba o desde abajo... conservando entonces, siempre, la misma fisonomía.
En este aspecto no son pocas las historietas en las que uno de los personajes “se pierde” por falta de identificación a medida que avanza el argumento.
Digamos, pues, que la perfecta elección de tipos y una constante en la identificación de los mismos, es importante para que el lector se familiarice con los personajes de la historieta y como consecuencia de ello, se sienta interesado por lo que hacen y les ocurre en el transcurso del argumento.
El aspecto hipológico es importante, pero a efectos de interés lo es más todavía la expresión. Consideremos a este respecto que con una mirada, una contracción del rostro, una actitud de asombro, de espanto, de burla, se está diciendo, se dice mucho más, en ocasiones, que con el mejor de los textos.
Y pensemos que el rostro humano siempre esta expresando algo, incluso cuando duerme, cuando esta muerto.
Hay que identificarse, pues, con el guión y tratar de decirlo con imágenes. Han de apurarse todos los recursos de la expresión facial, todas las posibilidades de expresar con un ademán o un gesto, con la seguridad de que este factor mantendrá alerta el interés del lector.
Es útil, a este respecto, tomar apuntes ante un espejo, sirviendo uno mismo de modelo para captar toda clase de expresiones.
b) Composición
En la composición artística del dibujo de historietas, es perfectamente aplicable la antigua norma de los clásicos griegos:
"Hallar la unidad dentro de la variedad"
Recordemos a este respecto que una unidad excesiva es causa de monotonía, promoviendo en el espectador falta de interés, mientras que la diversidad exagerada confunde y molesta haciendo que el espectador deje también de prestar atención al mensaje grafico de la obra.
Una pagina de historietas con los personajes vistos siempre desde un mismo ángulo visual, sin el juego de primeros planos, planos medios y planos generales, sin manchas negras ni contrastes que den variedad a la composición, resultará una pagina muerta, aburrida, propia para que el lector pierda todo interés en ella incluso antes de terminar de leerla.
Por el contrario, una de esas páginas en que el ángulo visual y la proyección de los planos cambia constantemente, en un batiburrillo de manchas sin orden ni concierto, promoverá en el lector una especie de cansancio prematuro, un esfuerzo de concentración que a fin de cuentas se traducirá también en falta de interés.
He aquí entonces algunas normas básicas que el aficionado debería tener en cuenta para acercarse lo mas posible al ideal de lograr la unidad dentro de la variedad:
1. Agrupar y superponer: Procurar en lo posible que los cuerpos queden separados, aislados unos de otros, e intentar superponerlos en planos sucesivos.
2. Estudiar el encuadre: Considerar en cada caso la posibilidad de “acortar" la imagen -las figuras. los objetos, los cuerpos- por el plano en que esta adquiera un mayor efectismo.
3. Realzar el volumen: La norma a seguir para realzar el volumen es básica, elemental:
Dibujar siempre, en lo posible, los cuerpos en posición "tres cuartos" -vistos de frente,
desde amba o desde abajo-.
Con lo cual, aparte de lograr mayor variedad, se explica mejor Ia forma y el relieve, obteniendo, casi siempre, una visión más artística.
4. Componer en forma asimétrica: La composición simétrica es poco corriente en el dibujo de historietas. Puede servir en determinados casos para dar énfasis a un momento solemne relacionado con ideas de majestad, realeza, religiosidad, etc. o para crear un clímax determinado (en el ultimo cuadro de una historieta, por ejemplo, presentando un vehiculo que se aleja...). Pero por lo general, la asimetría, más ligada al movimiento, será la forma de composición usual.
5. Partir de esquemas geométricos: La composición de un dibujo o una pintura se basa en un esquema geométrico que, reducido a su mínima expresión, puede traducirse en un cuadrado, un triángulo, un círculo, etc.
Existe a este respecto la posibilidad de partir de esquemas tipográficos ,es decir, de componer sobre esquemas constituidos básicamente por letras capitales tales como la L, J, C, Z, S, Y.
6. Crear y organizar contrastes: Ha de pensarse en que, como mínimo, trabajando en una historieta impresa en negro, dispone usted de dos "colores": negro, gris... y blanco.
Dejando a un lado, incluso, el gris procedente de tramados, con solo el negro es posible
crear y organizar contrastes, pintar de negro algunas zonas o formas para que, en contraste con el blanco, den mayor variedad y riqueza a la imagen.
Esta creación y organización de contrastes ha de ser estudiada y calculada, respondiendo a lo que en arte entendemos por equilibrio de masas, es decir, obedeciendo a una distribución equilibrada de las manchas negras respecto a las zonas blancas, compensando el «peso» de una mancha negra por tamaño y situación, respecto al «peso» de una zona de tonos claros y viceversa, etc.
|
|
|