Hablando de dibujo y pintura, en general, asociamos el factor iluminación a la idea de volumen y expresión. La posibilidad de expresar con luz es tenida en cuenta por todo buen pintor en el momento de proyectar y realizar su obra.

Ese buen pintor sabe que la luz frontal proporciona poco volumen, que la luz frontal lateral explica mejor la forma de los cuerpos, que el contraluz ayuda a crear espiritualidad, feminidad, fantasía.

Que una luz dirigida y dura promueve energía, mientras que una luz suave y difusa se asocia a suavidad.

Pues, bien: hablando del dibujo de historietas en particular, estos conceptos clásicos cuentan mucho menos y hasta, según como, dejan de contar en absoluto.

Lea esto con atención. Es importante:
El dibujo de historietas ha de ser ante todo narrativa, ha de explicar con claridad un argumento, valiéndose de imágenes. Estas imágenes han de ser claras, han de ilustrar, han de documentar de forma inequívoca la estructura de los cuerpos, la actitud y expresión de las figuras.

En el dibujo de historietas clásico existe, por otra parte, la circunstancia del medio: el hecho de que sean dibujados a la pluma, sin posibilidad de pintar medias tintas, “pintando” solo con negro sobre blanco.

Dadas estas condiciones y recordando el factor documental o narrativo, ¿cuál puede ser la forma de iluminación más apropiada? La frontal o frontal lateral.
Pero toda norma tiene su excepción. Hela aquí:

En determinados casos, para obtener un mayor efectismo, la iluminación podrá ser a contraluz o semi-contraluz, viniendo desde arriba o desde abajo.

Esta excepción tendrá lugar, por ejemplo, cuando el artista quiera dramatizar una escena, cuando esta escena tenga lugar por la noche, etc.

Le invito ahora a que usted mismo compruebe la exactitud de la regla anterior, analizando con atención cualquier serie de dibujos de historieta realizados por un buen ilustrador. Comprobará usted que casi siempre las cabezas aparecen sin sombras, dibujando en ellas, con líneas únicamente, los rasgos faciales que expresan un estado de ánimo determinado.

LIegará a la conclusión de que, en muchos casos, la forma de iluminación es del todo arbitraria, incluso falsa: como en el caso harto frecuente de una figura caminando por una calle, de noche, en plena noche, y con la cara blanca, como recibiendo la luz de pleno día.