El guache, más conocido como temperas (aunque no sea exactamente lo mismo) se diluye en agua y sus colores son espesos y cubrientes.
Los pinceles y soportes son los de la acuarela, además de algunos de pelo de cerda, más fuertes que los de pelo de buey. Son buenos, también los sintéticos.
Se pueden pintar bodegones, paisajes, retratos y en todo tipo de estilos, pues se parece mucho al óleo y acrílico. Sin embargo, hay que tener en cuenta que se diluye fácilmente con agua, por lo que la segunda capa de pintura debe ser espesa y nunca aguada, porque sino se fusionaría con ella, en vez de superponerse. A pesar de esta desventaja, son muy buenos los resultados que se obtienen y, una ver terminada la obra es difícil distinguir si ha sido realizada con guache o con pintura acrílica.
Puede barnizarse si se desea que tenga brillo, pero, siempre ha de enmarcarse con cristal, para proteger el papel (o cartón) de la humedad.
Se venden en pastillas, tubos, frascos de cristal y de plástico y lo hay de diferentes precios y marcas, lo mismo que cualquier otro tipo de pintura para bellas artes. Los más prácticos son los que vienen en frascos. Se conservan mejor los que vienen en tubos.
Comience con ejercicios de mezclas de colores y pintando un solo objeto sobre una mesa. La técnica es parecida a la acuarela, teniendo en cuenta que los colores son cubrientes y no transparentes. Al hacer los ejercicios de colores ya se irá dando cuenta de sus posibilidades.
Pinte con cuatro o cinco tonos como máximo, el color de la pared, de la mesa, del objeto, su sombra (local y proyectada sobre la mesa) y su luz.
Realice también veladuras, degradados y superposiciones para ejercitarse.
- Veladura: pinte una capa de color, amarillo por ejemplo, y cuando esté completamente seco, cubra una parte o en su totalidad, con azul, no muy diluido, para que se superponga al otro, aunque no lo tape. Se tienen que ver las dos tonalidades, una sobre la otra.
- Superposición: igual al anterior, pero esta vez debe ser cubriente, para que no se aprecie el color de la capa anterior.
- Degradado: la primera mitad de la hoja con el color espeso y vaya añadiendo agua a la mezcla para que quede más claro y siga pintando. Se verá más oscuro al principio y más claro al final.
- Salpicado: con un cepillo de dientes viejo o un cepillo de uñas pequeño, impregnarlo con un poco de pintura diluida en agua y con ayuda del dedo pulgar frotar el pelo del cepillo suavemente. De esta forma se salpica el papel con la pintura.
No haga empastes, pues la pintura se resquebrajaría. Es mucho mejor pintar varias capas o dar una base con pasta de modelar (es una pasta que se añade a la pintura o que se da como una imprimación muy espesa en la zona que se quiere realzar) con una espátula. Con esta pasta se consiguen muy buenos relieves y se puede mezclar con arena si se desea otra textura.
Puede pintar con una espátula la segunda o tercera capa con pintura tal y como sale del tubo, para lograr un efecto más expresivo.
Ambas pinturas están realizadas con temperas. A la primera la cubrí con tinta china negra, y una vez seca, la “lavé” con agua limpia. De esta forma se consigue este efecto de “monotipo”. La segunda está hecha a base de veladuras y superposiciones.
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