Antes a las mujeres no se les permitía responder con placer, porque era pecado, era lujuria, socialmente casi se les catalogaban de prostitutas, así que las convertían en reprimidas sexuales.
Y si el hombre llegaba a encontrar a una mujer que no respondiera con esta represión, es decir que respondía placenteramente, ambos la pasaban muy bien, pero al final, él también consideraba que era una prostituta, que era bien puta pues. ¡Y claro que si, pues los dos eran hijos de la misma cultura! ¡Es decir ambos tenían deseos lujuriosos! Una mujer no debía expresar ni sus deseos ni sus respuestas sexuales ante los hombres. Podría ser montada, señalada y dejada. ¡Y un hombre tampoco podía ser muy expresivo sexualmente hablando! podría ser reprimido, señalado y acusado. Que situación existencial tan angustiante para ambos. Ellos mismos se consideraban pecadores. Así que se deschongaban con otras parejas donde si pudiesen expresarse sexualmente sin inhibiciones. Ojo, pero al final ambos eran criticados por su pareja. ¡Qué paradójico!
El nido de amor matrimonial era un nido de procreación exclusivamente. Y uno de tantos caminos, dije uno, para la infidelidad donde simplemente si podían expresar sus respuestas sexuales, no porque fueran lujuriosos, sino porque allí si se permitían expresar y satisfacer sus necesidades y respuestas sexuales naturales. El amor y la pasión sexual estaban separados, disociados. Y en algunas personas hasta la fecha siguen estando disociados.
¿Entonces que es la lujuria? Creo que en la actualidad es un concepto que va a ir dejando de utilizarse para mejor hablar de parafilias como el sadomasoquismo, las necrofilias, las pedofilias, fetichismo. Voyerismo, exhibicionismo, abuso sexual, alteraciones en el deseo sexual o en la respuesta sexual. Celos, envidia sexual, codicia sexual. Es decir poco a poco el término o concepto de lujuria va a ir perdiendo peso, para irlo aplicando tal como definí a la lujuria al principio.
Tampoco hay que dejar de lado todo ese bastísimo conocimiento de la Endocrinología. Es decir la rama de la medicina que estudia las glándulas endocrinas y cuyo producto son las hormonas. Actualmente se sabe mucho de las hormonas sexuales y de la manera cómo influyen en la respuesta sexual humana. Es decir en nuestra respuesta sexual. Discúlpenme pero nada de lo que digo es ajeno a ustedes. Nuestras necesidades sexuales, nuestros deseos sexuales y nuestra respuesta sexual no se pueden evitar, son biológicas, es natural, desafortunadamente si se pueden reprimir, pero siempre traerá consecuencias psíquicas muy desagradables. Se sabe mucho del efecto de las hormonas sexuales sobre el deseo y la respuesta sexual.
Es decir, estamos a más de dos mil años del nacimiento de Cristo por poner un punto de referencia, y es obvio que durante estos dos mil años, y mucho más durante los últimos cien años se han descubierto tantos datos sobre la conducta sexual que ya es tiempo de dejar de juzgar de lujurioso o libidinoso o asignarle cualquier otra palabra de carácter peyorativo, tanto al deseo como a la conducta y a la respuesta sexual humana. Para aplicar este concepto tan solo donde realmente sea aplicable. ¡Si supieran como en forma natural las hormonas incrementan el deseo sexual en las mujeres mensualmente que dichosos serían!
Si aplicamos los conocimientos actuales sobre el deseo sexual y la respuesta sexual a la conducta sexual de antaño, que se consideraba lujuriosa, podemos concluir que se aplicaba entonces tanto al deseo sexual como a la respuesta sexual. Y eso en la actualidad ya no es posible. Puedo entender que mi pareja ande jariosa, pero eso no es ningún signo de lujuria, o que yo ande caliente, pero eso no es ningún signo de lujuria.
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