Ya hemos acordado en el valor y la utilidad del silencio.
Vamos ahora a reflexionar sobre los riesgos que ya mencionamos en el cuadro anterior.
Muchas veces el silencio deja de tener este valor “sagrado” para transformarse en arma-castigo. ”A ella no le hablo más”. “Lo ignoro para que aprenda” o para tapar la verdad “Yo no sé nada”. “En eso no me meto”. “El silencio es salud” (como sinónimo de no compromiso o complicidad con el mal)
Otras veces el silencio se transforma en una pared de incomunicación, de ostracismo, de cerrazón.
No es a este silencio al que nos queremos dedicar.
El silencio que hace fecunda la vida es como el agua, que lo que toca transforma, reverdece, ilumina.
Sacarle el agua a las flores es secarlas. Un “alma” sin silencio...
Digo “sagrado” como sinónimo de dedicado con suma eficacia y ardor algo a un determinado fin superador.
|