Todos los días; se comienza con diez minutos y crece según las propias decisiones, necesidades y posibilidades lo especifiquen.
Lo ideal sería no menos de media hora diaria.
A veces hay que dedicar tiempos más largos. Una vez al mes, por ejemplo, medio día. |
Puede ser en cualquier lugar, pero es importante establecer un lugar especial de la casa o el jardín, especialmente dedicado a esta noble tarea de “escuchar” el silencio.
Cuando se quiere dedicar tiempos más largos, buscar al aire libre, montaña, jardín, río, paisaje especial o en el lugar destinado en la propia casa o en casas de meditación. |
Disponer de un sillón o silla cómoda, almohadones o alfombra.
Contar con lápiz y papel por si surge la necesidad de anotar algo.
Poner música suave de fondo, preferentemente sin voces.
Encender velas o sahumerios o lámpara de aceite, pocas, simplemente como acompañante sin exageración.
El acento tiene que estar puesto en la austeridad y sobriedad del silencio.
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