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Mapa de visualización creativa

 
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Hemos llegado ahora a la instancia en que deberemos valernos de la energía latente en el Inconsciente para que ésta concurra en propulsar nuestra voluntad hacia el objetivo.

Una etapa que, trabajando sobre las dos anteriores, integre toda la información en un todo armónico. Armónico entre lo que conscientemente deseamos y lo que inconscientemente nos permitimos. Ese es el Mapa de Visualización Creativa.

Les propongo que lo enfoquemos de la siguiente manera: primero, les describiré el método. Luego –como sin duda resultará extraño y hasta cómico a más de uno– les explicaré el fundamento del mismo.

Para ello, deberán tomar un gran trozo de papel rectangular, una cartulina o papel afiche, y trazar, con fibra negra, una gran espiral en él. Esta espiral debe ser dextrógira (en el sentido de las agujas del reloj) y convergente (comenzar desde afuera y finalizar en el centro).

Al tope de la misma, escribiré el objetivo, por caso, mi deseado viaje a México en, digamos, marzo del 2007, pero expresado en tiempo verbal pasado (para reforzar la idea de la "cosa cumplida"). Entonces, escribiré: "Viajé a México en marzo del 2002".

Procederé entonces a contar la cantidad de elementos del listado "A" (sólo a título del ejemplo: supongamos que fueran siete) y sumarlos a la cantidad de elementos del listado "B" (siempre como ejemplo, digamos nueve).

Ese total de dieciséis elementos, los representaré sobre la espiral de la siguiente manera:

divido el recorrido de la espiral en 16 secciones iguales y equidistantes.

luego, dibujo con lápiz 16 cuadraditos (que, de aquí en más, denominaré "estaciones").

Consigo luego un buen número de revistas y periódicos, y comienzo a buscar ilustraciones o gráficos que representen (simbolicen) ora los elementos de la lista A, ora los de la lista B, o bien yo mismo los diseñaré:

Por caso, al dinero que sí tengo lo representaré con un billete real (de la más baja denominación posible, ya verán por qué) al lado del cual irá el número que signifique la cantidad de esos billetes que conforman el total de dinero de que dispongo, y otro tanto para lo que me falta; a la empresa que he elegido para viajar, mediante un aviso comercial de la compañía; al acuerdo o aceptación de mis posibilidades que aún no he planteado, una foto o dibujo de dos personas estrechándose las manos por sobre un escritorio o en una oficina; las fechas elegidas, por un trozo de página calendario donde haya orlado los días correspondientes, etc.

Además, debo pegar una foto mía en el comienzo de la espiral (en el extremo exterior) y una del destino elegido (una postal turística de México) en el centro de la espiral, con otra foto mía pegada superpuesta a ésta.

Continúo pegando las ilustraciones en las "estaciones" según el orden natural o deseado de sucesión de acontecimientos como es esperable que se produzcan de aquí al día del viaje.

Esto significa que, ni debo intercalar una a una las ilustraciones, ni pegar primero todas las que juegan a favor y luego las que me faltan conseguir, sigo según entienda yo que vaya precisándolas o necesitándolas.

Para el ejemplo de marras: quizás la entrega del dinero que sí tengo deba hacerlo sólo un par de días antes de viajar, así que a esa altura de la espiral, en la "estación" correspondiente, pegaré el billete con el número que lo multiplique correspondiente, pero es ahora, luego de haber elegido la empresa turística –cuya ilustración será de las primeras– que logré conseguir el concordato de financiación deseado (por lo que la ilustración correspondiente vendrá inmediatamente después).

Finalmente, con tinta azul recuadro las "estaciones" de los elementos que ya tengo, y con rojo, las que representan lo que me falta conseguir.

Y ahora pasamos a implementar este mapa. Deberé sujetarlo en un lugar de mi dormitorio, donde sea lo último que vea antes de dormirme, y lo primero al despertar.

Si no se quiere afear la estética del lugar, puedo ponerlo, por ejemplo, en la cara interna de un armario, "ropero" o placard, que dejaré abierto al acostarme.

Así, mientras el sueño me invade en la penumbra, pasearé la vista, sin detenerme, siguiendo el recorrido de esa espiral en sentido dextrógiro, tres o cuatro veces. Al despertar, somnoliento, haré lo mismo.


Y desde el hoy hasta el momento de completar mi objetivo, cada vez que alcance en el tiempo una de las estaciones, la cruzaré con una visible "X" en azul.

Luego de materializada en la realidad mi propuesta, procederé a quemar, con todos sus símbolos, el mapa. Esta es la razón por la que usaré billetes de baja enominación: ninguna gracia me causaría arrojar al fuego un billete muy valioso.

Si parece infantil el sistema, tiene, sin embargo, una lógica explicación: si yo escribiera simplemente frases, como "obtendré la financiación deseada" o "conseguiré la licencia para esos días", estas palabras, estas frases con sentido sólo tendrían significado para mi consciente; mi inconsciente es analógico, simbólico, absurdo.

Se expresa mediante símbolos, es decir, figuras representativas de un sentido que trasciende a la ilustración. Es el simbolismo de los sueños, verdaderos mensajes del inconsciente al consciente, pero en un lenguaje metafórico.

Por lo tanto, si debo "ordenarle", decirle algo, debo hacerlo en la lengua que entiende, que es la lengua de los símbolos y de las imágenes. y por ello es que empleo esas ilustraciones.

Así, establezco una conexión entre lo consciente y lo inconsciente, sumando, al objetivo lógico, toda la energía, la fuerza de lo más profundo de mi ser.

¿Y por qué he de quemar el mapa al finalizar y no, simplemente, lo estrujo y lo arrojo al cesto de residuos?. Porque si no le indico claramente al inconsciente que he logrado mi propósito, que he alcanzado mi objetivo, corro el riesgo que éste –que, recordemos, en su irracionalidad demora mucho en incorporar las vivencias de la vida cotidiana, lo que queda demostrado por el hecho de que ciertos episodios importantes del devenir diario son "soñados" (es decir, elaborados) a veces días, semanas o meses después de haber ocurrido– siga "enganchado" con la programación, desviando y quitando energía a nuevas metas.

La destrucción por el fuego, en cambio, tiene un claro, genético e inconsciente significado de "liberación" –visible en todas las religiones, desde la quema del sacrificio hasta el encendido de una vela– asimilable como tal (en su sentido final) por el inconsciente.

Incidentalmente, es importante señalar que puedo realizar hasta dos programaciones simultáneamente (una a corto plazo y otra remota en el tiempo). Al implementarlas, observaré primero el mapa más lejano y luego el más próximo –al dormirme y a la inversa al despertar.

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