Una vez tangas claro lo que buscas: tiempo para escribir.
Hay que decidir dónde y cuándo.
Dibuja en tu libreta tres recuadros y anota en ellos el tiempo que dedicas a:
- Lo que te gusta de tu vida.
- Las obligaciones.
- Lo que no te gusta y no es ninguna obligación.
Suprime literalmente aquellas actividades no obligatorias y que no te gustan.
Vuelve a realizar la misma operación y añade otro recuadro:
- Actividades indiferentes.
Aquellas actividades no obligatorias que no te disgustan, pero que no te aportan nada como por ejemplo clases de ganchillo ¿podrías dedicar ese precioso tiempo en un taller literario?
¿Y el tiempo extra que dedicas a ver la televisión? Sobretodo aquellos programas que terminan a altas horas de la madrugada.
No pretendo que te acuestes temprano, sino que te sientes delante del ordenador, o cojas tu libreta y escribas, aunque no te sientas inspirado o inspirada.
Lee la lista de actividades que según tú son obligaciones de las que no puedes deshacerte.
¿De verdad lo crees?
Si son deberes que has adquirido ineludibles como trabajar, es cierto, pero qué me dices de limpiar la casa. Contrata a alguien, para eso trabajas, y dedica esas horas de limpieza a escribir. Aunque tal vez tu economía no te lo permita. En este caso hay una solución: mientras limpias lleva contigo una grabadora.
Se pueden realizar dos cosas a la vez: un ejercicio físico como fregar el suelo, y un ejercicio mental. En lugar de escuchar música continúa aquella historia que dejaste a medias.
Por favor no dejes de estar con tu familia, ni de salir con tus amigos para escribir, eso sí, con moderación.
Si decides que vas a escribir los martes y jueves de 20 a 22 horas tienen que respetar tu decisión como si estuvieras en tu puesto de trabajo.
Tienes la lista de las tareas que realizas durante los siete días de la semana, es el momento que entre las obligaciones ineludibles y aquellas que siempre dejas de hacer coloques tú horario para crear. Tal vez te desmoralices porque la franja que queda libre sea a partir de las 12 de la noche. Aprovecha una o dos horas de silencio total, aunque no diarias. Ponte unas restricciones, dos o tres a la semana, y planifica la mañana siguiente ¿puede tu marido o tu mujer quedarse a los niños? ¿puedes no realizar horas extra el lunes en la oficina para llegar antes a casa?
Si sales de marcha cada fin de semana y acostumbras a llegar al mediodía de la mañana siguiente, no pido que dejes de hacerlo, pero redúcelo a la noche del sábado y quédate despierto o despierta la noche del viernes escribiendo, o procura llegar antes de las 4 de la mañana y anota tus impresiones. A veces ese punto de diversión en el cuerpo ayuda a que deslumbrantes ideas que tenías escondidas en el subconsciente floten a la superficie.
Reduce la lista a los días de la semana y a las horas que puedes dedicar a tu actividad favorita y marca un horario.
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