Para algunas personas el estrés es sinónimo de continuos sobresaltos, para
otros equivale a malestar y para la mayoría significa tensión.
En todos los
casos el estrés representa para nosotros algo inquietante y altamente
perjudicial.
Sin embargo, hemos visto que el estrés surge como una
respuesta, tanto física como mental, a las adaptaciones y ajustes del ser
humano a los diversos acontecimientos vitales. Esa respuesta, que en
principio puede ser natural y que aparece para ayudarnos a afrontar nuevas
situaciones, cuando se transforma en una reacción prolongada e intensa es
muy posible que desencadene serios problemas físicos y psíquicos.
Actualmente, el estrés es uno de los factores de más alto riesgo en las
enfermedades cardiovasculares, por lo que te recomendamos una serie de
pautas, no sólo para intentar controlarlo, sino también para prevenirlo.
1.
Localiza el origen del problema. La mayoría de las personas están más
pendientes del estado del tiempo o el saldo de su cuenta corriente que de la
tensión de su propio cuerpo. Pero no olvides que saber qué es el estrés,
reconocerlo y, sobre todo, averiguar qué lo está desencadenando y cómo está
afectando a nuestro organismo es el primer paso para su manejo y control.
2.
Reserva tiempo para divertirte. Participar en actividades que te gusten es
una gran manera de recuperar energía. Tales actividades pueden ser simples
pasatiempos individuales o para realizar con tu familia o amistades. Lo
importante es que las disfrutes.
3.
Cuida tu alimentación. Tabaco, café y alcohol potencian el estrés, por lo
que es necesario limitar su consumo todo lo posible. La dieta tiene que ser
equilibrada, rica en verduras, fruta y fibra y baja en grasas y azúcares.
Come despacio y de forma regular.
4.
Haz ejercicio. La actividad física regular mejorará tu bienestar general y
te ayudará a prevenir el estrés y las enfermedades que conlleva.
5.
Aprende a contar lo que te pasa. No guardes tus sentimientos: son una bomba
de relojería. No olvides que aquellos que transmiten sus emociones padecen
menos trastornos.
6.
Practica el optimismo. Rechaza los pensamientos negativos y sustitúyelos por
pensamientos positivos. No es fácil hacerlo, pero no es imposible. Las cosas
no son en realidad tan horribles como las vemos a través del estrés. Ser
flexible y tener actitudes positivas ante la vida aumenta las defensas.
7.
Aprende a decir NO. Es importante no crearse más obligaciones de las
necesarias. Atrévete a expresar tu opinión con tranquilidad y no te
sobrecargues con responsabilidades excesivas.
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