Existe un estrés normal, como reacción de adaptación con dos etapas:

1. La fase de alerta: con predominio de la hiper vigilancia, estimulación del intelecto, la memoria, la concentración, el juicio, en tanto el cuerpo reacciona preparándose para la posible acción, con un aumento de la tensión arterial y muscular, el ritmo cardíaco y la respiración.

2. La fase de lucha: se caracteriza por la puesta en marcha de los distintos registros de respuesta, según una estrategia elaborada y flexible, en la medida que se preparan respuestas adecuadas para manejar el estrés, y llegar a un nuevo equilibrio con el ambiente.

El estrés se vuelve patológico, cuando la situación estresante, que puede ser imprevista, demasiada intensa o lábil, conocida pero reiterada, supera la posibilidad de acondicionamiento del sujeto, que se siente sobrepasado. O sea luego de las dos fases mencionadas se produce un tercer momento.

3. La fase que es de agotamiento con incapacidad de adaptación, surgiendo el estrés patológico, con modalidades de cuadros agudos o de estrés patológico duradero.