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Hasta la fecha, no hay certeza respecto de la o las causas de la eyaculación precoz. Sin embargo, es posible afirmar que “el 99% de las eyaculaciones precoces son puramente psicógenas.”[24] Siendo muy escasos los casos de eyaculadores precoces en los cuales el origen de su problema es somático.
Acorde con lo anterior, podemos mencionar como las causas orgánicas más comunes a las afecciones urogenitales de la uretra posterior y de la próstata, alteraciones de tipo neurológico, trastornos degenerativos, alteraciones vasculares, fármacos (antidepresivos, antihipertensivos, estimulantes), desequilibrios hormonales y enfermedades que alteran los mecanismos reflejos de la eyaculación.
Siendo las más frecuentes las causas psicológicas, la causa inmediata siempre presente en la eyaculación precoz es un déficit perceptivo de las sensaciones sexuales. Otras causas mencionadas comúnmente pueden ser: mensajes antisexuales en la infancia, falta de información sexual, presión por parte de la pareja, ambiente familiar problemático, ansiedad, estrés, miedo al fracaso, dificultad en controlar los estímulos.
Para Gindin y Huguet, “las causas reales de la eyaculación precoz son básicamente dos: ansiedad y mal aprendizaje. Ambas interactúan y se refuerzan mutuamente”[25]. A su vez, Masters, Johnson y Kolodny concuerdan con dicha afirmación, sugiriendo que los elementos más importantes en el desarrollo de la eyaculación prematura son "(1) experiencias sexuales tempranas que condicionaron una respuesta rápida, o (2) ansiedad que se ve activada por situaciones de naturaleza sexual”[26].
Estos últimos autores, sostienen que dado que la primera experiencia eyaculatoria para la mayoría de los hombres fue resultado de la masturbación o de las poluciones nocturnas, no les dio ninguna razón para retardar el ritmo de sus primeros encuentros sexuales para acomodarse a su pareja. Esta suerte de condicionamiento de eyaculaciones rápidas continúa en muchos casos durante la adolescencia o en los primeros encuentros sexuales con compañeros, en los cuales el juego sexual no coital daba también gran importancia a la eyaculación veloz, y lo mismo ocurre en las primeras experiencias coitales que tienden a repetir ese esquema: “muchos adolescentes intentan por primera vez la penetración en circunstancias apresuradas (por ejemplo, en el asiento trasero de un coche), donde tienen miedo de ser descubiertos y donde la ansiedad, la culpa y la expectación se combinan para hacer que la eyaculación rápida sea algo muy corriente”[27]. Es así como Masters, Johnson y Kolodny concluyen que, al parecer, un condicionamiento temprano de este tipo es una de las formas principales en que evoluciona un esquema de eyaculación precoz de toda una vida.
El papel de la ansiedad también puede ser importante en la eyaculación precoz. Joseph Wolpe estableció que la ansiedad ocasiona cambios de tipo eléctrico y químico en el sistema nervioso, que acelerarían el reflejo eyaculatorio. Al mismo tiempo, la ansiedad de actuación o por el desempeño, se combina con los esfuerzos tendientes a contener la sensación de urgencia eyaculatoria, los cuales por lo general terminan siendo vanos, puesto que en realidad la ansiedad agrava la pérdida de control.
Un círculo vicioso puede apreciarse en ciertos casos de eyaculación precoz, donde las presiones de actuación y el temor anticipatorio al fracaso, no sólo se autorrefuerzan y aumentan en gravedad, sino que con frecuencia evolucionan hasta llegar a una impotencia secundaria. También puede ocurrir que al utilizar inútiles técnicas[28] para distraerse, de manera de intentar retardar la eyaculación, se exponen o a perder el control sobre las sensaciones previas al reflejo eyaculatorio o a frenar el apremio de la eyaculación y perder la erección. “Este patrón de ansiedad por la ejecución conduce a un espiral de miedo al fracaso, y fracaso, y mayor ansiedad por la ejecución y fracaso permanente de la erección.”[29]
Es así como de acuerdo con varios autores, la principal causa de la rápida respuesta eyaculatoria se debe a la manera en la que se desarrolla la primera relación sexual del hombre, ya sea por ansiedad, incomodidad, falta de experiencia, desconocimiento o miedo. El hecho de no cumplir en la primera relación con las expectativas sociales y las suyas propias, genera ansiedad por el desempeño en ocasiones futuras. Situación que le hace olvidar, en la mayoría de los casos, que se trata de un tema en donde el ensayo, el error y el acierto son requisitos indispensables y para el cual no ha tenido experiencias y aprendizajes previos.
Para Gindin y Huguet, el varón trata de “manejar la ansiedad que le despierta la sexualidad levantando defensas contra la percepción de las sensaciones eróticas intensas que preceden al orgasmo”[30]. No percibiéndose las señales que anuncian la eyaculación y produciéndose una descarga involuntaria. El origen de esta inhibición de la percepción de la inevitabilidad de la eyaculación, también puede estar en la falta o el exceso de preocupación por el goce de la mujer.
Según estos mismos autores, la primera relación sexual representa una experiencia crucial para el hombre, donde la penetración desencadenaría un programa gestual instintivo que, seguido de 10 a 15 movimientos rápidos, llevan a la eyaculación. Concluyen que cuanto más rápida sea esta primera experiencia, mayor es la posibilidad de que este síntoma permanezca estable en la vida del sujeto.
Asimismo, afirman que la gran frecuencia de observaciones de eyaculación precoz, particularmente en hombres jóvenes, evidencia la aparición de una fase crítica de aprendizaje en el varón: “más del 80% de los consultantes estudiados por nosotros -sean eyaculadores precoces o no lo sean- refieren que el primer coito fue con eyaculación precoz, con menos de 15 movimientos coitales. Pareciera que hay una marca genética que permite esta posibilidad, después modificable con el tiempo y el aprendizaje del sujeto”[31].
Para Semans lo esencial de la eyaculación precoz es la presencia de un mecanismo reflejo demasiado rápido. Es así que, para tratar esta disfunción, su objetivo principal consiste en prolongar el mecanismo reflejo neuromuscular de la eyaculación.
Para Helen Kaplan la eyaculación precoz es la consecuencia de un mal aprendizaje de los hombres que presentan este trastorno, ya que “no prestan atención a sus emociones sexuales, porque se distraen con la duda sobre su capacidad, con una preocupación excesiva por su compañera, o porque sienten ansiedad cuando el placer de la excitación sexual es demasiado intenso”.[32] “Estos hombres excesivamente excitados, ansiosos o culpables se concentran en sus sentimientos negativos y se desconectan de sus sensaciones eróticas. Evitan los períodos de excitación prolongada, y no llegan nunca a familiarizarse o a encontrarse a gusto, o a permitirse disfrutar verdaderamente de las sensaciones naturales de intenso placer erótico que aparece inmediatamente antes del clímax sexual.”[33] Por esto, ella señala que para aprender a controlar el reflejo eyaculatorio, es necesario aprender a concentrarse en las propias sensaciones al momento de un encuentro sexual.
Muchos eyaculadores precoces sienten culpa o vergüenza de su placer sexual producto de mensajes recibidos en la infancia que le indicaban que el sexo es ofensivo, pecaminoso y dañino. Estas creencias pueden acompañar a una persona a lo largo de su vida a pesar que intelectualmente esté consciente de que son erróneas o incluso cuando no es completamente inconsciente de estos sentimientos y creencias.
A pesar que la mayoría de los eyaculadores precoces lo son con todas sus parejas, existe un grupo que sólo pierde el control eyaculatorio con determinados tipos de pareja. Dentro de este grupo, están los que eyaculan rápidamente ante una mujer exigente o ante una mujer que estiman. Por otro lado están los que controlan la eyaculación frente a mujeres sexualmente pasivas, desconocidas o a las cuales consideran inferiores. Sólo unos pocos, con tendencias sádicas, tienen un control mejor y disfrutan más del sexo cuando hacen daño o dominan a su pareja.
Masters, Johnson y Kolodny afirman que “es muy corriente que un hombre que tiene poca o ninguna dificultad para mantener el control eyaculatorio con su pareja habitual eyacule a una velocidad casi vertiginosa con una nueva”[34]. Esto se debería a que la mayor excitación psicológica de estar con una persona nueva contribuye sin duda a una reacción precipitada, donde el aumento de la ansiedad de actuación suele desempeñar también un papel en este caso. Otro ejemplo similar se produce cuando un hombre intenta la penetración por primera vez después de no haber tenido actividad sexual ninguna durante un largo período de tiempo.
Una hipótesis interesante es la que plantea Segú, para él "los eyaculadores precoces utilizan fantasías tipo fotografía al masturbarse, y no realizan pausa. En cambio, las personas con un buen control eyaculatorio usan fantasía tipo película y realizan pausas durante la masturbación"[35]
Strassberg, Kelly, Carroll y Kircher, citados por Wincze y Carey[36], determinaron que mientras los eyaculadores precoces se masturbaban en 3 1/2 minutos y tenían una actividad coital intravaginal de menos de 2 minutos, los sujetos control se masturban en 9 y realizan un coito de 12 minutos.
¿Qué hacen?
El hecho de que la pareja reconozca la existencia del problema es un paso fundamental, pues esta situación muchas veces causa estragos en su relación. Los requerimientos, las dudas, la búsqueda de quién o qué tiene la culpa de los fracasos repetitivos es permanente.
Un hombre que presenta eyaculación precoz, por lo general no tendrá problemas con la erección, la cual muchas veces será extremadamente rápida; y sus preliminares serán cortos por temor a perder dicha erección, lo cual hace que la mujer no pueda alcanzar un estado elevado de excitación y, por tanto, que no pueda llegar al orgasmo a través de la penetración.
Producto del rol estereotipado sexual, muchas veces el hombre no querrá razonar y entender que la causa por la que su mujer no llega al orgasmo, es su propia ineficacia eyaculatoria. Es más, en muchos casos, el hombre no solamente no reconoce su cuota de responsabilidad en la insatisfacción de su pareja, sino que además le echa la culpa, diciéndole que ella “no es normal, está enferma”. En esta misma línea, algunos hasta llegan a convencer a sus mujeres de que el acto sexual fallido es por causa de ellas, ya que les dicen que deben tratarse, porque ellos funcionan perfectamente con otras mujeres.
A muchos de los hombres les cuesta asumir su responsabilidad en este problema. Por lo que no es de extrañar que algunos eyaculadores precoces lleguen a la consulta después de haber desarrollado complicaciones más importantes como consecuencia de la eyaculación precoz, tales como la aparición de problemas de tipo erectivo, o bien sus parejas hayan buscado su solución orgásmica en otras relaciones sexuales.
La esposa, pareja o compañera del hombre con eyaculación precoz puede tener problemas para la consecución de un orgasmo, y tras la eyaculación prematura del varón “queda con ganas” de que el acto sexual continúe. Algunos, tras eyacular, recurren a la estimulación digital u oral de la zona clitoridiana, como conducta compensatoria y tras la excusa de que su mujer es "demasiado lenta", pero la mayoría, escudándose en el mito de que la sexualidad debe ser espontánea y en antiguas concepciones psicológicas que consideraban como válido y maduro únicamente al orgasmo vaginal, no se preocupan de que su pareja tenga un orgasmo. Esta situación deja tensa a la mujer, nerviosa e irritable, especialmente hacia su marido, el cual es visto como "egoísta". En estas mujeres, es posible de observar, con el paso del tiempo, la aparición de una inhibición en el orgasmo y un deseo sexual inhibido.
Las mujeres se sienten usadas cuando un eyaculador precoz se les acerca, palpa sus senos y nalgas, apenas tiene una erección las penetra, eyacula casi inmediatamente, y se da vuelta a dormir. Por ello, algunas mujeres se sienten terriblemente dolidas, rechazadas y deprimidas por la falta de control eyaculatorio de su pareja.
Por su parte, el hombre también queda frustrado, con una sensación de fracaso, inseguro, con un sentimiento general de ineptitud y de culpabilidad, ansioso, y sintiendo su propio placer como limitado y demasiado breve. Especialmente si se trata de eyaculadores precoces "ad portas".
Con posterioridad desarrollan una anticipación al fracaso en coitos venideros, mostrándose a la defensiva, culpabilizándose en exceso y llegando a la evitación de las relaciones sexuales. De ese modo, empiezan a dudar de su eficacia como amantes, de su desempeño sexual, de su propia masculinidad y con el tiempo, si no recurren a un especialista, aumenta este déficit de credibilidad en sí mismos, llegando a desarrollar, en casos extremos una disfunción erectiva.
Muchos hombres con eyaculación precoz se resisten a la eyaculación, pudiendo ellos estropear, de muchas maneras, aún más el acto sexual. Primero, tensamente separan su cuerpo del de su amante durante los preliminares y el juego erótico, porque temen excitarse demasiado y eyacular extravaginalmente; por lo que la reciprocidad sexual de la pareja se entorpece, pierde naturalidad y se mecaniza. Mientras que la mujer, que muchas veces no sabe el motivo de la frialdad y distancia de su pareja, se siente rechazada.
Otros hombres, por su parte, se concentran tanto en evitar su eyaculación que les resulta imposible disfrutar ellos mismos o dar placer a sus parejas. Muchos de estos hombres no permiten que su mujer les toque, acaricie o bese sus genitales, lo que produce una inhibición en la experiencia sexual. Los movimientos de penetración sexual son torpes y tensos, lo cual hace fracasar la relación.
“Dos preocupaciones se tornan casi obsesivas en el caso del varón: la primera es la de dar satisfacción a su pareja, lo que lo lleva a depender en exceso del orgasmo femenino, que pasa a constituir el parámetro del ‘buen sexo’. La segunda consiste en el monitoreo constante del rendimiento durante la relación sexual, lo que produce el efecto inverso al deseado: en lugar de prolongar la duración del coito la reduce, ante todo porque así el juego sexual contempla muy escasas posibilidades e innovaciones, aparte de la autoobservación, de rasgos verdaderamente obsesivos”.[37]
"El hombre con problemas sexuales, ya sean eyaculatorios o eréctiles, no puede abandonarse, aflojarse, disponerse a disfrutar de la experiencia. Posee una intensa preocupación que le ‘roba’ prácticamente toda la atención que su compañera necesita. Algunas esposas, sumamente sensibles y con muchos años de conocimiento del esposo, describen esto muy claramente: se sienten abandonadas, tienen un sentimiento de estar compartiendo la cama con dos personas; una; el marido propiamente dicho, el otro, ‘el problema’ con el cual el marido está más íntimamente conectado que con ella”[38].
A veces el hombre, se ha culpabilizado tanto de su eyaculación precoz, que empieza a evitar la relación sexual con su mujer y viceversa. De manera que las actividades sexuales se vuelven esporádicas, y como consecuencia el círculo vicioso para la próxima relación será más profundo. Ambos estarán más tensos, más ansiosos y, por consiguiente, la eyaculación viene más rápidamente, incrementándose cada vez más el problema.
El papel de la pareja radica en que tanto el hombre como la mujer deben evaluar la rapidez eyaculatoria del hombre. Si bien algunas mujeres tardan poco en obtener un orgasmo, es casi imposible para la mujer llegar al mismo, con tiempos de penetración de muy corta duración de parte de su pareja.
La ayuda y colaboración de la pareja es esencial para solucionar el problema de la eyaculación precoz. La mujer debe hacer notar al hombre la situación, el cual debe asumirla. En cualquier problemática sexual, lo más trascendente e importante, es que la pareja asuma la existencia de un problema y de los pasos necesarios para resolverlos. Por otro lado, la participación de la pareja en el proceso terapéutico es tan importante que se convierte en un instrumento esencial para aumentar el éxito del tratamiento.
Gindin y Huguet (1993) esbozan los distintos caminos de evolución natural que puede seguir la eyaculación precoz:
Mantenerse por toda la vida, sin más consecuencias que relaciones sexuales breves, ansiosas y poco placenteras para ambos miembros de la pareja.
Causar crisis en la pareja, apareciendo un conflicto marital producto del reclamo de la mujer para obtener placer sexual.
Provocar otras disfunciones, tales como disfunción erectiva por ansiedad.
Que uno o ambos miembros de la pareja eludan las relaciones sexuales.
Mejoría de la eyaculación precoz por el mero transcurrir del tiempo.
Búsqueda de uno o de ambos miembros de una relación simultánea.
Una ventaja
Hay ocasiones, sin embargo, en que la eyaculación precoz es funcional a la pareja, ya sea que se encuentren teniendo relaciones sexuales en sitios "inapropiados" (como los tan fantaseados ascensores) o que se trate de parejas en donde la mujer considera a la sexualidad como una obligación o como una carga. En ambas situaciones, sin duda, mientras más breve, mejor.
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