En muchas ocasiones, las personas utilizamos un estilo equivocado en la comunicación. A veces, el mensaje se recibe de forma diferente a como uno lo trasmite, por tanto, ahí surge el conflicto y los malentendidos. Para solucionar un conflicto es necesario tener humildad y también capacidad para aclararlo en el momento justo, es decir, no debemos esperar a que pase mucho tiempo del hecho concreto. Sin embargo, en caso de que una persona sienta ira es necesario que desahogue su enfado con una persona diferente a la que le produce la ira para después poder hablar con ella tranquilamente. La ira es un sentimiento natural en el ser humano.
Cualquier persona debe tender hacia el estilo asertivo en la comunicación ya que produce empatía. La empatía es aquella capacidad de la persona para ponerse en el lugar del otro. Cuando estemos resolviendo un conflicto es fundamental hablar siempre en primera persona (para evitar descalificar al otro). El procedimiento adecuado es describir siempre el hecho concreto que ha producido el conflicto y después manifestar cómo me hace sentir ese hecho. Por ejemplo, no me gusta que llegues tarde cuando quedamos porque me hace sentir que no me valoras.
En momentos de ira las personas tienden a decir palabras de valor absoluto que no ayudan en la comunicación. Por ejemplo, siempre, nunca, todo o nada. Siempre me haces lo mismo, nunca haces nada bien… El mensaje de la comunicación interpersonal debe estar centrado en el hecho concreto por eso es conveniente evitar las generalidades que sólo ayudan a aumentar el conflicto y complican el diálogo.
Por tanto, el diálogo es eficaz para restaurar el equilibrio que se ha roto en una relación a partir de un conflicto. Existen dos palabras que ayudan enormemente a recuperar dicho orden: esas palabras son lo siento y gracias
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