El ser humano está compuesto de alma y cuerpo de tal forma que en el nivel anímico experimenta emociones y en el plano sensible percibe sensaciones que provienen de los cinco sentidos externos: gusto, olfato, vista, oído y tacto. A nivel anímico, el ser humano experimenta tristeza y gozo; el equivalente a estas emociones en el plano sensible es el dolor y el placer. Es decir, el placer es en el cuerpo lo que el gozo es en el alma. Y el dolor es en cuerpo aquello que la tristeza es en el alma.
La felicidad está más cerca del gozo, sin embargo, el sufrimiento es un elemento constitutivo de la existencia humana que se deduce de su propia naturaleza finita: la enfermedad, por ejemplo, pone al hombre en el horizonte de su propio límite.
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