El concepto más importante a comprender acerca de la fotografía, ya sea digital o fílmica, es que todo tiene que ver con capturar la luz. En consecuencia, entendiendo cómo afectan a la foto los distintos tipos de luz puedes cambiar significativamente el resultado de tus imágenes. Idealmente, siempre que sea posible, procura que haya suficiente luz ambiental —es decir, la luz disponible en el lugar, ya sea natural en el exterior o artificial en el interior—. Mientras más luz hay disponible, más sencillo es tomar la fotografía sin tener que preocuparse por el flash o la velocidad del obturador.
Antes que nada, la regla número uno: ninguna luz de techo o lámpara de pie puede ser tan brillante como el sol, de modo que siempre será necesario agregar luz por medio de un flash. La mayoría de los fotógrafos profesionales prefieren tener más control sobre la iluminación, por lo que recurrirán a una variedad de luces más potentes para ayudarse. Al agregar más luz a una escena interior, puedes evitar la necesidad de usar el flash de la cámara, que a veces puede resultar molesto para el sujeto, particularmente si intentas capturar tomas naturales o sin pose.
Cuando no es posible agregar más luz a una escena interior o de escasa luz, lo normal será recurrir al flash para ayudar a la escena. Sin embargo, un error común con el flash es equivocar el alcance de la luz resultante. La potencia del flash de la mayoría de las cámaras portátiles es generalmente es muy baja y cuando necesitamos iluminar una fotografía con este flash, es recomendable que estemos a 3 metros o menos de nuestros sujetos. Si el sujeto de la foto está más lejos, tienes dos opciones: o te acercas —o se acerca—, o buscas una fuente de luz alternativa.
A menudo, vemos que los fotógrafos profesionales usan flashes externos, que pueden ser sincronizados con la cámara al igual que un flash incorporado, y que son mucho más brillantes y, al mismo tiempo, pueden ubicarse en una posición separada a la cámara.
El flash integrado de una cámara digital tiene una potencia aproximada de 50 a 80 Watts/seg, mientras que un flash externo tiene aproximadamente 120 a 150 Watts/seg de potencia.
Para aquellos lugares donde la iluminación está lejos de ser óptima, existe un número de opciones a tu disposición si tu cámara ofrece cierto control manual sobre sus funciones. Muchas de estas opciones simplemente permiten que entre más luz a la cámara. Al ajustar la apertura, puedes ensanchar la apertura del lente permitiendo que ingrese más luz en la cámara y, en consecuencia, aprovechando mejor la iluminación existente.
Por otra parte, es posible ajustar la velocidad del obturador. La velocidad de obturación se escoge en el dial de velocidades, que suele ser, en las cámaras de enfoque manual, una rosca situada al lado del disparador. En él vienen indicadas las velocidades, que son en realidad fracciones de segundo. Si fotografiamos en condiciones de luz escasa tendremos que usar velocidades más lentas. En estos casos, si queremos congelar la imagen tendremos que usar película rápida.
Con un objetivo normal (50 mm.) una velocidad de 1/125 es suficiente para evitar vibraciones en la cámara. Velocidades menores, 1/30 o 1/60 requieren especial atención en el mantenimiento de un pulso firme. Cuando empleemos teleobjetivos deberemos usar velocidades de 1/250 y mayores si no queremos o no podemos usar soporte (un trípode, un monopié u otro apoyo improvisado).
A medida que vayas familiarizándote con la iluminación, puedes comenzar a cambiar el aspecto general de una foto controlando la manera en que la luz impacta sobre las distintas partes de la escena o el sujeto.
Por ejemplo, hacer que la luz golpee en el costado del sujeto puede agregar más contraste entre los rasgos faciales y las sombras, creando una pose más dramática. Tener la luz detrás de un sujeto puede hacer que el fondo se ilumine y el frente quede en penumbras, otorgando un aspecto completamente distinto a una foto. Si quieres asegurarte que todo en tu foto sea visible, entonces asegúrate que la luz interior o exterior se proyecte desde la parte frontal de la escena. Muchos fotógrafos de estudio recurrirán a una variedad de distintas técnicas, incluyendo múltiples fuentes de luz y flashes colgantes.
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