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Genio número 27: Yerathel.
 
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Lo que puede obtenerse de Yerathel:

La confusión de malvados y calumniadores y verse libre de enemigos. Protección contra los que nos provocan y atacan injustamente. El verse confiar una misión de propagar la luz. Borrar de las memorias de la vida lo negativo arrepintiéndose de ello. El conocimiento de las verdades eternas, triunfo de empresas justas. Ser fiel a su destino, que la voluntad acepte la liquidación del karma.

“Yerathel, Dios que castiga a los malvados”.
“Eterno, libérame de los hombres malvados. Presérvame de los hombres violentos”.
“Eripe me Domine ab hómine a viro iniquo eripe me”.
“Yerathel, Señor, perm íteme utilizar las virtudes adquiridas a lo largo de las vidas, para iluminar con ellas la parte oscura del Universo. Permíteme que sea como un río de fuego, en el que puedan purificarse todos cuantos se acerquen a él”.
“Permíteme ser aquél que distribuya la llama a los que no han recibido a su hora su parte de Eternidad”.
“Ayúdame, Yerathel, a volar por encima de lo profano y a penetrar en el dominio de lo sagrado, ayúdame a encontrar mi lugar en el Cosmos, a estar del lado derecho de la Creación”.
“Haz de modo que en mí la inteligencia activa sea el reflejo de la divina Sabiduría y que no se apague nunca en mi alma la sed de actuar y de aprender. Y cuando mi espíritu se despegue, llevado por el afán de ir más allá de mí mismo, ponme,
Yerathel, con el Eterno, faz a faz ”.

Genio número 28: Seheiah.


Lo que puede obtenerse de Seheiah:

Protección contra las enfermedades, los incendios, las ruinas y caídas. Protección
contra los accidentes y las catástrofes en general. Protección contra los rigores del propio destino. El perdón de los pecados mediante la comprensión de los errores. El
restablecimiento de la salud, la propia y la de los demás. Prudencia para sí mismo y los demás.

“Seheiah; Dios que cura a los enfermos”.

“Dios, no te alejes de mí. Ven pronto a socorrerme”.
“Deus no elongeris a me. Deus meus in auxilium meum respice”.
“Seheiah: ayúdame, Señor, a tomar conciencia de las cosas. Sobre mí gravita un
pesado karma y quiero que me ayudes a dar todo lo que se me pide, sin que mi
personalidad mortal ponga obstáculo al cumplimiento de mis obligaciones. Y si soy acreedor a ciertos privilegios, guíame para que administre con prudencia los bienes que reciba del Eterno”.

“Protégeme, Señor, cuando mi salud flaquee; ilumina mi alma para que comprenda el sentido de la prueba y ya limpio de las escorias del pasado, haz de mí una columna de Tu templo”.

Genio número 29: Reiyel.


Lo que puede obtenerse de Reiyel:

La liberación de los enemigos, visibles e invisibles. Verse libre de sortilegios de todo
tipo. Inspiración para las plegarias y las alocuciones y discursos. Fuerza persuasiva para convencer al adversario. Misión para realizar una obra.

“Reiyel; Señor, que me has elegido a mí para ser el vehículo de Tu verbo”.

“Vela para que mi alma conserve la pureza necesaria a la manifestación de Tu
pensamiento. Lava las impurezas, los atascos interpuestos por mi personalidad
mortal, a fin de que Tu corriente no encuentre obstáculos”.
“Libérame de esos enemigos que pueden suponer un freno y de los amigos que me retienen prisionero de los falsos valores”.
“Procúrame un lugar para meditar y lléname de celo para propagar lo que mi Ego
detecta. No permitas que mi conducta traicione lo que Tú llevas a proclamar en
palabras”.
“Señor Reiyel, alienta en mí el afán de entrega y permíteme ser dispensador de las virtudes de tu diestra”.

Genio número 30: Omael.


Lo que puede obtenerse de Omael:

Paciencia en los avatares y miserias de la vida. Fecundidad en el matrimonio.
Normalidad en los partos. La venida al mundo de un alma noble a través de la generación. Buenas relaciones entre padres e hijos.

“Omael; Dios paciente”.
“Tú eres mi esperanza, en Ti confío desde mi aurora espiritual”.
“Quonian tu es patientia mea Domine; Domine spes mea a juventute spiritus mea”.
“Omael, Señor, quisiera que a través de mí pudieran venir al mundo almas nobles y elevadas. Quisiera que me eligieras para transmitir la vida a seres superiores que den testimonio de Tu reino”.
“Pero si la necesidad exige que de mí vengan seres deformes de cuerpo o de alma, abre, Señor, el don de vivificar la facultad de hallar vida en aquellos que ha tocado el Ángel de la Muerte”.
“Ojalá, Señor Omael, pueda ser aquél a través del cual otros Lázaros vuelvan a la vida”.

 
 
 
 
 


   
 
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