La salud es un bienestar físico, psíquico, social y económico. Todo ello se logra cuando una persona se encuentra euténica, pues puede resolver todos sus problemas ya que tiene su creatividad al máximo de su poder. Por lo tanto, se encuentra en un estado de plena armonía en el universo que le rodea.
La enfermedad, en sentido opuesto, se concibe como la presencia de un disturbio que altera dicha armonía. Altera la estructura (en el sentido de cuerpo físico) y el buen funcionamiento (en el sentido de funciones y fisiología del cuerpo) y se manifiesta de infinitas formas sobre el soma (el cuerpo o la mente). Por lo tanto, la enfermedad del individuo o lo que es lo mismo, el enfermo, es un individuo que perdió la armonía de la fuerza vital de su cuerpo, mente y espíritu.
¿Qué hace la homeopatía, qué es lo que puede curar
y cuáles son sus límites?
Acción terapéutica
El tratamiento homeopático utiliza para curar cuatro principios fundamentales, dentro de los cuales destacamos la Ley de la Similitud o la Semejanza, que significa curar con la administración de medicamentos que han podido producir los mismos síntomas en una persona sana.
Todos los medicamentos, desde hace más de 200 años, están libres de toxicidad y han sido por largas épocas probados en seres humanos sanos voluntarios. Ante su administración, el individuo sufre una desarmonía que expresa por síntomas (dolor, miedo, insomnio, ardor, etc.). Luego, al suspender la toma del medicamento, el experimentador retorna hacia la salud, hecho verificado en el 100% de los casos. Hecho destacable: los medicamentos enferman al experimentador en forma reversible, es decir, saben como enfermar, pero el disturbio producido sabe como volver a su punto de inicio. Generan un camino de ida y vuelta: de la salud a la enfermedad y de la enfermedad hacia la salud.
La enfermedad adquirida en forma natural (por una intoxicación, por exposición al frío, por un gran susto o una gran tristeza), conoce el camino que lleva a la aparición de los síntomas patológicos que con el tiempo se exacerbarán o cambiarán pero que siempre persistirán, sostenidos por el disturbio inicial que no ha sido resuelto. El individuo así afectado "no sabe como volver hacia la salud" (salvo contadas excepciones como es el caso de la gripe, la varicela, el sarampión, un traumatismo menor o una indigestión leve); en estos casos, sólo debemos esperar y el tiempo nos demostrará la capacidad de recuperación de nuestro organismo “ad integrum”. Los disturbios que las originan, conocen el camino de vuelta hacia la salud como los medicamentos homeopáticos.
La administración del medicamento homeopático que haya sabido producir una modificación similar (transformación que llevó a la aparición de los mismos síntomas en el hombre sano) metafóricamente destrabará este bloqueo y llevará al paciente al camino de retorno hacia la salud (proceso que llamamos curación). El medicamento puede realizar este trabajo, porque así se lo ha demostrado durante la larga experimentación: todos los voluntarios han retornado hacia la salud, luego de haber presentado los mismos síntomas que nuestro paciente.
La curación no sucede en un instante. Es un proceso, un camino que el paciente debe recorrer y que puede oscilar su duración desde minutos (en casos hiper agudos) a varios meses (en casos crónicos, o crónicos lesionales). La mejoría del estado general a la que se suma una movilización de los síntomas que el paciente traía al momento de la consulta y la aparición de nuevos, indican al médico homeópata el cumplimiento de las leyes de curación, que son aquellas que confirman o no confirman que el paciente ha entrado en el camino de retorno.
Guiado por estas leyes, el médico homeópata sabrá con certeza si el camino transitado por su paciente es el correcto o no.
Una vez que no han quedado síntomas patológicos ni orgánicos ni mentales, el tratamiento se da por concluido y el paciente recibe el alta médica.
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