Poco a poco, rudimentariamente, en forma pequeña y doméstica fue empezando la producción de huevos. Desde la domesticación de la gallina en el neolítico, la producción de los huevos estuvo confinada al corral familiar, pero a principios del siglo XX se llego a tener corrales para producción de huevos en las áreas urbanas. Durante los años 60 se desarrollo la producción agrícola industrial a escala masiva, comenzó levantarse la industria avícola con muchos riesgos y poca tecnología, pasando de ser una producción familiar a una producción industrial y los huevo comenzaron a ocupar un lugar importante y destacado en los estantes de los grandes supermercados.
Los huevos que consume el hombre para su alimentación son principalmente los de gallina, de producción bastante fácil, son nutritivos, y se conservan durante bastante tiempo, aunque pierden sus fabulosas propiedades a medida que pasa el tiempo. Hoy en día se encuentran huevos para la venta en todo el mundo, por muy pobre que sea el país. Con cientos de miles de aves en granjas industriales, muchas de ellas con material genético de base y alimento importado, para lograr huevos más grandes y de calidad nutricional optima.
Los huevos son un alimento por si solos, contienen gran cantidad de proteínas y de grasas. Un huevo pesa un promedio de 65 g, (2,30 onzas) la cantidad de grasa como de proteínas viene a ser de unos 6 g. (0,21 onzas). La proteína de la clara del huevo es la albúmina. Las principales grasas que contiene son los triglicéridos, fosfolípidos y colesterol. También es rico en vitaminas, como la vitamina A, y en minerales, como el hierro.
Es un excelente alimento teniendo en cuenta la relación calidad-precio, admiten muchas formas de preparar, todas muy sencillas, de rápida cocción, nos aportan gran cantidad de vitaminas y minerales. Se pueden freír, hacer revueltos agregándoles algún ingrediente a gusto, como jamón, tocineta (panceta) o solos con sal y pimienta, se preparan hervidos duros y al minuto, pochados o escalfados, en tortillas, al plato, a la cazuela, o con un picadillo de cebollas ajíes y tomates como lo hacemos en nuestro clásico perico venezolano.
Como ven su consumo es muy variado y se toman incluso crudos, aunque en este último caso su digestibilidad es menor y trae consigo el peligro de infecciones intestinales, como la salmonelosis. Se utilizan también para la elaboración de salsas, pasteles, pastas y dulces.
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