Hasta 1956, todavía no se explicaba el proceso de transmisión de las perturbaciones orgánicas hacia el iris. En su libro “CONTROL CLÍNICO DE LA IRIDOLOGÍA”, LOS Dres. Vida y Deck mencionan: “Hemos evitado, desde el inicio mismo de nuestras observaciones, las consideraciones hipotéticas, pues si tenemos algunas ideas sobra la patología de los signos del iris, no podemos fundarlas sino sobre los hechos. No tiene por tanto, sentido discutir. Corresponde a los especialistas en anatomía y fisiología la fructuosa tarea de buscar las vías misteriosas de transmisión de los órganos a través del iris. Nosotros lo único que queremos demostrar es que existe una relación”.
Los avances de la tecnología Médica y quirúrgica y de la bioenergética, han permitido dar una explicación lógica al fenómeno iridiano. La noción no es nueva. La medicina china la maneja desde hace siglos. Samuel Hahnemann, el padre de la homeopatía, la expone, así como Kent. Ellen G. de White, (higienista norteamericana) la consideraba en el siglo XIX.
Existen diversos niveles para explicar éste fenómeno. Es difícil entenderlo a nivel físico matemático. Un sencillo ejemplo nos puede ayudar a entenderlo: el iris comparado con una central telefónica. Cuando alguien requiere un servicio, aparece una señal luminosa en el tablero que permite a la telefonista saber quien requiere un servicio. El iris es superior, por la variedad de colores, matices, manchas, signos y su localización. El iridólogo detecta en donde está el peligro así como su causa.
La célula posee un potencial eléctrico propio. (es un condensador o batería miniatura). Cada órgano y sistema posee su carga y equilibrio electrónico propio. El equilibrio ácido - base (PH), el coeficiente de oxidorreducción, (rH2) y la resistividad eléctrica son controlados por el sistema nervioso central.
Al perturbarse la carga electrónica de un complejo celular, los relés (sensores), transmiten una señal de alerta al sistema nervioso central (vegetativo autónomo) dividido en simpático (ortosimpático) y parasimpático.
La innervación del iris se realiza a través de éstos dos sistemas, (fibras nerviosas), por medio del plexo corotidiano simpático y del nervio motor ocular común parasimpático. Esto permite a través de éstos dos sistemas antagonistas las reacciones del iris. El parasimpático controla el tono constrictor del iris. Pasa por las fibras nerviosas que parten del conducto motriz de la pupila, para llegar hasta las fibras visuales del nervio óptico. De ahí pasan al área pretectal y luego al núcleo autónomo del 3er. par de nervios craneales o nervio ocular común. El recorrido de vuelta se realiza a través de las fibras nerviosas al ganglio ciliar u oftálmico. En éste lugar surgen 12 a 20 nervios ciliares hasta el esfínter del iris.
Izquierda: el sistema nervioso parasimpático. Derecha: sistema nervioso ortosimpático
El sistema nervioso ortosimpático o simpático, controla el musculo dilatador del iris, posee fibras que pasan también por la vía retiniana y el nervio óptico hasta llegar al área pretectal. Atraviesa el tronco cerebral y desemboca en el centro cilio - espinal. Una tercera vía aferente pasa por la médula espinal. Ésta vía aferente, de recorrido de vuelta del aflujo ortosimpático, se realiza mediante dos segmentos pre y post gangliares articulados en el nervio cervical superior. Éste aflujo vuelve a reunirse con la rama naso-ciliar del nervio oftálmico y después de atravesar el ganglio ciliar, innerva las fibras radiales del músculo dilatador del iris.
Innervación autónoma del ojo.
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región pretectal.
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Núcleo de Edinger –Westphal.
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Ganglio ciliar.
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Protuberancia.
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Plexo corotidiano.
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Ganglio simpático cervical superior.
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Cadena simpática cervical.
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Segmentos supratorácicos de la médula espinal.
Los cambios de color y de estructura de las zonas del iris son provocados por las modificaciones al metabolismo celular de un órgano determinado, relacionadas con fenómenos de polarización, provocando un cambio de los tonos de los pigmentos, modificación de estructura de vasos, de tejido conjuntivo y de musculatura del iris. Los cambios son dependientes directamente del equilibrio bioelectrónico de la sangre y otros líquidos humorales.
Son bloqueadores de éstos flujos, los anestésicos, neurolépticos, ansiolíticos, hipnóticos, antibióticos, analgésicos y corticoides de origen sintético. Las dosis y la frecuencia de administración son determinantes en el porcentaje de bloqueo y, por lo tanto, en la modificación de la pigmentación y de la estructura del tejido del iris. El cuerpo tiene la capacidad de producir éstas substancias en forma natural, aunque se requieren secreciones importantes, como las generadas en un estado de tensión previo a un accidente previsible, para ocasionar un bloqueo de la transmisión eléctrica al iris, en cuyo caso, no quedará registrado ningún cambio en el mismo.
La fuerza vital es sinónimo del CAMPO ELECTRODINÁMICO del cuerpo.
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